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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

jueves, 10 de enero de 2013

Capítulo 6






-No es cierto…-Sollozó entre sus brazos.

-Shhh. Lo siento, no volveremos a hablar de esto si tú no quieres- Se disculpó y besó su frente, rozando sus labios contra su piel tibia.

Julieta se separa poco a poco de él. Le dio la espalda, evitando la mirada triste de Elliot, mientras pensaba qué hacer después de su ataque innecesario de pánico.

-Eh... tranquilo… No pasa nada-Le dijo con voz ronca. Cogió aire y volvió a mirarlo, con ojos impasibles pero aún enrojecidos- Sólo quiero que entiendas una cosa; Nadie lo sabe. Ni teresa, ni el bufete… Tienes que prometerme que serás discreto.

Elliot la contemplo durante unos segundos en silencio, mientras recordaba que ya había una persona que lo sabía, y que tal vez incumpliera su promesa antes de hacerla.

-Ya hay alguien que lo sabe- Confesó finalmente, armándose de valor e incapaz de mirarla a los ojos. Tragó saliva, inquieto.

-¿Quién?- Preguntó ella bruscamente, dedicándole un gesto de odio.

-Mi hermana, Alice…

Julieta resopló y se sentó en el sofá, llevándose las manos a la boca. Elliot empezó a ponerse nervioso, temiendo que hubiera vuelto a hacerle daño, empezando a notar la angustia en cada centímetro de él. Pero de repente, Julieta comenzó a reírse a carcajadas. Una risa contagiosa y frenética, que la hacía retorcerse y sujetar su vientre con ambas manos. Él se sentó a su lado, boquiabierto y confundido, hasta que finalmente, sin entenderlo bien, se unió a ella en ese festín de risas.

-No…puedes… imaginarte-Intentó hablar  ella, pero volvió a reírse con más fuerza. Cogió aire, controlando su respiración antes de seguir- Tu cara de pánico.

A Elliot le cambió la expresión.

-¿Te ríes de mí?

-Elliot, estuve inconsciente en casa de tu hermana. Suponía que se lo habías contado-Le soltó Julieta. Elliot se quedó mudo, admirando su sonrisa, su felicidad… Y la de él.

Ella se acercó con rapidez y lo besó con ternura en los labios, rodeó su cuello con los brazos y lo miró a los ojos.

-Eres la persona más dulce que he conocido…-Admitió ella, con una gran sonrisa, que cambió al cabo de unos segundos- Pero no quiero hacerte daño, no quiero que te vuelvas una persona corrompida por el dolor- Se sinceró, en un hilo de voz.

-No. La única cosa que me haría daño sería que no quisieras verme más- Respondió Elliot, bajando su brazo hasta encontrar su mano- Te prometo ser discreto, pero también te prometo que haré lo posible para curarte.

Julieta agachó la cabeza, callada, derrotada por sus palabras, que se encadenaban formando una promesa muy difícil de cumplir.

-No puedes prometerme algo así. No es posible, por mucho que quiera dejarme llevar por ti. y tu... ilusión Nunca he creído en el amor, esas grandes historias que aparecen en los libros… En ese momento que hace que todo cambie y que nada vuelva a ser lo que era...-Le explicó, perdiendo la mirada en algún lugar de la habitación- Pero ahora no puedo creer en lo mismo, ahora no quiero separarme de ti- Sonrió y estrechó los hombros, negando para sí misma- Ni yo misma entendí que me pasaba al conocerte… Hasta este momento.

-¿Por qué ahora?- Preguntó Elliot y le cogió la barbilla, obligándola a mirarle.

-Porque hoy… entre las carcajadas, el llanto y las promesas, me he sentido…-Cogió una bocanada de aire para continuar, pero sus ojos se empañaron sin remedio -...Feliz. Era algo que no recordaba.

Volvieron a besarse y Elliot la estrechó contra su pecho. Sentía que no podía ser más feliz que en ese instante... Que podían superarlo todo.

-El terremoto- Susurró Julieta, después de unos segundos.

-¿Terremoto?-Preguntó él, confundido.

-Ya lo entenderás-Dijo, guiñándole un ojo, divertida.

-Bueno... ¿Tienes hambre?

-Mucha.

-Bien, vayámonos a desayunar.



Después del desayuno y un largo paseo por la playa, Elliot dejó a Julieta en su ático del Upper East Side y condujo hasta su apartamento. Se cambió de ropa y se puso un pantalón de chándal gris y sudadera azul. Buscó en las lista de reproducción de su iPod el álbum de Muse, y se puso los auriculares, abstrayéndose del mundo con la canción Starlight.

Salio del apartamento y llegó hasta el parque Riverside. Un sitio perfecto para correr. Los arboles, el agua, las hojas caídas, el frío, decenas de personas pasendo, haciendo deporte...  un lugar que le había servido en muchas ocasiones para pensar. Y ese día, el problema volvió a su cabeza como un fogonazo que lo cegó momentáneamente al acelerar la velocidad. El problema que debía abordar, solucionar y extirpar lo antes posible.

Los kilómetros le hicieron reflexionar sobre Julieta y lo que ella conllevaba. Ya no era él, ni su trabajo, ni siquiera importaba esa investigación sobre el Parkinson… De la noche a la mañana, ella ocupaba toda su mente, trastocando sus prioridades y fragmentando su estabilidad.



Cuando acabó de ducharse, se tendió sobre la cama. Cogió su BlackBerry y buscó el número de Lucy, su secretaria en la cínica.

-¿Sí, Doctor Evans?-Contestó ella con entusiasmo, a los tres tonos.

-Hola Lucy. Necesito que me envíes urgentemente un correo con el historial completo de la señorita Pope- Ordenó con seriedad.

-Claro, se lo envío ahora mismo, doctor.

-Gracias.

Colgó el teléfono y marcó de nuevo. Esta vez, a su hermana Alice.

-¡Por fin! Tienes mucho que contarme… ¡Empieza!- Respondió eufórica.

-¿Puedes venir a casa? Bueno, si estás libre hoy...- Le dijo, con voz fría, un tono que su hermana reconoció al instante.

-Dejo a Henry con mamá y voy. Hoy es mi día libre, has tenido suerte.

-Bien. Adiós Alice- Colgó deprisa, evitando más preguntas.

Al encender el portátil y abrir el correo, descubrió que Lucy se había dado mucha prisa. Descargó todo el contenido del historial y lo revisó por encima para comprobar que estaba todo. Después cogió un par de libros de medicina oncológica de la estantería de la habitación y leyó con detenimiento el historial, consultando de vez en cuando en su colección.



“Melanoma metastásico extendido al cerebro.”

“Estadio 4”

“Se recomienda quimioterapia agresiva”

“La metástasis no ha avanzado desde la última prueba diagnóstica”

“Masa”

“Terminal”

“Un número elevado de los pacientes no muestra mejora con los tratamientos recomendados”



Dejó de leer y suspiró, incapaz de tragar más información. Era de noche y su única compañía erauna taza de café bien cargado que se había quedado frío. Entonces, sonó el timbre. Se levantó deprisa, notando las piernas entumecidas por haberlas tenido demasiado tiempo en la misma postura.

Abrió la puerta y se encontró a Alice, mirándole con una expresión preocupada. Se acercó a él, sin decir una palabra y lo abrazó. Elliot lo agradeció... Sabía que su hermana era la única persona que podía reconfortarle.

-Gracias por venir-Le dijo, besándola en la frente.

-Tranquilo, yo siempre te debo una-Contestó ella, con un guiño.

Al entrar, Alice se quedó petrificada, observando el desastre: Libros tirados por el suelo, decenas de hojas extendidas por el colchón... Se sentó sobre un hueco vacío de la cama y revisó uno de los libros.

-Era peor de lo que me temía-Admitió Elliot, apoyado sobre la ventana- Tengo que hacerle entrar en razón, necesito que luche.

-¿Qué…? Pero…-Preguntó ella, confundida. Lo miró, cuestionándose la pregunta, sin entender lo que había pasado allí, hasta que al final todo le pareció demasiado claro- ¿Ella?

Elliot asintió, cabizbajo.

-Alice… Estoy obligado. Estoy… -Intentó buscar la palabra exacta que lo definiera fácilmente, sin éxito.

Alice se levantó y lo observó con una sonrisa, hasta que sus labios formaron una o. Se llevó las manos a la cabeza, sin apartar los ojos de su hermano... Bufó y volvió a sentarse, mirando al infinito. Elliot no tenía ni idea de lo que intentaba decirle, pero estaba consiguiendo que se pusiera nervioso.

-Julieta -Dijo Alice, al fin. Elliot se sentó a su lado y le dio unas palmaditas en el hombro.

-Sí… Ella- Sentencia él. De pronto, los ojos empezaron a escocerle, recordando una palabra- Un terremoto.

-¿Qué? ¿Cómo que un terremoto?

-Ahora lo entiendo. Un temblor que arrasa todo a su paso, que te cambia, que te hace querer más, que te hace luchar… Pero no solamente por ti.

5 comentarios:

  1. Me encanta el capítulo entero, pero sobre todo el final. Lo de el terremoto es precioso y creo que muy acertado.
    Un beso

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  2. Me ha gustado muchísimo ya sabes :) creo que ya te lo dije pero lo repito parece que eres médico con tantos nombres técnicos jejeje queda genial :) Y el final es alucinante, la última frase perfecta, lo has bordado ;)

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  3. Un terremoto, claro.
    Pff... que mal, espero que al final se salve
    En fin, he sacado tiempo para leerlo y ahora a hacer los deberes.
    Un saludo !

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  4. Uau! Me ha encantado! en serio, ha sido una pasada

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  5. Awesome
    Lo del terremoto es Epic
    Kisses

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