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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

jueves, 21 de febrero de 2013

Capítulo 10







-Vale. Así que… Tu madre es cocinera, tu padre es cardiocirujano… Llevan… ¿25 años juntos, no? -Intentaba memorizar Julieta en el camino del Hospital a su apartamento, mientras Elliot le contaba algunos detalles de su familia. Finalmente tragó saliva y cogió aire- No puedo hacerlo.

-Sí puedes…- Elliot cogió su mano mientras conducía y la estrechó con cariño-Son fáciles. Además, Henry evitará que hablemos de temas serios.

-Bueno, ¿Y si me preguntan sobre mi familia?-Cuestionó, llevándose las mano a la frente- Madre mía.

-Julieta tienes que dejar de pensar tanto. Si te preguntan sobre eso, sólo tienes que decir la verdad. Que tuviste una familia… La verdad, limítate a ser como eres conmigo- Respondió con suavidad, quitándole peso al tema- Un poco menos dura que conmigo...

-Bien… Tengo que dejar de pensar en eso. Es fácil decirlo… Hacerlo, no sé- Puso las piernas sobre el asiento, colocando las rodillas en su pecho y resoplando de vez en cuando.

-Es broma...

-Ya... ya... Lo sé.

-Parece que lo que te he dicho, ha hecho que se pase el efecto de ese sedante…-Bromeó Elliot.

-De verdad, empiezo a pensar que esto va a acabar conmigo. El cáncer será un resfriado comparado con que tus padres me examinen con detenimiento durante horas- Elliot frunció el ceño y ella suspiró- Vale, no tiene gracia…



De vuelta en el apartamento, los dos se tumbaron sobre el sofá, abrazados. Eran las diez de la noche, aunque estaban tan cansados que parecía mucho más tarde.

-¿Te duele la cabeza?-Se interesó Elliot, mirando su gesto. Julieta tenía los ojos cerrados y el gesto contraído.

-Muchísimo- Admitió ella, suspirando. Elliot puso las manos sobre sus sienes y comenzó a hacer presión con los dedos, trazando círculos invisibles- Parece que a ti también te duele- Le dijo, examinando sus pronunciadas ojeras

-Sí… Estoy cansado. Sé que te prometí que esta noche íbamos a disfrutar y a….

-Shhh, calla- Lo cortó ella- Lo único que quiero ahora, es dormir a tu lado mientras me abrazas. Eso necesito.

A Elliot se le iluminó la mirada, acurrucándose más junto a ella. Le besó en la frente, percatándose de que estaba más caliente que de costumbre.

-Parece que tienes un poco de fiebre.

-Venga, vamos a dormir. Mañana estaremos mucho mejor-Lo convenció Julieta, incorporándose.

Elliot la atrajo hacia él, atrapando su cintura con sus fuertes brazos. Se puso en pie y la cogió en brazos, lo que provocó que Julieta emitiera un grito. Fueron hacia la habitación, cuando pasaron al lado de la cocina.

-¿Tienes hambre?

-Nada, creo que eso que me han puesto me ha dejado llena para una semana.

-Vale, pero mañana tienes que comer mucho, o mi madre no te lo perdonará-Bromeó Elliot, conteniendo la risa. Parecía divertirle el tema, pero Julieta lo fulminó con la mirada.

La dejó sobre la superficie de la cama y le tendió un vaso de agua.

-Bébetelo todo.

-Gracias por cuidarme.

Elliot comenzó a quitarse la ropa, hasta quedarse en calzoncillos y buscó en el cajón sus pantalones de chándal. Julieta mientras tanto, hacía lo mismo, colocándose la camiseta de Yale de Elliot. Tenía un agujero pequeño en la manga y le quedada por encima de las rodillas, pero era confortable como pijama.

-Elliot…

El interpelado se dio la vuelta. Ella permanecía de pie frente a él, con el único obstáculo de la cama entre los dos. Tenía los ojos enrojecidos y la cara húmeda por las lágrimas que recorrían sus mejillas. Elliot fue hasta ella, sintiendo una horrible angustia al verla, y la abrazó con mucha fuerza, mientras ella sollozaba en su pecho.

-Eh… Cariño. Eh… ¿Qué pasa, Julieta?- Le preguntó con prudencia, acariciándole la espalda. Ella lloró con más fuerza y agarró con energía su brazo- Me estás asustando…

Elliot se deshizo de su abrazo y envolvió su rostro con sus manos.

-… Háblame. Habla conmigo- Suplicó Elliot, con los ojos inyectados en desesperación. Julieta se limpió la cara y se separó de él unos centímetros.

-Tengo miedo-Murmuró con voz vacía. A Elliot se le cayó el mundo a los pies, oyendo esas palabras tan sinceras en una persona que no muy a menudo mostraba lo que sentía.

-Yo también…-Murmuró él. La voz de Elliot se quebró cuando esas palabras salieron de su boca. Apretó los labios con fuerza, sintiendo la presión sobre sus dientas, aferrándose a la cruda realidad.

***

Él, simplemente, no estaba acostumbrado a verla así. Normalmente, el que tenía miedo era él, pero lo que no imaginaba era que, ahora, en un segundo, todo estuviera cambiando. Que Julieta se derrumbara de esa manera y confesara.

Que él descubriera un nuevo sentimiento de rabia en su interior, extendiéndose en todas direcciones, arrasando todo a su paso.




-Lo siento…-Susurró Julieta, apartándose de él y metiéndose en la cama para evitar su mirada de lástima.

-¿Qué…?- Él se quedó petrificado, mirándola-No… Ya vuelves a hacerlo-Murmuró Elliot. Ella le observó frunciendo el ceño- Cerrarte en banda, Jul ¿Crees que eso es sano?

-Sólo sé que me va a explotar la cabeza. Por favor… Mañana hablaremos. Sólo quiero dormir-Dijo y se tumbó en el lado izquierdo de la cama, dándole la espalda.

-Bien… Voy a buscar algo para el dolor. Ahora vuelvo- Contestó él, rindiéndose.

-Gracias- Le dijo Julieta, en un susurro apenas audible, antes de que la puerta se cerrara.

Elliot llegó a la cocina y apoyó los puños con fuerza en la encimera, descargando toda esa ira… Suspiró y cogió una gran bocanada de oxígeno para llenar sus pulmones.

<<Mierda. Mierda. Mierda- Pensó, llevándose las manos a la cabeza>>

Después fue hasta el salón y buscó los analgésicos que tenía guardados para “esos casos” en la vitrina. Cogió una jeringuilla estéril, junto con algodón y alcohol. Cuando volvió, Julieta ya se había quedado dormida. Fue hasta ella y se sentó a su lado. Le acarició el brazo con delicadeza y besó su mejilla.

-Julieta…-Susurró. Ella se removió y abrió los ojos.

-¿Qué pasa?-Respondió.

-Voy a ponerte un analgésico… ¿Puedes ponerte boca abajo?- Preguntó, Elliot. Julieta lo miró confusa.

-¿…Boca abajo?-Repitió, extrañada, con voz ronca.

-Es más fuerte y te aliviará enseguida.

-Genial, más agujas…-Se quejó mientras se daba la vuelta.

-Voy a bajarte un poco la ropa…

-Elliot, ¡hazlo!-Le ordenó con una media sonrisa- ¿Crees que importa que me pongas una inyección en el culo?

Él sonrió para sí y bajó su ropa interior, dejando al descubierto su piel. Limpió la zona con el alcohol e introdujo la aguja con cuidado. Julieta emitió un pequeño gemido y agarró la sábana con fuerza.

-¡Au! Dios… ¡Duele!

-Lo sé… Lo siento- Se disculpó Elliot, retirando la aguja y presionando con el algodón.

Después dejó el material sobre la mesilla y se metió en la cama, alejado prudentemente de ella. Apagó la luz y todo se quedó en silencio, pudiéndose escuchar tan sólo el ruido exterior y el tic tac del despertador. Ambos se daban la espalda, dejando un hueco en medio, permaneciendo con los ojos abiertos.

Julita se giró de pronto y avanzó hasta el lado de Elliot para abrazarle la espalda. Él sonrió con ese contacto y se dio la vuelta también, quedándose frente a ella, mirándose con la única luz débil que entraba por la ventana.

-Perdona por ser una imbécil y hacerte daño. Pero es que eres tan… tan idiota-Se disculpó Julieta. Elliot frunció el ceño y le sonrió-Y tan… Perfecto.

-Lo sé, lo sé. Te perdono-Bromeó él. Julieta le pellizcó el brazo.

-Au…

-Te lo mereces…-Le incriminó ella y se acercó un poco más, hasta tener su nariz pegada a la suya. Respiró hondo y le beso… Esa clase de besos quizá no sean especiales, pero que en ciertos momentos hacen que todas tus terminaciones nerviosas vibren-Buenas noches.

-Buenas noches-Murmuró él y Julieta le dio la espalda. Elliot la abrazó y la acercó hacia él, emitiendo un gruñido.

-¿Crees que le gustaré a tus padres mañana?-Cuestionó, antes de cerrar los ojos.

-Julieta, por dios…Duérmete-Respondió él, cansadamente y le besó en el cuello. Ella sonrío y le hizo caso, descansando confortablemente entre sus brazos.




Al día siguiente, el despertador no sonó. Eran cerca de las once de la mañana, del día de noche buena.

Julieta llevaba unos minutos despierta, mirando a Elliot y reflexionando sobre lo que le llevaba rondando la cabeza tanto tiempo; Confesar o no. Algo con lo que cada vez se sentía más presionada y más en ese momento, en el que iba a presentarle a sus padres.

La cabeza comenzaba a dolerle y tenía la garganta completamente seca. Retiró con cuidado el brazo de Elliot que abrazaba su cintura, y se levantó de la cama. Fue hasta el baño y bebió del agua fría que salía del grifo, saciando poco a poco la necesidad de no parar de tragar.

Se lavó los dientes y encendió el grifo del agua caliente para llenar la bañera. Después, mirándose al espejo, se quitó la camiseta. Suspiró al ver el moratón que había aparecido en su antebrazo. Un hematoma de varios colores que se extendía unos centímetros.

-Les vas a caer bien. Les vas a caer bien- Se dijo así misma, frente al espejo y se metió en la bañera… Notando un profundo placer al notar el agua muy caliente en su cuerpo.

Cuando llevaba un rato así, tumbada y relajada, con la cabeza apoyada en el extremo de la bañera, sintió unas terribles náuseas y respiró hondo repetidamente, intentando evitarlas. 

-Dios…-Susurró, sumergiendo la cabeza en el agua, aguantando la respiración durante unos segundos. En ese tiempo, en su cabeza aparecieron imágenes del accidente, de su padre… De lo que vino después, de su culpa… Salió de repente, dando un salto y aspirando una gran bocanada de aire para llenar sus pulmones.

Cuando salió del agua, se enrolló en la toalla y volvió a accionar el grifo del agua fría, lavándose la cara y sintiéndose cada vez peor. Se sentó sobre el suelo y respiró hondo, agradeciendo que Elliot estuviera durmiendo al otro lado de la puerta. Sus manos temblorosas fueron hasta su frente y notó que estaba demasiado caliente.

<<Hoy no, por favor. Hoy no-Pensó, respirando pausadamente>>



Elliot se despertó al oír el movimiento procedente del baño. Se levantó y tocó la puerta un par de veces.

-¿Julieta?

-Sí. Estoy aquí… Ahora mismo salgo.

La puerta se abrió en unos segundos. Julieta le dedicó una sonrisa. Tenía el pelo húmedo y aun lleva la toalla enrollada en el cuerpo.

-Buenos días-Lo saludó, después de darle un beso rápido.

-Muy buenos días ¿Estás mejor?-Preguntó y la examinó detenidamente.

-Me siento genial esta mañana. Preparada para lo que sea- Mintió, demasiado bien.

Entonces, Elliot le cogió la mano, reparando en el hematoma de su brazo.

-Joder… -Soltó Elliot, mirándolo con detenimiento.

-No es nada-Murmuró, apartando el brazo de él, manteniendo su expresión feliz- Me muero de hambre, te espero en la cocina… Eh… No tardes en ducharte, tenemos que ir a comprar los regalos de navidad.

-Vale… Mandona-Dijo Elliot, cogiendo su cintura para besarla de nuevo. Ella se escabulló lo más rápido posible de él, intentando que no sospechara que en realidad, no era su mejor día.

Julieta se puso con un jersey ancho, junto con unos pantalones de pitillo negros y unos botines militares del mismo color. Lo hizo apoyándose en la pared para evitar caerse. Cuando acabó, se miró al espejo para empezar a pintarse, usando mucho corrector de ojeras y colorete para disimular su aspecto. Se cepilló el pelo y lo deja suelto,

Luego fue hasta la cocina y descubrió la bolsa de los croissants del día anterior. El olor no le producía náuseas y comenzaba a encontrarse mejor, así que abrió la bolsa y se metió uno en la boca. Después se sirvió un cuenco de fruta y un chocolate caliente que le sentaron de maravilla.

Elliot salió a los minutos. Julieta se mordió el labio al verlo hecho un pincel. Llevaba unos vaqueros que le sentaban muy bien, junto con una camisa de cuadros rojos y azules y una americana azul marino. Avanzó hasta él y lo besó… olvidándose de la fiebre y de todo lo demás.

-Mmmm hueles tan bien-Murmuró, rozando el cuello con sus labios-Dios...

-Jul, estás ardiendo-Notó Elliot, deteniéndola, mientras le tocaba la frente- Será mejor que no salgas de casa, te daré algo para...

-¡No!-Bramó furiosa- Vamos a ir de compras…

-Julieta…-Empezó a decir Elliot.

-Julieta, nada-Lo cortó ella- Habré pillado un resfriado-Se sentó en el sofá, refugiándose de su mirada, sintiéndose más débil con cada palabra que salía de su boca.

-Bueno, pues vamos. No se hable más… -Sentenció Elliot, dándose por vencido.

Pero Julieta se dio cuenta de que no iba a llegar lejos así y que en el mejor de los casos, se daría cuenta en el ascensor... También de que ese ataque infantil le valdría de poco.

-Llevas razón… Perdona. Me quedaré en casa… No me encuentro muy… allá- Admitió. Elliot suspiró y le dio unas palmaditas en el hombro.

-Te traeré una manta y algo para la fiebre.

Ella asintió con una media sonrisa.

-Gracias.

Se tumbó sobre el sofá y dejó que él la tapara con la manta. Parecía feliz, gracias a que ella, como buena abogada, sabía usar bien las palabras para mejorarlas en beneficio propio.

-Quiero que compres algo bonito para tu madre, llámame si necesitas ayuda-Le rogó antes de que saliera.

-Sí, pesada… Descansa-Repuso él, despidiéndose, mientras se alejaba hacia la puerta.


Julieta suspiró y se acurrucó en el sofá, arrebatada por el sueño y el cansancio. Justo cuando empezaba a quedarse dormida, sonó su móvil.

“Número desconocido”

-Julieta Pope- Respondió con voz seria.

-Hola, creo que no hace falta que me presente. Bueno, se me olvidaba que tu cabeza no está muy allá que digamos... Soy Jess.

A Julieta le dió un vuelco al corazón al recordar a la pelirroja agresiva y sus gritos mientras pegaba a Elliot. Se incorporó hasta quedarse sentada, con todos los sentidos puestos en la llamada.

-Claro… Cómo olvidar a la borracha que pego a mi novio-Contestó cortante, recibiendo un silencio al otro lado de la línea-¿Sigues ahí? ¿O quieres amenazarme o algo por el estilo?

-Supongo que no soy la única que tiene problemas. Por si no te lo ha dicho Elliot, soy inteligente y curiosa… Por lo que, por suerte, sé todo sobre ti.

-No creo que seas tan lista-Musitó Julieta y tragó saliva por la conmoción de sus palabras.

-Bueno… Lo suficiente. Lo suficiente para saber que pronto tendré vía libre porque te queda muy poco en este mundo… Por muy guapa que seas, Elliot solo está contigo por pena y porque le encantan los casos imposibles- Habló ella, arrastrando las palabras con sensualidad. Julieta escuchaba atenta, apretando los puños con rabia.

-No sé cómo sabes eso… Pero sea como fuere, quiero que te quede claro, que mi vida no te interesa, que Elliot no te quiere y que está conmigo ahora. Lo que añadas a la ecuación, es producto de tu propia imaginación. Y aunque yo muera, él nunca volvería contigo-Dijo rotunda y cogió aire- Y dicho esto, voy a colgar. Porque no pienso perder el tiempo con alguien como tú.

-Tranquila, enfermita… No te convienen estos enfados- Se mofó Jess.

-Adiós Jess.

Cuando colgó el teléfono, corrió hasta el baño para vomitar, tosiendo y temblando, al mismo tiempo.


Se levantó al cabo de un rato, con un sudor frío sobre la frente, en busca de su portátil. Después volvió al sofá y lo encendió para enviar un correo. Antes de hacerlo, vio demasiados correos de él, de Charlie, sin ser contestados.

Abrió el último y pulsó responder, sin querer leerlo.



Sigo viva y espero que Teresa esté a gusto contigo. Ya sé que no está bien que no dé señales de vida durante tanto tiempo… Estoy bien.

Te quiero.

Julieta Eve Pope

5 comentarios:

  1. Charlie, ¿quién es Charlie? ¿Me he perdido algo o es que mi memoria está fallando otra vez? XD Me gusta cómo se apoyan el uno al otro :) Espero que todo vaya bien en esa comida con la familia.
    Muchos besos Jane
    PD: No soporto a Jess ¬¬

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  2. Jess es un zorrón.FIN

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  3. Me encanta!
    Elliot y Julieta son muy monos!
    Que asco Jess, la muy guarra, la odio!
    Quien es Charlie? Tengo mucha curiosidad...
    Muchos besos

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  4. Uy seguro que Elliot interpreta mal el mensaje de Carlie...
    Que mala es la Jess esa :(

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  5. Si eso, quien es Charlie?? Me ha encantado y lo sabes espero el siguiente pronto!

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