Sus piernas flaquearon al ser cegada por la luz que invadía
el portal del edificio. Se puso las gafas de sol, respiro hondo y fue directa
al amable portero de su edificio, Jerry. Estaba sola. Debía ser así, aunque
Elliot hubiera insistido hasta la saciedad en acompañarla, no podía hacerlo con
él. Pero necesitaba alguien en quien apoyarse si demasiadas manos se le echaban
encima.
Y eran demasiadas. De repente, hubo un murmullo terrible en
el exterior, provocado al verla. Jerry sonrío con tristeza.
-Siento
mucho la que se ha armado-Se disculpó viendo el revuelo.
-No
pasa nada, señorita Pope.
-Necesito
que dejes de ser portero unos minutos, para ser mi guardaespaldas-Le dijo
Julieta con una sonrisa. Él hombre asintió y ella se agarró de su brazo.
Los flases la dejaron paralizada un momento al salir del
edificio. Oía muchas voces juntas, todas ansiosas de saber, las luces de sus
ojos no le permitían definir todas las figuras de su alrededor. La situación
era agobiante. Miró hacia el suelo y por primera vez se arrepintió de estar en
ese lugar, de haber salido de su cama. Pero entonces, Jerry levantó la mano y
les rogó con voz firme:
-Por
favor. No podrán oír lo que se les quiere decir si hablan todos a la vez.
A Julieta no se le daba bien hablar con la prensa, así que
procuró pensar que estaba en un juicio y que tenía que convencer al jurado.
Así, era incluso fácil.
-Señorita
Pope, ¿Cómo se encuentra?-Dijo una voz femenina a su derecha.
Segundos después, micrófonos y grabadoras se agolparon
alrededor de su cara.
-Estoy
intentando hacer frente a mi enfermedad lo mejor que puedo. De hecho, creo que
saldré de esta con ayuda de mi familia y sobre todo, de mi prometido, Elliot
Evans. El cáncer está ahí... Controlado. Mi embarazo… Porque bueno, creo que
todos ustedes han dado cuenta de ello-Bromeó. Hubo un murmullo generalizado de
risas- Mi embarazo va muy bien, estoy casi de casi seis meses-Su voz se apagó
momentáneamente y tuvo que coger aliento para seguir-Es, es difícil… Así que os
pedimos respeto y sobretodo, apoyo-Les dedicó una amplia sonrisa. Todos la
escuchaban embobados-Gracias a todos por vuestra amabilidad, les mantendré
informados.
Costosamente, dio la espalda a todo ese gentío con ayuda de Jerry. No cesaron de llamarla y de hacer preguntas, que ya no estaba
dispuesta a contestar.
-Lo ha
hecho usted muy bien, señorita Pope.
-No me
quedaba de otra-Contestó cansada- Gracias.
Se metió en el ascensor, jadeante y se apoyó en la pared
mientras ascendía. Repasó mentalmente lo que había dicho para asegurarse de que
había estado “correcta” y se observó en el espejo. Se quitó las gafas de sol y
con tristeza, examinó su reflejo descuidado y enfermizo.
-Ya
está-Dijo al entrar y se lanzó sobre los brazos de Elliot, que la esperaba
impaciente junto a la entrada.
Deseaba sentirle, sin importar que estuviera enfadada con él
<< ¿Acaso importaba eso ahora?>> y la respuesta, pareció muy clara
<<Claro que no>>. Así que se permitió el lujo de sentir, convencida
de que iba a dejar de hacerlo cuando fuera doloroso. Lo abrazo con fuerza y se fundió con sus
labios. Era la primera vez en meses que le besaba, pero eso lo hacía incluso
más dulce, y más cálido de lo que era capaz de recordar.
Cuando se separaron, Elliot le rodeó el rostro con sus manos
y la examinó.
-Ha
sido muy valiente enfrentarte a ellos ¿Qué les has dicho?
-Ahora
no… Te lo contaré cuando logre recomponerme un poco.
-Teresa
está haciendo la cena. Le he dicho que hiciera algo de pasta para ti. Llevas
días sin probar bocado-Le dijo. Ella suspiró y agarró sus manos.
-No
tengo mucho apetito.
Entonces, posó sus ojos en un precioso carrito de bebé y un
enorme pato de peluche que descansaban en la entrada.
-¿Qué…?
¿Qué ha pasado aquí?-Preguntó sonriente.
-Son
algunos de los regalos que te han hecho. Bueno, para el bebé. Estos vienen del
bufete.
Y de repente, sus ojos se empañaron. Le escocían mucho a
causa de las lágrimas, pero lo que notaba no era tristeza. No lloraba por eso.
-Elliot,
esta mañana me desperté cuando aún era de noche… Y pensaba que me encontraba
mal, pero…-Comenzó a decir.
-¿Por
qué no me has llamado?-La cortó él, alarmado.
-Calla.
Estoy bien-Sonrió y le dio la mano-Es el bebé, ha estado moviéndose mucho. Es
tan raro que pensaba que algo iba mal. Soy imbécil.
Elliot se aclaró la garganta y también saboreó la emoción,
preguntándose cómo habían llegado hasta allí. Hasta ese momento en el que, como
una pareja normal, se alegraban por algo tan sencillo.
-Nena,
no eres imbécil… Pero sí una madre primeriza.
Entraron en el salón, dónde Helen, Alice y Charlie conversaban
acomodados en los sofás de piel. Todos examinaron a Julieta al entrar,
preocupados porque su encuentro con la prensa hubiera salido mal. Ella se sentó
justo enfrente y suspiró.
-Ha ido
bien, no os preocupéis- Les informó e hizo una mueca de dolor al notar la
pesadez de su espalda.
-Espera…-
Murmuró Elliot y no tardó en ponerle un cojín detrás.
Su mirada se cruzó con la de Alice que le sonrió un poco.
Después, Helen se abalanzó sobre ella para abrazarla.
-Cariño…
Nos tenías preocupados-Le acarició la cara y después el abdomen-Estás tan
delgada…
-Estoy
genial, aunque creo que debería volver a comer- Le sonrió y a Helen se le
iluminó la cara.
Entonces, Julieta reparó en Charlie… Tenía que hablar con
él. Estaba totalmente segura de lo que debía hacer, y aun así, le temblaron las
manos justo antes de dirigirle la palabra. Su hermano le imponía tanto como si
de su padre se tratara.
-Charlie…
Tenemos que hablar con mamá- Murmuró con miedo.
-Mamá…
Claro… ¿Por qué no la invitamos a merendar? Y ya de camino que nos cuente
¡Porqué narices ha tenido que meterse en nuestras vidas!
Julieta agachó la cabeza, vislumbrando como la mano de Alice
agarraba la de Charlie que tenía el puño cerrado y los nudillos blancos.
-Charlie…-Silbó
Elliot para que se calmara.
-¿Charlie…?
Mira Juliet, eres muy tonta si crees que esa mujer solo quería nuestro cariño
¡Te creía más lista! ¿O las hormonas te han vuelto tan sentimental que eres
incapaz de ver lo que tienes delante? ¡Nos abandonó y ahora quiere alimentarse
de tú fama!
Cada palabra era como un balazo que iba directo a su pecho.
Intentó permanecer entera y no llorar, porque no quería darle la razón y que
todos comprobaran lo que el embarazo le estaban haciendo.
-No ha
sido ella. Lo sé-Añadió con toda la firmeza que pudo conseguir, lanzándole una
mirada violenta a su hermano.
Él soltó una carcajada y se apartó del contacto de Alice.
-Lo
sabes… ¡NO, NO LO SABES! ¿No te parece extraño que el día que aparece alguien
informe a la prensa sobre que tienes cáncer? ¡No es una puta casualidad! ¡Se
han reído de nosotros!-Gritó y se levantó del sofá.
Julieta también lo hizo y ambos se quedaron frente a frente.
-No... Te equivocas.
-Claro y seguro que no quiere tu herencia tampoco. No voy a quedarme a ver esto.
-¿Qué?
¿Vas a enfadarte? ¿Vas a irte? Adelante…-Dijo Julieta con furia, rota por sus palabras.
Elliot estrechó el hombro de Julieta y agarró el brazo de
Charlie.
-Ya
está bien-les dijo.
-Vamos,
no deberíais hablaros así-Añadió Alice está vez.
Pero ninguno de los dos cambió su semblante.
-¿Quieres
que me vaya? Porque lo haré si sigues jugando a la familia feliz.
-¿Yo,
jugando a la familia feliz?-Las palabras se amontonaban en su garganta, como
una bomba de relojería que dañaba todo a su paso-Te recuerdo que eras el
primero al que le gustaba jugar a eso-Hundió su dedo índice en el pecho de
Charlie, amenazante y sedienta de venganza-¿Dónde estabas aquella noche? ¡¿Eh, Charlie?! ¿Estabas con
nosotros? ¡No! Yo no estaba bien para conducir…y tú...
-¿Qué?-Charlie frunció el ceño y se rió- ¿Cómo que dónde estaba? ¡Te recuerdo que yo no conducía ese choche! ¡Y que no
fui yo él que lo despeñó por un barranco! ¡Tampoco él que mintió a su única
familia por ser tan cobarde que no podía afrontar la verdad!
-¡Murió
por tu culpa! Si hubieras estado... Si no hubieras...
-¡NO!
Lo mataste tú. Y por eso no querías tratarte, por eso ignoraste tu enfermedad
hasta que apareció Elliot. Porque preferías morir a seguir culpándote el resto
de tu vida.
Al oír la última frase, una fuerza invisible azotó a
Julieta, que alzó la mano y le propinó una fuerte bofetada a Charlie. Esté giró
la cabeza y le sujetó del brazo, mirándola sorprendido. Ella jadeaba confundida
ante ese ataque de locura.
-Supongo
que me lo merecía-Dijo su hermano y le dio la espalda para dirigirse a Alice-Te
veo en el hotel.
-No,
espera… Voy contigo. Estás muy alterado para coger... el coche.
Cogieron sus cosas y se fueron sin decir adiós. Julieta
estaba paralizada, con los ojos abiertos como platos, de pie frente a un sofá
vacío. Los remordimientos fueron peores incluso que la rabia. La mano de Elliot
la empujó para que se sentara, entonces pudo sentir como esa fuerza que había
sacado la abandonaba. Ahora notaba los días que llevaba sin comer, las pocas
fuerzas que le quedaban y el cansancio que le había provocado ese encontronazo.
Helen y Elliot también estaban en trance por la discusión,
pero fue otro rostro el que logró que Julieta se acabara de derrumbar. Era
Teresa, allí de pie, inmóvil, sosteniendo una bandeja de sus deliciosos
canapés.
Y lo único que pudo preguntarse fue qué había hecho.
Su pechó empezó a subir y a bajar con más intensidad,
hiperventilando como secuela al dolor que la estaba cegando al recordar las
cosas horribles que se habían dicho. No había vuelta atrás.
Pensar que le había perdido era incluso peor.
-¿Qué he
hecho…? Dios mío… -murmuró, incapaz de encontrar oxígeno para sus pulmones-No...no puedo respirar.
Elliot la cogió de los hombros y la obligó a mirarle.
-Tranquila.
Ya está. Imita mi respiración. Coge grandes
bocanadas de aire y suéltalas poco a poco-Le ordenó con cautela, hasta que la
crisis disminuyó, momento en que ella rompió a llorar en sus brazos.
-¿Qué
he hecho?-Sollozó Julieta-Nunca… Teníamos… que haber… hablado… de esto.
-Jul,
por favor…
-No
puedo, Elliot. Tiene razón… Lo sé. Lo hice yo…
Teresa se arrodilló a su lado y le cogió las manos.
-Fue un
accidente. Ni Charlie ni tú tuvisteis la culpa.
-¡Teresa
yo lo sabía! ¡Sabía que algo iba mal!-Gritó y se apartó de ella, volviendo a jadear-Todo va mal…
Todo… ¿Qué he hecho? No puedo seguir...
Elliot desapareció y trajo un maletín consigo, del que sacó
una aguja con líquido transparente.
-¿Ves
esto?-La puso a la altura de los ojos de Julieta-Si no te tranquilizas voy a
tener que inyectártelo para que te calmes del todo. No quiero tener que hacer
nada por las malas, nena.
Así que suspiró y asintió varias veces, porque él tenía
razón. Se estaba comportando como una loca descontrolada.
-Ya
estoy bien-Murmuró abochornada al cabo de unos segundos- Tengo que ir al
baño-Elliot la cogió del brazo para acompañarla, pero Julieta lo detuvo-Al
baño.
-Yo la
acompaño-Dijo Teresa y Elliot accedió. Las dos desaparecieron por el pasillo y
se encerraron en el baño principal-Niña, ya verá que todo se soluciona. Charlie
es muy testarudo y usted incluso más que él, pero son hermanos.
Julieta se sentó en el borde de la bañera y se tapó la boca
con la mano.
-Lo
estropeó todo, Teresa. Mira a Elliot, seguro que su vida era sencilla hasta que
llegué yo. Y ahora está muerto de miedo. Y no le culpo… Yo también lo estoy,
aunque no por mí, sino por los dos.
Teresa se sentó a su lado y le rodeó los hombros.
-Nadie
te pide que seas de piedra, cariño. Tienes derecho a tener miedo.
-Ya… Aun
así, no puedo permitírmelo. Alguien quiere hacernos daño-Explicó en voz baja.
-Pero ¿Quién querría haceros daño?-Susurró Teresa con temor.
-Alguien
que piensa que voy a quedarme como si nada. Pero no me conoce…
-No
hables así, niña. Tú tienes que cuidarte, descansar y no preocuparte por esas
cosas. Seguro que lo de la prensa fue alguien del bufete o quizás un médico del
hospital…
-No
creo en el azar.
La frialdad de su mirada congeló la sangre de Teresa que le dio
unas palmaditas en el hombro.
-Tonterías.
Ya verás que ha sido solo mala suerte… Ya lo verás. Y ahora vamos a cenar... ¡Nunca te había visto tan delgada! Ese bebé necesita nutrirse- Se puso en pie
sonriente y tiro de su mano.
-Claro…
Vayamos a cenar…
Pero sabía que nada de lo que le había dicho Teresa, en un
intento de calmarla, podía ser cierto. El nudo se hacía más y más enrevesado y
lo único claro en todo esto era lo que Julieta ya sabía. La rabia le permitió
ver con claridad la situación en que se encontraba; Su vida era ahora un evento
púbico y alguien deseaba que fuera así. Y
esa persona deseaba la destrucción de Julieta Pope.
achhhhh quien pudo ser ???
ResponderEliminarno salen de una cuando les viene otro problema :-(
excelente capítulo y mucho mejor que han sido muy seguidos :-) y esperando el próximo !!!!!
Hola soy la escrotora del blog: lavidadeclove.blogspot.com quiero decir que tu blog es genial bueno y que haber si podrias echar un vistazo al mio
ResponderEliminarBesitos
Creo que Charlie se ha pasado un poco (mucho) con Julieta, que entre el embarazo y lo de la prensa ya tenia suficiente. Quiero saber quien ha filtrado la noticia, creo que ha sido alguien cercano a la familia. El capitulo es genial.
ResponderEliminarUn beso enorme
Te he nominado a unos premios en mi blog. Pasate!!!
ResponderEliminarhttp://restart-my-life-again.blogspot.com/2013/07/lovely-blog-awards.html
Besos!!!!!!!!!!
No me creo que Julieta se encuentre en esta situación. O sea, ¿hola? POBRECITA. ¡¿QUIÉN EN SU SANO JUICIO QUERRÍA HACERLE ALGO ASÍ?!
ResponderEliminarDespués de ese pequeño inciso... paso a decirte que: ASREFGDHTRTEGFJYGREJFGRJFGJRGWFHJTR PERFECCIÓN DFTEHFGHREGFHGR En serio. Nunca sé que decirte que no sepas ya, al menos viniendo de mí; me encanta, como absolutamente todos los capítulos (sí, incluyendo tu anterior historia, Como el atardecer en primavera, la cual NO he olvidado.) Me encanta la forma de expresar lo que sienten los personajes y de describir las situaciones... Es que lo adoro todo.
Y lo último que te digo es que espero que el siguiente llegue pronto, porque estoy segura de que no es sano tener tanta intriga :)))))
Un besazo, Jane. <3