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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo 33






Aquel 23 de marzo, Julieta apagó la televisión de su habitación a las 5:45 de la madrugada. Llevaba horas viendo las noticias desde la cama, cambiando de vez en cuando de un canal a otro. Elliot dormía profundamente en el sillón que había colocado auxiliarmente para estar más cerca de ella, y en el que había permanecido horas y horas, pese a no ser muy cómodo, durante las últimas dos semanas. Julieta observó la postura en la que quedaba su cuello y no pudo evitar sentirse mal.

Aún no habían dormido juntos de nuevo. Y no era por el hecho de que Julieta estuviera dolida por “aquellos tres asquerosos meses”, sino porque la última semana y media había sido un desastroso, agonizante y lento infierno en el camino empinado de la quimioterapia. Lleno de nauseas, cansancio y ayuda indispensable durante día y noche. La última sesión había sido, sin lugar a dudas, la peor desde que había decidido comenzar

Pero esa noche (Después de una tarde en la que cualquier sonido, roce o movimiento le resultara molesto), se encontraba mucho mejor.


Se esforzó en ponerse en pie, calculando uno a uno los movimientos de su cuerpo, intentando que no resultaran lo bastante violentos para acabar con la calma. Tosió un par de veces para despertar a Elliot sin sobresaltarle, pero no se movió. Tenía la boca entreabierta y de la comisura de sus labios caía un fino hilo de baba que resultaba inocente y graciosa. 

Así que tosió más fuerte, lo que provocó que su cabeza diera vueltas y se quejara con un dolor constante sobre las sienes.

Elliot pegó un saltó y, como un acto reflejo, cogió del suelo la palangana vacía y la llevó hasta el pecho de Julieta.

                -¿Estás bien? ¿Estás bien?-Preguntó descentrado, cogiendo los hombros de Julieta. Frunció el ceño al mirarla con detenimiento. Julieta esbozó una sonrisa.

                -Estoy bien, tranquilo.

Él suspiró y dejó escapar un gruñido, volviéndose a echar en el sillón.

                -Me has asustado-Admitió. Ella negó con un gesto y luego ladeó la cabeza-¿Quieres ir al baño?

Se dio cuenta de que llevaba varios minutos aguantándose y que su vejiga estaba en los límites de su capacidad.

                -Sí.

Nada más pronunciar ese monosílabo, él ya estaba de pie, rodeando su cadera.

     -Elliot…Puedes acostarte en la cama-Dijo Julieta mientras arrastraba su cuerpo hasta el baño.

                -No quiero molestarte.

                -La cama es muy grande…

                -No lo es.

Julieta bufó y apretó la mandíbula. Se deshizo de su brazo y permaneció frente a él, observándole fijamente con ojos tristes.

                -Me da igual. Quiero… No. Necesito, que te metas en la cama conmigo. Tengo insomnio por dormir por el día tantas horas y lo… Lo único que me reconforta es escuchar de nuevo tu respiración en mi oído, tu calor en el colchón-Se hizo el silencio y Elliot apartó la mirada-¿Te doy asco? ¿Pena? ¿Es eso? Ya sé que he perdido peso… Si es eso, lo entiendo… Pero…

                -Deja de decir gilipolleces-Respondió él y se acercó para besarla, cogiendo su barbilla con su mano, hasta que sus labios se juntaron unos fugaces segundos-Me da miedo hacerte daño si me muevo. Estás… Algo delicada.

<<Tan delicada que no puedes dormir en nuestra cama>>

Sintió asco e intentó olvidarse del nudo, ese nudo que amenazaba con deshidratarla con cada frase o palabra absurda que decía Elliot y que, en el noventa y nueve por ciento de las ocasiones, cabía la manera de encontrar una connotación negativa, aunque no la tuviera 

<<Hormonas de mierda-Pensó, apartando ese pensamiento,>>.

Entraron en el baño, dónde ambos intentaron pasar desapercibidos por el espejo de luz blanca que no hacia más que enfriar los ánimos.

                -¿Sabes? No creo que me duerma a estas alturas-Se limitó a decir Julieta, quitándole importancia al asunto.

                -Yo tampoco voy a dormirme ya, quizás vaya a dar un paseo…-Murmuró él, desatando el nudo del pantalón del pijama de franela.

                -Ya puedo yo… -Forcejeó con las manos de Elliot hasta deshacerse de ellas y se bajó el pantalón.

La guerra entre la debilidad y preservar las acciones que ella misma podría llevar a cabo, no se inclinaba en su favor. Aunque lo intentaba y se aferraba con uñas y dientes a la negación de la pérdida del poder en ella misma, los últimos días se estaba dando por vencida. Y el enfermero que había reencarnado a Elliot no ayudaba.

                -Me muero de hambre…-Soltó de repente, y hasta a ella le pareció raro que tuviera apetito.

Elliot abrió los ojos como platos y la observó con ojos brillantes.

                -¿En serio? ¿Tienes hambre?-Su gesto de felicidad era grandioso.

                -Creo que sí-Susurró al mismo tiempo que sus tripas rugían- Me apetece un chuletón a la pimienta y… Creo que pasta, o quizá un helado de coco y tarta de chocolate… No estoy segura.

Elliot la abrazó con fuerza, levantando su cuerpo del suelo y le besó la mejilla.

                -Te haré lo que quieras, nena… Y rezaremos porque tu cuerpo ingiera un puto trozo de comida más de tres segundos. Después llamaremos a la prensa y se lo contaremos: ¡La preciosa Julieta Pope come después de los constantes esfuerzos de su heroico amante! -Bromeó y ella soltó una carcajada. La cogió en volandas e imitó el acento de Mathilde-A la cocina pues.


Después de que Elliot estuviera una hora en la cocina, en la mesa había más platos de los que Julieta podría comer en un mes. Carne, pasta, ensalada y tarta…

                -¿Te has pasado o quieres engordarme y pasarte al canibalismo?-Preguntó Julieta, engullendo la carne.

                -Se me ha ido un poco de las manos. Pero procura comer despacio, no quiero que en unos minutos...-Hizo un gesto de asco- Ya sabes.

La miraba maravillado, justo enfrente de ella, hasta que fue demasiado incómodo.

                -Deja de mirarme así…

                -No puedo-Respondió él, sin cambiar su gesto.

                -¿Por qué?

                -Porque ayer por la tarde creí que no ibas a aguantar toda la noche respirando. Hubo un momento es que te vi demasiado débil para estar en casa.

Su corazón se encogió y sintió que los remordimientos iban a desbordarla.

                -Oh, Elliot…-Dijo compungida-Solo dormía. No me encontraba tan mal. Era cansancio.

                -Aparte de ser médico soy un familiar… Supongo que me toca esto.

                -¿El qué?

                -Entender cosas que no entendía siendo un médico. Por ejemplo, la constante, abundante y alarmante preocupación de la gente. Por eso no es bueno que un médico atienda a sus seres queridos, porque su juicio queda parcialmente anulado… por el amor.

                -Pero tú eres una excepción-Le corrijo Julieta y le tendio la mano. Elliot se acercó y se la estrechó.

                -Ya… Por eso tenemos a Mathilde-Repuso él.

                -Mi doctora, Mathilde.

                -Tú única doctora. Yo soy sólo su ayudante.

                -Claro. Sólo eso… Y mi enfermero a jornada completa- Dijo en voz baja- Gracias.

Comió más de lo que ambos hubieran imaginado, incluso Elliot ayudó con gusto a acabar el plato de raviolis, a pesar de que a esas horas lo normal sería café, cereales o huevos revueltos. Después, se sentó en el sofá y Julieta se tumbó a su lado, apoyando la cabeza en sus piernas. Pusieron un programa documental sobre genios de la historia inglesa, ese episodio, repasaba la biografía de Isaac Newton. A los minutos, y aunque el programa era interesante, el sueño venció a Julieta. Un sueño diferente al distante y profundo de los últimos días, como si volviera a disfrutar el abrazo de la oscuridad.


Al cabo de unas horas, Julieta se levantó sobresaltada por un fuerte estruendo. Elliot, que también se había quedado dormido, se removió y abrió los ojos. Ella esperó a volver a escucharlo, pero lo único que escuchó fue el ruido de los cajones en la cocina y un lamento;

                -¡No puedo creer que hayáis puesto mi cocina así!-Gritó enfadada la voz de Teresa.

Elliot la miró y le guiñó un ojo, divertido.

                -Voy a ayudarla… ¿Estás…?

                -Perfectamente, los dos estamos procesando la puta comida.

Su portátil estaba sobre la mesa pequeña. Hacía semanas que no lo había abierto. Ni su correo, ni su móvil, ni las noticias… Ni nada procedente del exterior. Se encontraba tan mal que se había permitido desaparecer ese tiempo hasta reestablecerse, y aunque era confiar demasiado en la suerte, que ya fuera así por solo digerir un poco la comida, empezó a intrigarle demasiado la idea de conocer. Abrió el portátil. 

Pulsó el botón de encendido y suspiró << Primer paso >>. A continuación, abrió su correo y no se sorprendió al ver más de doscientos correos sin leer << Segundo paso >>. Clicó sobre el primero, de Anna Simmons, su secretaria, que se desplegó dando lugar a un denso texto en letra cursiva <<Tercer paso >>


                Querida jefa;

                Espero que su ausencia se traduzca en que está usted recuperándose del todo. Todos aquí estamos cabizbajos desde que nos enteramos por la prensa. Aunque de primeras, nos negamos a creerlo, pero cuando la vimos a usted ocupando la pantalla del televisor de la sala de recreo, fue un duro golpe para todos. Que sepa que nada de esto está afectando al bufete, que sigue rindiendo a su ritmo normal, inclusive hemos ganado algunos casos muy importantes gracias a su desafortunada popularidad.

Desde Pope y asociados le deseamos una pronta recuperación.

Espero que le hayan gustado los regalos.

Atentamente; Anna Jena Simmons, secretaria de Julieta Eve Pope.


Julieta inhaló una bocanada de aire y abrió otro correo, esté era de su socio Robert Smith, el alto mando del bufete en su ausencia. Para nada era un correo como el anterior, sino que se limitaba a hablar de trabajo y adjuntaba algunos de los documentos que quería que ella misma revisara y a continuación, le deseaba suerte en su recuperación.


Unos diez correos más tarde, decidió que era el tope de correspondencia que podía revisar y echó un vistazo a otro icono que parpadeaba constante en su escritorio, y que se había esforzado en ignorar <<Noticias. Cuarto paso>>

Inmediatamente se topó con una foto de ella misma, con gafas de sol, rodeada de micrófonos. Se estremeció al verse en nada menos que en la página del New York Times y cerró el portátil. No quería leer el artículo y descubrir cómo se habían desmenuzado una a una cada letra de las palabras de su comparecencia, cómo se fantaseaba con su vida y se inventaban trágicos finales entre los comentarios del muro de la noticia. Era demasiado.

                -¡Elliot!-Lo llamó. Apareció a los tres segundos, sosteniendo un trapo de cocina.

                -¿Qué? ¿Necesitas…?-Empezó a decir.

                -Un baño… ¿Está enfadada Teresa?-Preguntó preocupada.

                -No, para nada… Como va a estarlo si después de tres horas, parece que has aceptado la comida.

Se entristeció al saber que el motivo de la felicidad de Teresa y su novio era las acciones de su derrotado sistema digestivo, pero sonrió y elevó el brazo con el puño cerrado, golpeando el aire en señal de victoria. 

En ese momento, Teresa entró y se abalanzó sobre ella, abrazándola con tanta fuerza que Julieta sintió que iba a acabar con sus costillas.

                -Mi niña, que buena cara tienes-Sin venir a cuento, comenzó a llorar y volvió a abrazarla.

                -No… Por favor, no llores, estoy bien-Murmuró Julieta.

                -No. Tranquila, que son lágrimas de felicidad. Voy a ir a comprarte una buena caja de Macarons, de esa confitería francesa que te encanta-La besó con fuerza en la mejilla y se colocó el abrigo y un bolsito de cuero rojo-Volveré más tarde. Tengo… Tengo que…. Comeré fuera.

Ese titubeó junto con su gesto nervioso le confirmaron a dónde iba a comer Teresa.

                -Vas a casa de Charlie-Notó que se abría la brecha al decir su nombre-No pasa nada… Llevas un par de semanas sin verle. Le gustará.

                -Tenéis que hablar… Tenéis que pediros perdón el uno al otro.

                -Todo a su debido tiempo. Disfruta del paseo-La cortó Julieta. Le sonrió y la siguió con la mirada hasta que su rechoncha figura desapareció.

                -Jul… Tengo que contarte algo-Dijo Elliot y se sentó en el borde de la mesita de madera. Le cogió las manos y las sostuvo entre las suyas-Charlie vino el martes, con Henry… Pero ni siquiera le dejé que subiera. Llevabas mucho tiempo dormida y habías pasado mala noche… Lo siento, nena.

Julieta negó con la cabeza. Claramente no podía enfadarse con Elliot, lo había hecho por ella.

                -No pasa nada, era lo más sensato. Yo no estaba en condiciones de ver a nadie. Por cierto, ¿Él y Alice…?

                -Sí… Viven juntos desde hace tres semanas. Fui el último en enterarme.

                -¿Cómo que no lo sabías? Pero sí…-Comenzó a preguntarse, pero se paró en seco al recordar “aquellos tres asquerosos meses” y vio como crecía la sombra en los ojos azules de Elliot.

Se acercó a él y le besó la frente.

                -Necesito un baño, enfermero.

Eso era lo mejor de no tener fuerza en las extremidades, que disfrutaba de relajantes baños de espuma y de que Elliot le lavara el pelo y le frotara la espalda hasta que el agua estuviera tibia o se quedara medio dormida de placer. Y esa vez, más deliciosa que todas las anteriores.

                -Mi madre ha llamado-dijo Elliot, envolviendole el pelo en un toalla-Quiere que vayamos a comer. Dice que hay un sol radiante y que han puesto una pequeña carpa en el patio. Solo estaremos los cuatro. Cree que te sentará bien salir ahora que tienes fuerzas.

<< Ahora que tienes fuerzas>> Resonó en su cabeza varias veces.

                -Claro, será estupendo.

                -Tenemos la silla de ruedas por si…

Y como cada vez que oía nombrar ese artilugio, se puso tensa y lanzó a Elliot una mirada de odio.

                -No-Sentenció Julieta, con voz firme.

                -Bien, bien… Sólo es un artilugio para no cansarte. No te pongas a la defensiva-Protestó Elliot.

                -No quiero discutir Elliot. Obviaré lo que has dicho y disfrutaré del tiempo que me queda en la bañera-Añadió en tono burlón y ladeó la cabeza con orgullo.

                -Idiota…-Susurró él en su oído y le mordió el lóbulo de la oreja.

                -Me encanta que hagas eso…

                -¿De verdad quieres que vuelva a dormir contigo?-Preguntó, hundiendo sus besos en el cuello de Julieta.

                -Sí…

                -¿Me has perdonado?-Está vez los besos se centraron en su espalda, siguiendo el camino que marcaba su columna vertebral.

                -Sí…- Casi gimió con el escalofrió que le recorrió el cuerpo.

                -¿Seguro?

                -Elliot Evans… Necesito que dejes de hacer eso porque no tengo fuerzas para arrastrarte dentro del agua y besarte.

Elliot atrapó su rostro con fuerza y comenzó a besar sus labios con suavidad, aumentando la velocidad con cada roce. Julieta notaba que su corazón aumentaba de velocidad, que estaba más sana que nunca y que ese frenesí era el que acabaría de arreglar su maltrecho cuerpo. Pero entonces, como un fogonazo rápido, el frenesí se apagó. Perdió las fuerzas y puso la mano en su camiseta húmeda para que parara. Sus ojos se estaban nublando y respiró hondo para calmarse.

                -Es… Una… bajada… de azúcar.

Elliot la sacó de la bañera con sus fuertes brazos y la envolvió en la toalla.

                -No pasa nada. Voy a traerte una galleta.

Se quedó sentada en el suelo del baño, esperando la galleta y recuperando el aliento. Mientras lo hacía, escuchó el teléfono de casa, pero pronto el ruido dejó de oírse. Descansó la cabeza en el borde de la bañera, hasta que Elliot volvió a los minutos. No llevaba ninguna galleta y su gesto consiguió que a Julieta se le helara la sangre. Estaba pálido.

               -Es… Es Teresa.

             

3 comentarios:

  1. Jane, que has hecho esta vez? Porque ha acabado asi el capitulo?
    El capitulo me ha gustado, por fin come Julieta. Y perdona a Elliot, le perdona!! Es genial!!
    Un beso

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  2. Empezaré con el primer capítulo a la voz de ya, se ve bastante interesante la novela.
    ¡Besos!

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  3. ahora que pasó !!!!!
    primero que Julieta pueda probar bocado excelente por el bebé y por ella segundo la reconciliación entre Elliot y Julieta (ya se habían tardado) hasta ahí todo bien pero por que nos haces sufrir con el final del capítulo nos dejas intrigadas jajajaja como digo siempre esperando el próximo capítulo que espero sea pronto como los has estado subiendo últimamente :-) y muchas gracias por tomarte el tiempo para tus lectores....

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