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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

viernes, 26 de julio de 2013

Capítulo 34





                 
 << Teresa está en el hospital >> Era lo único capaz de asimilar repetidamente en su cabeza, como una grabación. Estaba en una especie de trance en el que no sabía cómo actuar. Elliot le había ayudado a vestirse sin dejar de murmurar una frase; << No pasa nada >>. Pero aquello, no le hacía más que pensar que era absurdo. Todo. Elliot, ella, su cáncer, los accidentes…

Mientras estaba sentada en uno de los sillones de la sala contigua a la UCI, se fijó en su ropa. Llevaba un pantalón gris de Chándal muy holgado,  una sudadera azul que no recordaba haberla visto nunca y sus habituales converse. Suspiró avergonzándose del aspecto que tenía  y miró a Elliot, que estaba a su lado y le agarraba la mano. Tenía la mirada perdida en el suelo y sus facciones parecían más duras que de costumbre.



                -¿Por qué me he vestido así?-Le preguntó en voz baja. Él frunció el ceño y se encogió de hombros-Parece que llevo un pijama.

                -Julieta… ¿Qué importa? Es un hospital-Respondió él y se dirigió a Charlie que escuchaba la conversación.

El hermano de Julieta estaba también allí, de pie frente a ellos. Tanto él como Elliot la miraron extrañados.  

<<Es absurdo. Lo sé>>

                -¿Estás bien? ¿Quieres ir al baño?-Le preguntó Elliot.

Julieta se levantó. No podía aguantar las ganas de explotar y desahogar lo que llevaba tiempo reprimiendo. Fue corriendo hasta el pasillo más desierto hasta el que pudo arrastrar su cuerpo y apoyó las manos en la pared. Comenzó a sollozar, con muchas ganas, temblando y sudando al mismo tiempo.

                -Ya está...-Susurró Elliot que fue tras ella, junto con Charlie. Le rodeó los hombros y los acarició con suavidad.

Ella se dio la vuelta y los miró, lo que provocó que el llanto saliera con más fuerza.

                -¡Es absurdo! ¡La han atropellado! ¡¿Cómo mierda la han atropellado?!-Gritó, perdiendo los nervios.

                -Relájate, Juliet-Le ordenó Charlie.

                -No puedo… No quiero relajarme.

Se hizo al silencio cuando un hombre trajeado se acercó a ellos. De unos cincuenta años, calvo y ojeroso, que andaba con dificultad, ayudándose de una muleta.

                -¿Son ustedes familiares de Teresa Torres?-Preguntó cuándo llegó a ellos. Los tres asintieron-Me llamo Carl Setter, policía de Nueva York. Siento mucho lo que ha ocurrido y espero que los médicos puedan hacer algo por ella.

                -Gracias-Contestó Charlie secamente.

                -Todo apunta a que el atropello fue un ajuste de cuentas. El conductor de la furgoneta se dio a la fuga y según las imágenes de la cámara del hotel que recogió el incidente, la matrícula era falsa… ¿Sabían sí…?

                -¿Qué? ¿Un ajuste de cuentas?-Lo cortó Julieta y rio nerviosa, sin dar crédito a lo que oía-¡No! ¡Claro que no! Es… Es imposible ¿Creen eso porque es hispana o algo parecido?

Elliot le rodeó la cintura y la atrajo hacia él.

                -Siento si ha pensado que me refería a eso, ¿señorita…?

                -Pope. Y sí, se ha referido a eso-Bufó y se llevó las manos a la cabeza. Casi no podía mantenerse en pie y no quería montar un número-Discúlpeme, señor Setter…

Se giró, dándoles la espalda, buscando un sitio dónde recuperar el aliento. Y allí estaba, burlándose de ella y de la absurda situación. Una silla de ruedas vacía. Fue hasta ella y dejó caer su cuerpo, que tenía la impresión de que cada vez pesaba más. Se enjuagó las lágrimas con la manga de la sudadera y respiró profundamente. Los párpados comenzaron a escocerle y su cabeza daba vueltas junto con todo el hospital.
Tenía la horrible sensación de que la cuesta cada vez se hacía más empinada y que no iba a poder superarlo. Y ahora, Teresa estaba debatiéndose entre la vida y la muerta por un ajuste de cuentas. Le resultaba completamente absurdo lo que había dicho ese policía. Era Teresa y la conocía desde siempre. Era como una madre que se dedicaba a hacer comida deliciosa y facilitarle la vida con ese cariño incondicional.

<<Imposible>>

Además, no podía imaginar un mundo sin Teresa.

                -Nena… ¿Cómo estás?-Preguntó Elliot, que se agachó junto a la silla y le sonrió con ternura.

                -Cansada… Tengo sueño.

                -Tengo un sitio perfecto para que duermas un rato.

Empujó la silla hasta una de las salas de descanso para el personal de esa planta, en la que había dos literas sin ocupar.

                -He hablado con la enfermera. Me quedaré contigo hasta que despiertes.

Le costó trasladarse a la cama. Cada centímetro de su cuerpo se quejaba para que se estuviera quieta. Hizo un gesto de dolor y apretó el hombro de Elliot, que paró y la miró a los ojos.

                -No pasa nada, nena.

                -¿Y Teresa, Elliot? Si empeora y yo estoy aquí…

                -Será igual que si estás allí. Charlie nos informará si hay cambios. Pero cariño, tienes que volver a casa pronto. No puedes quedarte aquí mucho tiempo.

Se encogió de hombros. No quería discutir, pero tampoco estaba de acuerdo. Por esa noche, lo dejó estar.
Cinco horas más tarde, Teresa seguía inconsciente y su vida ya no corría peligro. Estaba bastante magullada, pero no tenía daños cerebrales. Aquella noche, había dormido en la litera de la sala de descanso, acarreando aun pequeñas secuelas de la quimio, hasta que empezó a darse cuenta de que Elliot tenía razón.

Tenía que volver a casa.

*

Un baño, cena completamente digerida y ocho horas de sueño después, se despertó y le pidió su teléfono a Elliot, que lo guardaba a buen recaudo en uno de los cajones de su escritorio.

                -¿Qué vas a hacer?

                -Tengo que llamar a los hijos de Teresa… Querrán que vuelva con ellos cuando se recupere-Explicó a Elliot y encendió el teléfono.

Nada más hacerlo, apareció en rojo el icono que indicaba que tenía un mensaje de texto. El número era desconocido, lo había recibido el día anterior al accidente. Lo abrió intrigada y leyó su contenido.

El pánico le recorrió la espalda en un escalofrió.

                << Cuida a todo aquél al que le tengas cariño >>

Ahogó un grito y se llevó las manos a la boca, horrorizada. Le pasó el teléfono a Elliot que lo leyó y negó varias veces con la cabeza.

                -¿Qué mierda es esto?-Susurró en voz baja.

                -Elliot… Dios mío. Dios mío… ¡Es por mi culpa! ¡Teresa está así por mi culpa!

El miedo la sobrepasó. Estaba tan asustada que no acertaba a imaginar qué debía hacer ahora, tan aterrorizada que sólo podía temblar. Deseaba despertarse de la pesadilla y vislumbrar una realidad diferente a la que la estaba viviendo.

Elliot la abrazó con fuerza, conteniendo los fuertes sollozos que acabaron por convertirse en gritos de horror y forcejeos hasta que finalmente, se tradujeron en un motivo para perder la consciencia.


*

Desde ese momento, no se separó de Teresa. Se pasaba los días en su habitación del hospital, cuidándola y dándole conversación. Pronto, ese reducido lugar se convirtió en una improvisada vivienda para ella. Comía, dormía y hacía vida allí, lo que no facilitaba las cosas a Elliot.

La policía no dio mucha credibilidad al mensaje de texto ni a las conjeturas sobre que aquel episodio tenía que ver también con las filtraciones a la prensa. No eran más que sospechas de una mujer con un tumor cerebral con antecedente de alucinaciones… Y eso era parecido a tomar la opinión de un niño como algo sólido.

No quedaba más que aguantar y rezar porque nadie resultara herido. Y eso es lo que hacía Julieta, temiendo las llamadas de alguien comunicándole que Charlie o Elliot estaban muertos.

Aquello, no logró separarla de él, de su amor que la cuidaba día a día. Al contrario, era lo único que la mantenía en pie, además del bebé, protegido y ajeno a toda aquella angustiosa situación.

Cada día Julieta se encontraba más fuerte, salvo por el hecho de que los dolores de cabeza, las hemorragias nasales y los desvanecimientos, aumentaban. Empezaba una cuenta atrás en la  que nadie estaba de acuerdo en si aguantaría o no hasta el final. Pero ella pensaba en el bebé y sabía que era más seguro esperar para operarse, pese a la opinión de Mathilde y Elliot.



Teresa salió del hospital a las tres semanas. Milagrosamente, no le quedaron secuelas y estaba perfectamente sana. Lo único que había cambiado, es que la comida del hospital la había transformado en una mujer más delgada. Todo iba bien, y que no hubiera ocurrido ninguna tragedia durante ese tiempo, no hacía más que confirmar que había sido una pesadilla… Por ahora.

*

Abril.

Despertó en el sofá. Se había quedado medio dormida con un programa de cocina. Últimamente el sueño la importunaba a todas horas. Fue al despacho de Elliot, él estaba ocupado con los últimos informes del ensayo, que por suerte, había mejorado notablemente. Le dedicó una sonrisa al verla y se levantó de la silla.

                -¿Necesitas algo?-Le preguntó, llegando hasta ella.

                -Claro, doctor Evans. Lo necesito a usted-Bromeó y lo besó con dulzura en los labios-Por cierto, mi madre ha llamado esta mañana. Sí, después de un mes- Repuso ante el gesto incrédulo de Elliot-Dice que no tuvo nada que ver con lo de la prensa… Estaba preocupada por mí. Se enteró de lo de Teresa, pero con el odio que le cosecha Charlie, prefirió no acercarse. Me ha dicho que quiere venir hoy mismo a verme…

                -¿Y bien?

                -He aceptado.

                -Creo que haces lo correcto ¿Has pensando ya en lo que te hable anoche?

Julieta resopló cansada, poniendo los ojos en blanco y se cruzó de brazos.

                -No. Ya te dije que no… No quiero gafarlo.

                -Es sólo un nombre para el bebé, Julieta.

                -Elliot… Necesito verle antes de ponerle un nombre. Fin de la historia ¿No puedes esperar dos meses? Quizá sea menos…

Elliot rodeó su abdomen y se inclinó sobre él.

                -Tu madre es la mujer más horrible que conozco- Susurró Elliot-No quiere ponerte un nombre ¿No es cruel?

Julieta le dio un empujón y él soltó una sonora carcajada.

                -Eres idiota, Elliot Evans-Se quejó.

Él la agarró por los brazos y la besó con más fuerza. Julieta esbozó una sonrisa al separarse de él.

                -Puedes llamarle Bebé si quieres…

                -¡Qué original!-Exclamó Elliot alzando las cejas- Tengo turno… ¿Estarás bien sola?-Preguntó cogiendo su maletín de la mesa.

                -Mejor que bien. Le diré a mi madre que venga a comer.

                -Entonces, me quedo más tranquilo-Le besó la mejilla y le dio unos golpecitos en el abdomen-Nos vemos esta noche. Adiós, bebé sin nombre.

                -Bien… Te quiero-Lo vio alejarse por el pasillo, observando sus andares ligeros que tanto le gustaban-¡Tráete una pizza de la pizzería de al lado del hospital para cenar!

Elliot se asomó por la puerta antes de salir y le guiñó un ojo.  

Raramente estaba completamente sola. Así que, después de llamar a Emma, se permitió echar un vistazo entre los informes del ensayo, sabiendo que estaba muy mal hacerlo. Pero la intriga pesaba más que cualquier atisbo de remordimiento. Se sentó en la silla de Elliot y abrió una de las carpetas de cartulina amarillenta. Eran de un paciente: Jess Miller, de 56 años.

Comenzaba con la descripción, con la letra de Elliot, del tumor y los tratamientos a los que se habían sometido, que acababan con la operación. Afortunadamente, le había extirpado el tumor cerebral y se encontraba despierto y sin daños aparentes.

<<Sin daños aparentes>>

                -¿Aparentes? ¿Qué mierda quiere decir…?

Revisó otra. La mujer tenía ciertas dificultadas en el habla después de la operación, pero tampoco quedaba tejido tumoral.

                -Genial… Puedo olvidarme de hablar ¡Genial, doctor Evans!

Decidió que aquello no la estaba ayudando. Estaba mucho más feliz pensando que Elliot y Mathilde estaban mejorando el ensayo, no que mejorar significaba que los pacientes “No estuvieran en estado vegetal”
De repente, la sobresaltó el sonido de la puerta. Era Emma. Abrió y se topó con ella, que parecía distraída y era incapaz de dejar de sonreírle. Iba tan elegante como la última vez, con un vestido rojo entallado y una americana beige.

                -Julieta…-Dijo y se abalanzó sobre ella para abrazarla.

Le devolvió el abrazo y noto los sollozos de su madre en su hombro.

                -Emma… Me alegro tanto de que estés aquí.

Al separarse, su madre la observó de arriba a abajo, deteniéndose en su rostro. Pasaron al salón y las dos se sentaron en uno de los sofás de piel. Emma no dejaba de agarrarle la mano.

                -Estás muy delgada...

                -Lo sé… Lo sé. La última quimio me pasó factura.

                -¿Cómo estás ahora? ¿Y el bebé?-Preguntó con tristeza.

                -Él bebé genial… Yo muy bien, aunque preocupada porque son las doce y aún no tengo ni idea de que podemos comer.

Estaba muy nerviosa y no dejaba de sudar. La primera vez que vio a Emma acabó en el hospital y ese recuerdo no la reconfortaba.

                -¡Pero bueno, no sabes que soy cocinera! Veremos lo que hay en la nevera… Seguro que me puedo sacar algo de la manga.

                -Emma, siento mucho no haberte llamado… Que aquel día no fuese como quería… No quiero que pienses que Charlie es mala persona, él tampoco está pasando por su mejor momento y…

Su madre le acaricio la mejilla y ladeó la cabeza.

                -No pasa nada. Está bien-Se le quebró la voz y tragó saliva para seguir-Tú has estado muy ocupada, y con respecto a Charlie… Me imaginaba que podía tener una reacción así.

                -Cree que fuiste tú la que filtró mi enfermedad a la prensa. No quise aceptar que fuese cierto-Explicó con prudencia, temiendo que sus palabras pudiera herirla-Ahora no estoy muy bien con él… Tuvimos una discusión un poco fuerte.

                -Seguro que pronto se soluciona. Lo sé.

Asintió, pero le preocupaba que ya hubiera pasado tanto tiempo y sólo hubieran cruzado unas pocas palabras en el hospital, por simple educación. Ninguno daba su brazo a torcer.


Emma preparó una riquísima comida; Crema de calabacín y pollo con salsa de almendras. Julieta se quedó maravillada viéndola trabajar en la cocina con tanta soltura, haciendo que pareciera fácil elaborar los platos en un tiempo récord. Cada vez sentía más admiración por aquella mujer de pelo rubio que tanto se parecía a ella. Necesitaba pasar más tiempo a su lado y aprender todo lo que escondía su vida. Pensó que quizá se parecían mucho más de lo que pensaba, más allá del físico, y que las dos habían tenido infancias salpicadas por el drama.

Pasaron la tarde entera hablando, rellenando los huecos de sus vidas, sabiendo la una de la otra. Emma estaba emocionada con volver a quedar para que conociera a su familia. Así que hicieron planes… Planes que se estiraban a lo largo de los meses.


4 comentarios:

  1. Quien puede ser el que está haciendole la vida imposible a Julieta? Quiero saberlo ya, tengo mucha intriga.
    Espero que puedas colgar pronto
    Un beso

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  2. Bueno, ya vuelvo a estar al día pero la madre sigue sin caerme bien yo creo que tiene algo que ver con lo del mensaje y todo eso.
    La parte buena es que Julieta hace planes a largo plazo así que espero por tu propio bien que los pueda cumplir porque como no sea así...
    Besos ;)

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  3. Cielo! Me ha dado tiempo para leerme el anterior capítulo. No he podido antes debido a que estaba de vacaciones y no había internet. Pero bueno, a lo que voy. Pobre Julieta! A ver cuando no la incordian!

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  4. Vale, me he quedado sin palabras después de este capítulo así que a ver qué comentario me sale jaja Es que ha tenido de todo!! Tensión, un poco de drama, enternecedor, divertido... ¡everything! :O Y por eso me ha encantado ;)
    Por cierto, me ofrezco voluntaria para matar al que provocó el accidente de Teresa ¬¬
    De momento, en cambio, confío en Emma aunque no sé por qué me da a mí que tantos planes no son buenos... :(
    Muchos besos

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