<< Teresa está
en el hospital >> Era lo único capaz de asimilar repetidamente en su cabeza,
como una grabación. Estaba en una especie de trance en el que no sabía cómo
actuar. Elliot le había ayudado a vestirse sin dejar de murmurar una frase;
<< No pasa nada >>. Pero aquello, no le hacía más que pensar que era absurdo. Todo.
Elliot, ella, su cáncer, los accidentes…
Mientras estaba
sentada en uno de los sillones de la sala contigua a la UCI, se fijó en su
ropa. Llevaba un pantalón gris de Chándal muy holgado, una sudadera azul que no recordaba haberla
visto nunca y sus habituales converse. Suspiró avergonzándose del aspecto que
tenía y miró a Elliot, que estaba a su
lado y le agarraba la mano. Tenía la mirada perdida en el suelo y sus facciones
parecían más duras que de costumbre.
-¿Por qué me he vestido así?-Le
preguntó en voz baja. Él frunció el ceño y se encogió de hombros-Parece que
llevo un pijama.
-Julieta… ¿Qué importa? Es un
hospital-Respondió él y se dirigió a Charlie que escuchaba la conversación.
El hermano de
Julieta estaba también allí, de pie frente a ellos. Tanto él como Elliot la
miraron extrañados.
<<Es absurdo. Lo sé>>
-¿Estás bien? ¿Quieres ir al
baño?-Le preguntó Elliot.
Julieta se
levantó. No podía aguantar las ganas de explotar y desahogar lo que llevaba tiempo reprimiendo. Fue corriendo hasta el
pasillo más desierto hasta el que pudo arrastrar su cuerpo y apoyó las manos en
la pared. Comenzó a sollozar, con muchas ganas, temblando y sudando al mismo
tiempo.
-Ya está...-Susurró Elliot
que fue tras ella, junto con Charlie. Le rodeó los hombros y los acarició con suavidad.
Ella se dio la
vuelta y los miró, lo que provocó que el llanto saliera con más fuerza.
-¡Es absurdo! ¡La han
atropellado! ¡¿Cómo mierda la han atropellado?!-Gritó, perdiendo los nervios.
-Relájate, Juliet-Le ordenó Charlie.
-No puedo… No quiero relajarme.
Se hizo al
silencio cuando un hombre trajeado se acercó a ellos. De unos cincuenta años,
calvo y ojeroso, que andaba con dificultad, ayudándose de una muleta.
-¿Son ustedes familiares de
Teresa Torres?-Preguntó cuándo llegó a ellos. Los tres asintieron-Me llamo Carl
Setter, policía de Nueva York. Siento mucho lo que ha ocurrido y espero que los
médicos puedan hacer algo por ella.
-Gracias-Contestó Charlie
secamente.
-Todo apunta a que el atropello
fue un ajuste de cuentas. El conductor de la furgoneta se dio a la fuga y según
las imágenes de la cámara del hotel que recogió el incidente, la matrícula era
falsa… ¿Sabían sí…?
-¿Qué? ¿Un ajuste de cuentas?-Lo
cortó Julieta y rio nerviosa, sin dar crédito a lo que oía-¡No! ¡Claro que no!
Es… Es imposible ¿Creen eso porque es hispana o algo parecido?
Elliot le rodeó
la cintura y la atrajo hacia él.
-Siento si ha pensado que me
refería a eso, ¿señorita…?
-Pope. Y sí, se ha referido a
eso-Bufó y se llevó las manos a la cabeza. Casi no podía mantenerse en pie y no
quería montar un número-Discúlpeme, señor Setter…
Se giró, dándoles
la espalda, buscando un sitio dónde recuperar el aliento. Y allí estaba, burlándose de ella y de la absurda situación. Una silla de ruedas vacía. Fue hasta
ella y dejó caer su cuerpo, que tenía la impresión de que cada vez pesaba más.
Se enjuagó las lágrimas con la manga de la sudadera y respiró profundamente. Los
párpados comenzaron a escocerle y su cabeza daba vueltas junto con todo el
hospital.
Tenía la horrible
sensación de que la cuesta cada vez se hacía más empinada y que no iba a poder
superarlo. Y ahora, Teresa estaba debatiéndose entre la vida y la muerta por un
ajuste de cuentas. Le resultaba completamente absurdo lo que había dicho ese
policía. Era Teresa y la conocía desde siempre. Era como una madre que se
dedicaba a hacer comida deliciosa y facilitarle la vida con ese cariño
incondicional.
<<Imposible>>
Además, no podía
imaginar un mundo sin Teresa.
-Nena… ¿Cómo estás?-Preguntó
Elliot, que se agachó junto a la silla y le sonrió con ternura.
-Cansada… Tengo sueño.
-Tengo un sitio perfecto para
que duermas un rato.
Empujó la silla
hasta una de las salas de descanso para el personal de esa planta, en la que
había dos literas sin ocupar.
-He hablado con la enfermera. Me
quedaré contigo hasta que despiertes.
Le costó
trasladarse a la cama. Cada centímetro de su cuerpo se quejaba para que se
estuviera quieta. Hizo un gesto de dolor y apretó el hombro de Elliot, que paró
y la miró a los ojos.
-No pasa nada, nena.
-No pasa nada, nena.
-¿Y Teresa, Elliot? Si empeora y
yo estoy aquí…
-Será igual que si estás allí.
Charlie nos informará si hay cambios. Pero cariño, tienes que volver a casa
pronto. No puedes quedarte aquí mucho tiempo.
Se encogió de
hombros. No quería discutir, pero tampoco estaba de acuerdo. Por esa noche, lo
dejó estar.
Cinco horas más
tarde, Teresa seguía inconsciente y su vida ya no corría peligro. Estaba
bastante magullada, pero no tenía daños cerebrales. Aquella noche, había dormido
en la litera de la sala de descanso, acarreando aun pequeñas secuelas de la
quimio, hasta que empezó a darse cuenta de que Elliot tenía razón.
Tenía que volver
a casa.
*
Un baño, cena
completamente digerida y ocho horas de sueño después, se despertó y le pidió su teléfono a Elliot, que lo guardaba a buen recaudo en uno de los
cajones de su escritorio.
-¿Qué vas a hacer?
-Tengo que llamar a los hijos de
Teresa… Querrán que vuelva con ellos cuando se recupere-Explicó a Elliot y
encendió el teléfono.
Nada más hacerlo,
apareció en rojo el icono que indicaba que tenía un mensaje de texto. El número
era desconocido, lo había recibido el día anterior al accidente. Lo abrió intrigada
y leyó su contenido.
El pánico le
recorrió la espalda en un escalofrió.
<< Cuida a todo aquél al que le tengas cariño >>
Ahogó un grito y
se llevó las manos a la boca, horrorizada. Le pasó el teléfono a Elliot que lo
leyó y negó varias veces con la cabeza.
-¿Qué mierda es esto?-Susurró en
voz baja.
-Elliot… Dios mío. Dios mío… ¡Es
por mi culpa! ¡Teresa está así por mi culpa!
El miedo la
sobrepasó. Estaba tan asustada que no acertaba a imaginar qué debía hacer
ahora, tan aterrorizada que sólo podía temblar. Deseaba despertarse de la
pesadilla y vislumbrar una realidad diferente a la que la estaba viviendo.
Elliot la abrazó
con fuerza, conteniendo los fuertes sollozos que acabaron por convertirse en
gritos de horror y forcejeos hasta que finalmente, se tradujeron en un motivo
para perder la consciencia.
*
Desde ese
momento, no se separó de Teresa. Se pasaba los días en su habitación del
hospital, cuidándola y dándole conversación. Pronto, ese reducido lugar se
convirtió en una improvisada vivienda para ella. Comía, dormía y hacía vida
allí, lo que no facilitaba las cosas a Elliot.
La policía no dio
mucha credibilidad al mensaje de texto ni a las conjeturas sobre que aquel
episodio tenía que ver también con las filtraciones a la prensa. No eran más
que sospechas de una mujer con un tumor cerebral con antecedente de alucinaciones…
Y eso era parecido a tomar la opinión de un niño como algo sólido.
No quedaba más
que aguantar y rezar porque nadie resultara herido. Y eso es lo que hacía
Julieta, temiendo las llamadas de alguien comunicándole que Charlie o Elliot
estaban muertos.
Aquello, no logró
separarla de él, de su amor que la cuidaba día a día. Al contrario, era lo
único que la mantenía en pie, además del bebé, protegido y ajeno a toda aquella
angustiosa situación.
Cada día Julieta
se encontraba más fuerte, salvo por el hecho de que los dolores de cabeza, las
hemorragias nasales y los desvanecimientos, aumentaban. Empezaba una cuenta
atrás en la que nadie estaba de acuerdo
en si aguantaría o no hasta el final. Pero ella pensaba en el bebé y sabía que
era más seguro esperar para operarse, pese a la opinión de Mathilde y Elliot.
Teresa salió
del hospital a las tres semanas. Milagrosamente, no le quedaron secuelas y
estaba perfectamente sana. Lo único que había cambiado, es que la comida del
hospital la había transformado en una mujer más delgada. Todo iba bien, y que
no hubiera ocurrido ninguna tragedia durante ese tiempo, no hacía más que
confirmar que había sido una pesadilla… Por ahora.
*
Abril.
Despertó en el
sofá. Se había quedado medio dormida con un programa de cocina. Últimamente el
sueño la importunaba a todas horas. Fue al despacho de Elliot, él estaba ocupado
con los últimos informes del ensayo, que por suerte, había mejorado
notablemente. Le dedicó una sonrisa al verla y se levantó de la silla.
-¿Necesitas algo?-Le preguntó,
llegando hasta ella.
-Claro, doctor Evans. Lo
necesito a usted-Bromeó y lo besó con dulzura en los labios-Por cierto, mi
madre ha llamado esta mañana. Sí, después de un mes- Repuso ante el gesto
incrédulo de Elliot-Dice que no tuvo nada que ver con lo de la prensa… Estaba
preocupada por mí. Se enteró de lo de Teresa, pero con el odio que le cosecha
Charlie, prefirió no acercarse. Me ha dicho que quiere venir hoy mismo a verme…
-¿Y bien?
-He aceptado.
-Creo que haces lo correcto ¿Has
pensando ya en lo que te hable anoche?
Julieta resopló
cansada, poniendo los ojos en blanco y se cruzó de brazos.
-No. Ya te dije que no… No
quiero gafarlo.
-Es sólo un nombre para el bebé,
Julieta.
-Elliot… Necesito verle antes de
ponerle un nombre. Fin de la historia ¿No puedes esperar dos meses? Quizá sea
menos…
Elliot rodeó su
abdomen y se inclinó sobre él.
-Tu madre es la mujer más
horrible que conozco- Susurró Elliot-No quiere ponerte un nombre ¿No es cruel?
Julieta le dio un
empujón y él soltó una sonora carcajada.
-Eres idiota, Elliot Evans-Se quejó.
Él la agarró
por los brazos y la besó con más fuerza. Julieta esbozó una sonrisa al
separarse de él.
-Puedes llamarle Bebé si quieres…
-¡Qué original!-Exclamó Elliot alzando las cejas- Tengo turno… ¿Estarás bien sola?-Preguntó cogiendo su maletín de la mesa.
-Mejor que bien. Le diré a mi
madre que venga a comer.
-Entonces, me quedo más
tranquilo-Le besó la mejilla y le dio unos golpecitos en el abdomen-Nos vemos
esta noche. Adiós, bebé sin nombre.
-Bien… Te quiero-Lo vio alejarse
por el pasillo, observando sus andares ligeros que tanto le gustaban-¡Tráete una pizza de la pizzería
de al lado del hospital para cenar!
Elliot se asomó
por la puerta antes de salir y le guiñó un ojo.
Raramente estaba
completamente sola. Así que, después de llamar a Emma, se permitió echar un
vistazo entre los informes del ensayo, sabiendo que estaba muy mal hacerlo.
Pero la intriga pesaba más que cualquier atisbo de remordimiento. Se sentó en
la silla de Elliot y abrió una de las carpetas de cartulina amarillenta. Eran
de un paciente: Jess Miller, de 56 años.
Comenzaba con la
descripción, con la letra de Elliot, del tumor y los tratamientos a los que se habían
sometido, que acababan con la operación. Afortunadamente, le había extirpado el
tumor cerebral y se encontraba despierto y sin daños aparentes.
<<Sin daños
aparentes>>
-¿Aparentes? ¿Qué mierda quiere decir…?
Revisó otra. La
mujer tenía ciertas dificultadas en el habla después de la operación, pero
tampoco quedaba tejido tumoral.
-Genial… Puedo olvidarme de
hablar ¡Genial, doctor Evans!
Decidió que
aquello no la estaba ayudando. Estaba mucho más feliz pensando que Elliot y
Mathilde estaban mejorando el ensayo, no que mejorar significaba que los
pacientes “No estuvieran en estado vegetal”
De repente, la
sobresaltó el sonido de la puerta. Era Emma. Abrió y se topó con ella, que
parecía distraída y era incapaz de dejar de sonreírle. Iba tan elegante como la
última vez, con un vestido rojo entallado y una americana beige.
-Julieta…-Dijo y se abalanzó
sobre ella para abrazarla.
Le devolvió el
abrazo y noto los sollozos de su madre en su hombro.
-Emma… Me alegro tanto de que
estés aquí.
Al separarse, su
madre la observó de arriba a abajo, deteniéndose en su rostro. Pasaron al salón y
las dos se sentaron en uno de los sofás de piel. Emma no dejaba de agarrarle la
mano.
-Estás muy delgada...
-Lo sé… Lo sé. La última quimio
me pasó factura.
-¿Cómo estás ahora? ¿Y el bebé?-Preguntó
con tristeza.
-Él bebé genial… Yo muy bien,
aunque preocupada porque son las doce y aún no tengo ni idea de que podemos
comer.
Estaba muy
nerviosa y no dejaba de sudar. La primera vez que vio a Emma acabó en el
hospital y ese recuerdo no la reconfortaba.
-¡Pero bueno, no sabes que soy
cocinera! Veremos lo que hay en la nevera… Seguro que me puedo sacar algo de la
manga.
-Emma, siento mucho no haberte
llamado… Que aquel día no fuese como quería… No quiero que pienses que Charlie
es mala persona, él tampoco está pasando por su mejor momento y…
Su madre le
acaricio la mejilla y ladeó la cabeza.
-No pasa nada. Está bien-Se le
quebró la voz y tragó saliva para seguir-Tú has estado muy ocupada, y con
respecto a Charlie… Me imaginaba que podía tener una reacción así.
-Cree que fuiste tú la que
filtró mi enfermedad a la prensa. No quise aceptar que fuese cierto-Explicó con
prudencia, temiendo que sus palabras pudiera herirla-Ahora no estoy muy bien
con él… Tuvimos una discusión un poco fuerte.
-Seguro que pronto se soluciona.
Lo sé.
Asintió, pero le
preocupaba que ya hubiera pasado tanto tiempo y sólo hubieran cruzado unas
pocas palabras en el hospital, por simple educación. Ninguno daba su brazo a torcer.
Emma preparó una
riquísima comida; Crema de calabacín y pollo con salsa de almendras. Julieta se
quedó maravillada viéndola trabajar en la cocina con tanta soltura, haciendo
que pareciera fácil elaborar los platos en un tiempo récord. Cada vez sentía
más admiración por aquella mujer de pelo rubio que tanto se parecía a ella. Necesitaba
pasar más tiempo a su lado y aprender todo lo que escondía su vida. Pensó que quizá
se parecían mucho más de lo que pensaba, más allá del físico, y que las dos
habían tenido infancias salpicadas por el drama.
Pasaron la tarde
entera hablando, rellenando los huecos de sus vidas, sabiendo la una de la
otra. Emma estaba emocionada con volver a quedar para que conociera a su
familia. Así que hicieron planes… Planes que se estiraban a lo largo de los
meses.
Quien puede ser el que está haciendole la vida imposible a Julieta? Quiero saberlo ya, tengo mucha intriga.
ResponderEliminarEspero que puedas colgar pronto
Un beso
Bueno, ya vuelvo a estar al día pero la madre sigue sin caerme bien yo creo que tiene algo que ver con lo del mensaje y todo eso.
ResponderEliminarLa parte buena es que Julieta hace planes a largo plazo así que espero por tu propio bien que los pueda cumplir porque como no sea así...
Besos ;)
Cielo! Me ha dado tiempo para leerme el anterior capítulo. No he podido antes debido a que estaba de vacaciones y no había internet. Pero bueno, a lo que voy. Pobre Julieta! A ver cuando no la incordian!
ResponderEliminarVale, me he quedado sin palabras después de este capítulo así que a ver qué comentario me sale jaja Es que ha tenido de todo!! Tensión, un poco de drama, enternecedor, divertido... ¡everything! :O Y por eso me ha encantado ;)
ResponderEliminarPor cierto, me ofrezco voluntaria para matar al que provocó el accidente de Teresa ¬¬
De momento, en cambio, confío en Emma aunque no sé por qué me da a mí que tantos planes no son buenos... :(
Muchos besos