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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Capítulo 39




El sobresalto la llevó a chocar con la pared de la habitación y caer al suelo. Comenzó a hiperventilar, hasta que fue consciente de lo que acababa de suceder, del contenido del macabro regalo. Dentro, había una rata muerta, destripada… que ahora yacía sobre la moqueta. Julieta se levantó temblorosa, con un horrible dolor de cabeza, cogió a Isaac de la cuna e intentó calmar su llanto desesperado. Lo abrazo, acunándolo con fuerza y dejó que su espalda se arrastrara con lentitud por el armario hasta quedarse sentada en el suelo. Estaba en un estado de shock, dónde no sentía ni siquiera una pizca de rabia por lo lejos que había llegado Jess.


                -Julieta, por favor… Le estás abrazando muy fuerte, vas a hacerle daño-Murmuró Jane, sentada junto a ella-Respira… Respira hondo…

                -No puedo… Quiere hacernos daño.

                -Tranquila… Todo va a ir bien.

                -¡Tú estás aquí y eso no es verdad!-Bramó Julieta, conteniendo las ganas de propinarle un puñetazo, por falso que fuera, a esa falsa Jane que su cerebro le regalaba.


Al cabo de unos minutos, Elliot salió del baño, ajeno a aquella situación. Pronto le invadió un escalofrío al ver a Julieta en ese estado, con la mirada perdida… Se agachó junto a ellos y le quito a Isaac de los brazos. El bebé volvió a calmarse y lo dejó durmiendo en la cuna.

Ella seguía inmóvil y aterrada, como si cada parte del mundo se hubiese paralizado.

                -Nena, ¿Qué pasa?-Preguntó con calma, volviendo a su lado. Rodeó la cara de Julieta con sus manos y la miró fijamente-Julieta… Me estás asustando… ¿Qué ha pasado?

Entonces Elliot recordó la caja, el objeto que podía ser culpable de esa confusa situación. Se dio la vuelta para buscarla y encontró el desagradable contenido al lado de la cama. Suspiró y abrazó a Julieta.

                -No pasa nada, nena… No pasa nada-Intentó tranquilizarla, zarandeando un poco sus hombros.
Ella comenzó a volver en sí y miró a Elliot con ojos vidriosos. La angustia empezó a subir por su garganta, igual que una desmesurada rabia que nacía silenciosa, esperando arder… Y ese periodo no iba a ser muy corto.

                -No quiero estar aquí-Susurró Julieta-Quiero irme. Ahora. ¡Vámonos!

                -¿Quién te lo ha mandado?

                -Jess… Siempre Jess.

                -¿Estás segura?

Julieta asintió y tragó saliva, observando el rostro destrozado que tenía delante.

                -Está loca ¡Ni siquiera sé cómo ha podido salir de la clínica tan pronto!-Exclamó Elliot, fuera de sí.

                -Igual que llamó a la prensa y formuló esos rumores… Porque quiere hacernos daño.

                -¡Escúchame! No voy a dejarla, ahora que todo va bien.

                -¡No va bien! ¡Nada!-Dijo Julieta, perdiendo los nervios.

                -¿Por qué? ¿Te han dicho algo al hacerte las pruebas?

                -No, pero me lo dirán-Inhaló una gran bocanada de aire y se armó de valor para soltarlo- Elliot… Veo a Jane desde hace algo más de una semana.

Hubo un largo silencio, él agachó la mirada y suspiró mientras se frotaba la barbilla.

                -Mierda… ¡Joder! ¿Por qué no me lo has dicho antes? –Se frotó la frente varias veces antes de volver a hablar- Bueno, ya no importa, no te preocupes. Vamos a superarlo-Dijo sin más y la beso despacio sobre los labios.

                -Esta vez no. Lo sé.

                -No vuelvas a decir eso, por favor-Murmuró Elliot limpiándose las lágrimas que se derramaban por sus mejillas. Respiró hondo y levantó a Julieta del suelo - Voy a llamar a mis padres… Dormiremos allí esta noche. Anda, vamos.


Una vez en la enorme mansión de los Evans, Julieta se sentó en el sofá con Isaac, mientras Elliot informaba a sus padres de lo que había pasado. Ella se veía incapaz de mediar palabra, ni de mirarles a los ojos… Así que se limitó a admirar el sueño profundo del bebé que descansaba en sus brazos. Sabía que no iba a pasarle nada, que no iba a dejar que eso pasara, pero aun así no podía dejar de pensar en que Jess hubiera fijado su objetivo en él, en algo tan pequeño.

¿Y si no tenía tiempo para protegerle? ¿Y si no tenía fuerzas?

Los gritos de Elliot se oían desde el salón y cada palabra era como un puñal que se clavaba en el pecho, recreándose en el dolor.

                -¡No mamá! Ella no está bien ¡Claro que no lo está! Tiene cáncer y mi ex novia le envía animales muertos… Además, acaba de tener un bebé.

                -Sosiégate. Podéis quedaros aquí el tiempo que queráis, Elliot-Añadió Samuel.

                -Es culpa mía… Es culpa mía… Ella estaba muy bien, muy feliz sin mí y ahora tiene a una psicópata detrás.

                -Sabes que eso no es verdad-Sentenció Helen, alarmada- Estaría muerta sino hubieras aparecido.

Lo último lo dijo en voz más baja, pero la cocina no estaba muy lejos. Julieta se sujetó el pecho al escucharlo, incapaz de aguantar esas palabras tan desgarradoras en boca de Helen. Agradeció que hubieran parado de hablar o de que quizá sus oídos se hubieran quedado tan paralizados como ella.


Elliot apareció en el salón seguido de sus padres. Se acercó a Julieta y se inclinó para acercarse a su oído.

                -Cariño, deberías dormir.

Y no se atrevió a rechistar porque estaba segura de que había sido un día demasiado largo. Estaba muy cansada y le dolía cada centímetro de su anatomía.

                -Claro, Julieta. Dame a Isaac, tengo una cuna preparada para él-Helen se lo arrancó de los brazos y besó la mejilla de Julieta- No te preocupes, cielo. Mañana estarás mejor.

                -Gracias, Helen.

                -Gracias mamá-Repitió Elliot.


Esa noche, en la vieja habitación de Elliot, ninguno de los dos durmió bien. Julieta no dejaba de dar vueltas a lo que había pasado y cada vez que sus ojos se cerraban, veía el rostro de la pelirroja, agarrando su garganta con violencia y apuñalando su pecho.

Elliot se fue muy temprano, antes de que amaneciera. Julieta se despertó más tarde, aunque tenía la sensación de haber dormido solo un par de horas. Tenía el brazo entumecido y amoratado. Al bajar al salón, encontró a Samuel desayunando con Charlie. Su hermano le sonrió de oreja a oreja y le ofreció asiento.
                -¡Buenos días!-Exclamó él.

                -Buenos días-Respondió, sin mucho entusiasmo.

                -¿Y esa cara? Te hacen bonitos regalos y tú tienes esa cara… Vaya-Bromeó Charlie y la abrazó.
Julieta no pudo evitar reírse ante el comentario.

                -Deberían darte un premio por ser tan gracioso… No sería muy grande, quizá algo pequeño, casi invisible para el ojo humano.

                -La Julieta sarcástica ha vuelto ¡Aplausos!-Bramó Charlie, abriendo los brazos como si estuviera en un programa de televisión.

El padre de Elliot aplaudió riendo con sonoras carcajadas.

                -Si le ríe la gracia, Samuel, no va a parar nunca-Le regañó Julieta.

                -Lo siento, muchacha, pero es que tu hermano tiene mucha razón… Es mucho mejor verte así.

                -Ya veo que no tengo nada que hacer… Voy a darle de comer a mi hijo.

                -Desayuna un poco antes-Dijo Samuel.

Julieta se sentó a la mesa y se quitó la sudadera, quedándose con la camiseta de manga corta de Elliot.

                -Dios, ¿Qué tienes en el brazo?-Preguntó su hermano alarmado al ver el cardenal.

                -Nada-Respondió sin darle importancia-Es que ayer me pusieron contraste para el escáner y creo que no me sentó bien.

En ese momento, Samuel ya estaba a su lado, revisando el enorme hematoma.

                -No tiene buena pinta. Voy a ponerte un poco de hielo.

Desapareció de la sala, dejando a Julieta con Charlie.

                -¿Dónde está Elliot?-Preguntó. No lo había visto en todo la mañana y temía que tuviera ganas de hacer una locura.

                -Ha ido al hospital muy temprano, lo llamó Mathilde… Algo de un paciente-Explicó su hermano-¿Cómo estás?

                -Supongo que bien.

                -Has crecido y yo no me he dado cuenta… Seguro que hace unos años le habrías dado una paliza a esa mujer.

Julieta volvió a soltar una risotada.

                -Estás exagerando. Sabes perfectamente que de eso hace más de ¿Diez años?

                -¿Recuerdas el niño que me tiro la leche encima?

                -Recuerdo que le pegaste a ese niño…Y que te castigaron-Le recordó Julieta.

                -Sí, pero al día siguiente ese niño estuvo todo el día fregando platos por robar galletas.

                -Yo no tuve nada que ver…-Se justificó Julieta, aguantando la risa.

                -Claro… Nada que ver…

                -¡Aquí está el hielo! Póntelo durante un rato en el antebrazo-Samuel puso la bolsa en su brazo y le dio un pellizco cariñoso en la mejilla-Charlie, creo que ya puedes llamar a mi hija para que se tranquilice-Miró a Julieta y cogió aire-Sabes que Alice tiende a preocuparse en exceso.

                -Entonces voy a llamarla, no queremos que piense que estás en la cama-Reconoció Charlie, se levantó de la silla y despeinó el pelo de Julieta antes de subir las escaleras.

Samuel le sirvió un zumo junto a una rebanada de pan, untada con mantequilla y mermelada de melocotón.

                -Gracias.

                -Elliot nos dijo que puede que hayas empeorado...-Empezó a decir Sam, con precaución. 

Suspiró y se aclaró la garganta, preparándose para escoger alguna respuesta que fuera lo bastante sencilla como para escapar de la situación, sin decir demasiado… Pero Samuel era médico y la conversación no iba a acabar tan pronto.

                -Tengo alucinaciones, de nuevo-Contestó en voz más baja- Pero nada nuevo.

Él frunció el ceño, cogió la muñeca de Julieta, miró su reloj y se quedó en silencio, a la vez que sus labios se movían silenciosos, contando los números durante un minuto.

                -Tienes el pulso alto.

                -Usted me pone un poco nerviosa-Bromeó ella.

Pero Samuel apenas levantó un poco la comisura de los labios y siguió concentrado en las pulsaciones.

                -¿Estás cansada?

                -Lo normal, pero…

                -¿Cómo duermes?-Volvió a cuestionar. Julieta se removió en su asiento y se encogió de hombros.

                -Pues, no sé… Lo normal…

                -¿Normal? ¿Cuántas horas es eso?

A esas alturas del interrogatorio, con los ojos marrones de Sam encima, Julieta deseaba escapar de ese angustioso desayuno, al coste que fuera, aunque fuera decir la verdad.

                -Puede que cuatro o cinco…

Como respuesta, se tapó la boca con la mano y miró hacia el suelo, pensativo.

                -No está bien, Julieta. Puede que tu corazón…

                -¿Mi corazón...?-La cortó Julieta, sin dar crédito a lo que escuchaba.

Siempre había tenido claro que su cerebro era una mierda, pero nunca había pensado en ese otro órgano que permanecía silencioso en su pecho.

                -Tranquila, no será nada. Voy a hacerte unas pruebas, Elliot no tiene por qué enterarse.

                -No... no me esperaba esto tan temprano.

                -Vives con médicos. Tomatelo como una ventaja, Jul.

                -¿Puede que esté mal? Quiero decir... creo que tus ojos dicen que me pasa algo.

               -No voy a mentirte. Puede que algo no vaya bien, pero podemos ir ahora mismo al hospital y pillarlo a tiempo.

Sopló poco a poco todo el aire que había aguantado y se obligó a relajarse.

                -Es buena idea-Susurró Jane junto a su oído-No seas tonta, no te hagas la valiente. La última vez, la bomba te explotó en la cara. Elliot se fue… No vuelvas a hacerlo.

Julieta tenía la ligera impresión de que esa Jane irreal, controlaba su consciencia y siempre parecía llevar razón.

Y odiaba que la tuviera. Así que acepto.

                -Bien, pero por favor, nadie tiene que enterarse. Mis células son idiotas y todos lo sabemos, pero no quiero que se preocupen más por mí-Rogó al padre de Elliot, que le dio un par de palmaditas en la espalda.
                -No te preocupes de nada.

En ese mismo momento, se escuchó el ruido de un teléfono.

                -Creo que es el mío-Dijo Julieta.

Era Elliot. Esperó un momento antes de contestar, esperando que se le ocurriera una mentira lo bastante contundente para que no sospechara de su ausencia durante el día.

                -Buenos días amor. Estoy bien. Contenta. He comido y no tengo intención de hacer nada raro… ni suicida-Dijo Julieta de carrerilla.

Se oyó su risa, seguido de un hondo suspiro que le hizo sentirse la peor persona del mundo.

                -¿Estás mintiéndome para que no me preocupe?

                -Es cierto, te lo prometo.

                -No sé por qué, pero te creo ¿Y Isaac?

                -Con tu madre… Eh… Esta tarde… Voy a salir con mi madre. Bueno, he quedado a las doce para comer… Y no sé cuándo acabaremos-Mintió, cruzando intermitentes miradas cómplices con Samuel.

                -¿Seguro que estás bien?-Preguntó, no muy convencido-Puedo acompañarte.

                -¡NO, NO!-Exclamó. Al segundo se dio cuenta de que lo había dicho con demasiado entusiasmo. Se mordió el labio y esperó que se oyera otra pregunta más.

                -Nos veremos esta noche en casa de mis padres, entonces. Ten cuidado-Se despidió él, arrastrando las últimas palabras.

                -Lo tendré… Te… te quiero-Murmuró. Sus mejillas se encendieron al ver de reojo que no estaba sola.

La línea se quedó vacía, igual que ella misma. Volvió a mirar a Sam y le dedicó una sonrisa acongojada.

                -Ya podemos irnos.






2 comentarios:

  1. Problemas y más problemas T_T No quiero que Julieta empeore, ni que Jess le mande regalitos, ni que Isaac se quede sin su madre, ni que... Bueno, en realidad, no quiero que pase nada malo... Pero no sé por qué me da a mí que va a ser irremediable :( Pase lo que pase, seguro que me dejas con la boca abierta gracias a tus palabras ;)
    Besos

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  2. Así que la que hacía todo lo malo era la petarda asquerosa de Jess, ya sabía yo que era mala porque la tengo cruzada desde el principio.
    Pobre Julieta solo tiene problemas espero que no tenga nada en el corazón que con lo otro ya tiene bastante.
    Por lo menos espero que no muera pero ya no lo tengo tan claro...
    Besos ;)

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