En ese preciso instante, les interrumpió el llanto ansioso
del bebé que descansaba a su lado. Julieta suspiro, dejando su mirada en el
aire, e intentó calmar a Isaac… unos minutos interminables hasta que volvió a
dormirse en sus brazos. Se sentó de nuevo en el sofá y notó que la pierna de
Elliot llegaba a un ritmo frenético. Le ayudó tener a Isaac en brazos para
mantener la calma y hablar entre susurros.
-Cálmate,
por favor-Murmuró.
-Suéltalo
de una vez, Julieta-Contestó Elliot en voz baja.
-No
puedo verte así, estás a punto de… enfermar.
Él abrió la boca, frunció el ceño y se levantó, dejando
escapar un bufido.
-Estoy
bien-Contestó, dándole la espalda.
-Elliot…
¡No te vayas!-Exclamó en un susurró.
-Tengo
que trabajar…
-Por
favor, estamos hablando-Volvió a rogarle, cansada.
Se dio la vuelta y la miró con una expresión nada amigable.
Cruzo los brazos en el pecho y ladeo la cabeza.
Verlo así, en ese estado, fue lo que propició que acabará
con la poca fuerza que le quedaba a Julieta, que cerró los ojos y se mantuvo
callada. Inhabilitada por completo para hacer lo que le pedía; Hablar.
Ya era tarde y la angustia había acabado por explotar en su
garganta, haciendo que sus ojos se empañaran y que todo ese cúmulo de
sentimientos pasara a convertirse en uno solo. Rabia, cegadora e incontable.
-Julieta
¿Qué quieres? ¡¿Qué quieres?! Dímelo. Tengo que seguir trabajando…
-No. Ya
está bien-Dijo, apretando la mandíbula- No vuelvas a repetirme eso más veces.
No soy imbécil.
El ambiente de la habitación empezó a tensarse, tan rápido
como culminó ese silencio.
-Desde
que pasó lo de Jess en el hospital, no eres tú. Eres como un fantasma que vaga
del despacho al hospital y del hospital… Al despacho. Ni siquiera te esfuerzas
por mirarme nada más lejos de como miras a una paciente. No me besas… No me
tocas. Creo que estás enfermo. Enfermo por la culpabilidad o… por querer
ayudarme. No eres el mismo… El caso es,
que yo tengo la culpa. Y es duro tenerla.
Sabía que sonaba horrible en sus oídos pronunciar aquel
puñado de palabras. Y que ella no era la única mal parada. Observó fijamente
sus ojos azules, inmersos en algún sentimiento desconocido y fuera del límite
de lo que llegaba a entender. Elliot negó varias veces con la cabeza y se
revolvió el pelo, nervioso.
-Exageras-Sentenció
él y le dio la espalda para apoyarse en la barra de la cocina.
-Recuerdo
aquella madrugada-Murmuró Julieta observando el sueño de Isaac- Me desperté
después de todo aquel jaleo. Tenía un tubo en la garganta y solo recuerdo que
me sentí aterrada. Era un sentimiento horrible que aplacaba todo lo demás; los
médicos, las enfermeras, los sonidos... Pensaba en Jess y en que detrás de esas
batas podía estar ella, esperándome ansiosa. Pero entonces, miré en otra
dirección y te vi. Parecías muy feliz de verme, como nunca antes... tranquilo.
Me miraste y te acercaste a mí… Ya no tenía miedo ¿Sabes? Desapareció en un
segundo. Y entonces, me besaste en la frente y recuerdo vagamente notar que
llorabas… Pero tú… tú estabas allí, conmigo, susurrándome al oído que ya había
pasado todo. Esa fue la última vez que vi a Elliot Evans. Después todo se
volvió oscuro y difícil. Y ya no has vuelto a besarme.
Julieta se limpió las lágrimas y esperó, mirando en su
dirección. Notaba un punzante dolor en el pecho que se alejaba mucho de algo
físico, empeorando con cada segundo que escudriñaba su cuerpo inmóvil,
descansando sobre la piedra de fluorita.
-No
puedo decir nada. Lo siento-Contestó por fin, en una voz muy débil.
-Dime
que son imaginaciones mías y que mi tumor hace que me olvide de los besos y las
caricias. De tus “nena” y tus bromas matutinas que no me sientan bien, pero que
me encantan cuando las recuerdo durante el día. Que me lo invento y que… que
estoy loca.
-Julieta,
déjalo-Dijo, dándose la vuelta. Tenía los ojos irritados y las mejillas
sonrosadas.
-No
puedo dejarlo. Tienes que dejarme tú. A mí, al cáncer… Necesitas aplacar esta
mala racha. Por mí, por él… ¡Vuelve, joder!
A Elliot se le transformó el gesto. Frunció el ceño y se
horrorizó al mirarla.
-¿Estás
diciéndome que quieres que te deje? ¿Es eso?-Preguntó desesperado.
Se contuvo para interrumpir su llanto, haciendo de tripas
corazón y asintió levemente. Después se puso en pie y dejó al bebé en la
hamaca. Se acercó a Elliot despacio y le agarró los brazos.
-Estoy
preocupada- Murmuró con voz ahogada, aguantando el aliento- No quiero que yo
sea la causa de que no duermas, ni comas y de que sientas tanta culpa que seas
incapaz de quererme. Te pido… No. Te suplico que desconectes.
-No voy
a dejarte. Eso me destrozó la última vez, Julieta. Te quiero. No puedo dejarte.
Te quiero muchísimo… Pero no puedo… No puedo. Es culpa mía-Sollozó y enterró la
cara en sus manos-Es culpa mía. Ella y todo lo demás.
Verle en ese estado, como a un ser frágil y vulnerable, hizo
que su corazón se hiciera añicos en su pecho. Le abrazo, esperando que así se
calmara, aunque no lo hizo. Se percató de que Elliot era alguien enfermo, que
no sabía contener el dolor que sentía y de que no podía alejarse de él, que
simplemente, era imposible que fuera a dejarle que lo hiciera. En un segundo,
todo lo que parecía tener claro, era ahora ridículo, un pensamiento que se
alejaba de cualquier cosa que quisiera hacer ahora.
Como distanciarse.
Entonces, los brazos de Elliot se estrecharon en su cintura.
Y de pronto, agarró su barbilla para besarla. Un gesto ansioso y frenético que
empezó a devorar a Elliot, que desabrochó la camisa de Julieta… E hizo lo
consiguiente con las demás prendas que llevaban puestas, sin dejar de rozar sus
labios.
Su cuello.
Su pecho.
Se sentía abrumada. Sabía que era extraño tener sexo en
aquella situación tan caótica… pero el deseo pudo más que la lógica y no quiso
sino parar sus pensamientos y rendirse ante el juego de sus manos, que dibujaban
invisiblemente, marcando su anatomía.
Elliot la levantó y la sentó con destreza sobre la encimera,
como una fiera que devoraba su presa… Aunque esta vez, la presa estaba dichosa,
disfrutando de su olor, de su calor, de la respiración ansiosa de su pecho.
De su contacto.
El corazón le latía con fuerza y sus extremidades se
esforzaban por aguantar con dignidad todo ese esfuerzo.
Incluso llegó a pensar que aquel instante podía hacer que
parara de bombear.
Pero ni eso era bastante para querer matar a sangre fría ese
placer.
-No
puedes irte… Lo siento-Susurró él entonces, en su oído, mientras sus cuerpos se
entrelazaban sobre la fría piedra-Lo siento, nena. Haré todo lo que me pidas.
Lo haré. Lo prometo.
Esas palabras fueron lo último que escuchó antes de que el
éxtasis sucumbiera a su consciencia, y que ese estado de culmen emocional, la
envolviera en un sueño profundo.
Por la tarde, al despertar, Julieta estaba desnuda,
sumergida en el nórdico de plumas. Le dolía cada centímetro de su anatomía y estaba
desorientada. Pero aquello desapareció y no pudo más que sonreír cuando vio a
Elliot durmiendo como un tronco a su lado. Ni siquiera estaba segura de que
fuera sano alegrarse tanto por verle en ese estado. Hacía mucho que no lo veía así
y resultaba reconfortante.
Se levantó de la cama y fue hasta la cuna de Isaac. Estaba
vacía. Su estómago dio un vuelco. La asoló un miedo irracional, el
remordimiento de haber sido una mala madre que deja a su bebé, solo por sexo.
Sexo que quizá no había sido la mejor idea del mundo. Se puso la bata y bajó
corriendo, entre jadeos y trompicones.
La pequeña hamaca estaba vacía y eso casi hizo que se cayera
de bruces al suelo. Se agarró a la barandilla y se quedó inmóvil, observando la
habitación vacía, incapaz de pensar en nada que no implicara a Jess.
En ella cogiendo a su bebé.
Haciendo desaparecer a su bebé.
En ella logrando que no fuera a ser feliz.
-¡Jul!-Exclamó
la voz de Mathilde entrando en el hall. La observó caminar hacia ella con su
bebé en brazos, como si fuera una visión. Bufó y se sentó en la escalera, volviendo
a recuperar el aliento y sonriendo para si misma.
-Pensaba,
pensaba que… ¡Dios mío, me he asustado!-Dijo, llevándose las manos al pecho-No
sabía dónde estaba.
Mathilde llegó hasta ella y la miró, sintiéndose culpable.
Le tendió al bebé y Julieta lo acunó despacio. Estaba despierto e inquieto.
-Elliot
me llamó. Estaba agotado y me pidió que cuidara a Isaac… Tú dormías. Lo siento,
lo llevé a mi habitación un momento para darme una ducha-Explicó compungida-Creo
que tiene hambre.
-No
pasa nada, tranquila. Es que se me habían pasado cosas terribles por la cabeza.
-Pareces
cansada.
-Lo
estoy… y hambrienta-Admitió Julieta. Estaba delante de Mathilde y pensó que ese
era un buen momento para hablar con ella de Elliot-Voy a darle de comer, pero
necesito hablar contigo ahora… Y quizá pedirte algo. Antes de que Elliot se
despierte.
-Claro,
cariño, lo que quieras ¿Qué pasa?
-Aquí
no. Vamos a tu habitación.
Le valió poco esfuerzo contarle a Mathilde su situación con
Elliot. Incluyendo su conversación de hacía unas horas. En el tiempo que
llevaba viviendo con ellos, ella había logrado ser un pilar fundamental para
Julieta, alguien que vivía lejos de su hogar para ayudarla ¿Qué iba a
intimidarle de ella?
Mathilde escuchó el relato con una mezcla de aprensión y
congoja. Cuando Julieta terminó, suspiro y asintió varias veces.
-Sabía
que le pasaba algo pero no quería preocupar a nadie, ni sacar conclusiones
precipitadas. Es normal que esto le esté afectando, de una manera u otra
debía de pasar. Él no es de piedra, por mucho que nos quiera hacer ver que sí-Opinó ella.
-Lo sé,
lo sé-Julieta hizo una pausa, reordenando cada pensamiento que le rondaba- Hoy se ha acercado a mí… Pero ¿Es suficiente? Quiero decir, ¿De
qué me vale? mañana puede volver a cerrarse.
-Sí… Aunque creo que lo de dejarle era una idea descabellada-Se
sinceró Mathilde y le dio unas palmaditas en la pierna.
-Y
ahora también lo veo así… Sé que no voy a hacerlo. No quiero. Entonces, ¿Qué hago?-Terció, desesperada.
-Tranquila,
a ver… Es seguro que debemos alejarlo del caso. En realidad, el ensayo está muy
tranquilo ahora. No entiendo tantas horas de dedicación-Explicó Mathilde con calma, en voz baja.
Esa información, la trastornó aún más, reafirmando la
hipótesis de que Elliot estaba peor de lo que ella imaginaba.
-Es por
mi culpa, Mati. Y eso me mata-Murmuró resignada- ¿Y si no vuelve a ser el
mismo?
-Me has
dicho que esta noche has visto algún resquicio de Elliot. Sí es así, no es para
tanto. Además, tú ahora estás genial. Mírate, y te operaron hace menos de tres
semanas.
Julieta la escuchaba, pero no entendía porque se refería a
eso. Ni siquiera le importaba ella en ese momento. Incluso se preguntó si su
racha de suerte se había equilibrado destrozando a quien más quería. Pero ese pensamiento,
acabó por desecharse, convencida de que estaba dándola demasiadas vueltas y que
comenzaba a desvariar.
-Me
siento fuerte, pero esto…
-Hablaré
con él. De todas formas, esperaremos a que se despierte, para ver si “Vuestra
charla” ha servido de algo-Susurró Mathilde, con una sonrisita. Julieta le dio un
codazo, poniéndose colorada-¡Oye! Por lo menos, has disfrutado un poco ¡Bien
por el trastornado Elliot!
Julieta soltó una carcajada y las dos rieron un rato. Unos
instantes reconfortantes en aquel fondo donde se encontraban.
-Supongo
que fue bueno si me desmaye-Bromeó entre risas y Mathilde ahogó un grito.
-Julieta
Pope, eres mala… ¿Cuánto llevabais sin…?
-Y tú
eres muy graciosa… No pienso responderte-Se quedó callada y cogió una bocanada
de oxígeno-Meses, antes de Isaac y bueno…-Mathilde frunció el ceño y se tapó la
boca con la mano- ¡Me operaron el corazón y tuve un bebé! ¡¿Qué quieres?!
Siguieron allí un rato, hablando de cosas sin importancia
que conseguían camuflar ese día tan difícil.
Y fue así, hasta que Elliot apareció en el umbral. Se apoyó
en la pared y sus labios formaron una línea muy fina que casi parecía elevarse
hacia arriba, intentando que fuera un amago de sonrisa. Mathilde y Julieta se
quedaron calladas, mirando en su dirección.
Elliot estaba vestido y a sus pies, había una bolsa de
viaje. De nuevo, Julieta sintió que en la habitación no había suficiente aire para
sus pulmones. Miles de cuestiones se agolpaban en su cabeza. Se puso en pie y
se acercó un par de pasos en su dirección, negando con la cabeza involuntariamente.
-¿Qué…?
¿Qué haces?-Preguntó balbuceante.
-Voy a
irme a mi apartamento. Queda poco para la boda y seguro que vais a estar muy
ocupadas con los preparativos-Dijo con voz vacía, mirando directamente a
Julieta, con una falsa alegría dibujada en el rostro-Sé que las mujeres os
ponéis muy pesadas con eso y yo también necesito prepararme.
-Elliot…-Empezó
a protestar ella, con voz rota.
-Mathilde,
mi maletín está en el despacho. He dejado todo allí, puedes echarle un vistazo.
Sino encuentras algo, llámame.
-Bien-Dijo
ella y los dejó solos, después de dedicarle una mirada cómplice a Julieta.
-Julieta…
Ella no necesitaba escucharle. Solo quería tirar esa bolsa
de viaje y borrar todo lo que le había dicho.
-No quiero que te vayas. Necesito que sepas que no quiero que te vayas. Todo lo
que dije… No lo pensé bien. No es eso lo que necesitas…-Sollozó con rabia,
odiándose a sí misma.
-Nena…-Susurró
él y la abrazó-Eres tan lista que resulta insultante tenerte cerca-Bromeó y le
besó la frente.
-Elliot
Evans, no te atrevas a bromear ahora-Murmuró, hundiéndose en su pecho.
-No estoy
bien, y pensaba que iba a ser fácil, pero no. Me has ayudado a darme cuenta.
Tengo que descansar y... volver a ser yo.
Ni siquiera ella estaba segura de sí era eso lo que de
verdad quería escuchar. Si le hubieran preguntado eso esa misma mañana, la
respuesta hubiera sido rotunda. Sí. Y ahora necesitaba que alguien le recordara
que no estaban jugando con fuego.
-Mañana
iremos a cenar a ese sitio tan “Julieta” al que me llevaste la primera noche
que decidiste salir conmigo. No pasará nada, cariño.
Decidió hacerle caso, rendirse ante su propia idea.
-No,
mañana descansa. Iremos el viernes-Dijo, mirándole fijamente. Después hundió
sus labios en los suyos despacio.
-Te
llamaré mañana.
-Vale.
Lo vio alejarse y desaparecer del alcance de su visión. Se
sentó en la cama de Mathilde y suspiró, reordenando su mente, exhausta y echa
un lio.
Esperando que aquello sirviera de algo.
hola! En 3 dias me lei todos los capitulos y necesito mas!!
ResponderEliminarMe encanta tu novela, lo que no puedo entender es porq sufre tanto julieta! No era suficiente con tener cancer que aparece esa loca?
Me encanta como escribis! Genia!
Espero que subas pronto el otro! Saludos!
Hola linda te cuento que soy la administradora de un fanpage donde compartimos novelas osea es un blog de novelas nos llamamos diva de los blogs ya tenemos varios blog y seguidores por si quieres pormocionar tu historia con nosotras nos mandas mensaje a este facebook https://www.facebook.com/DivasBlogs y seras bienvenida
ResponderEliminarBuenisima historia, creo que me lei los capitulos en menos de una semana, que ganas de seguir leyendo!!!!
ResponderEliminarQue días publicas=???
Sábado :) Sólo que el fin de semana pasado tuve un problema con el ordenador, así que esta semana publicaré antes.
EliminarBienvenida! Un besito :)