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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

martes, 12 de noviembre de 2013

Capítulo 47




En ese preciso instante, les interrumpió el llanto ansioso del bebé que descansaba a su lado. Julieta suspiro, dejando su mirada en el aire, e intentó calmar a Isaac… unos minutos interminables hasta que volvió a dormirse en sus brazos. Se sentó de nuevo en el sofá y notó que la pierna de Elliot llegaba a un ritmo frenético. Le ayudó tener a Isaac en brazos para mantener la calma y hablar entre susurros.

                -Cálmate, por favor-Murmuró.

                -Suéltalo de una vez, Julieta-Contestó Elliot en voz baja.

                -No puedo verte así, estás a punto de… enfermar.

Él abrió la boca, frunció el ceño y se levantó, dejando escapar un bufido.

                -Estoy bien-Contestó, dándole la espalda.

                -Elliot… ¡No te vayas!-Exclamó en un susurró.

                -Tengo que trabajar…

                -Por favor, estamos hablando-Volvió a rogarle, cansada.

Se dio la vuelta y la miró con una expresión nada amigable. Cruzo los brazos en el pecho y ladeo la cabeza.

                -Habla-Ordenó Elliot.

Verlo así, en ese estado, fue lo que propició que acabará con la poca fuerza que le quedaba a Julieta, que cerró los ojos y se mantuvo callada. Inhabilitada por completo para hacer lo que le pedía; Hablar.

Ya era tarde y la angustia había acabado por explotar en su garganta, haciendo que sus ojos se empañaran y que todo ese cúmulo de sentimientos pasara a convertirse en uno solo. Rabia, cegadora e incontable.

                -Julieta ¿Qué quieres? ¡¿Qué quieres?! Dímelo. Tengo que seguir trabajando…

                -No. Ya está bien-Dijo, apretando la mandíbula- No vuelvas a repetirme eso más veces. No soy imbécil.

El ambiente de la habitación empezó a tensarse, tan rápido como culminó ese silencio.

                -Desde que pasó lo de Jess en el hospital, no eres tú. Eres como un fantasma que vaga del despacho al hospital y del hospital… Al despacho. Ni siquiera te esfuerzas por mirarme nada más lejos de como miras a una paciente. No me besas… No me tocas. Creo que estás enfermo. Enfermo por la culpabilidad o… por querer ayudarme. No eres el mismo…  El caso es, que yo tengo la culpa. Y es duro tenerla.

Sabía que sonaba horrible en sus oídos pronunciar aquel puñado de palabras. Y que ella no era la única mal parada. Observó fijamente sus ojos azules, inmersos en algún sentimiento desconocido y fuera del límite de lo que llegaba a entender. Elliot negó varias veces con la cabeza y se revolvió el pelo, nervioso.

                -Exageras-Sentenció él y le dio la espalda para apoyarse en la barra de la cocina.

                -Recuerdo aquella madrugada-Murmuró Julieta observando el sueño de Isaac- Me desperté después de todo aquel jaleo. Tenía un tubo en la garganta y solo recuerdo que me sentí aterrada. Era un sentimiento horrible que aplacaba todo lo demás; los médicos, las enfermeras, los sonidos... Pensaba en Jess y en que detrás de esas batas podía estar ella, esperándome ansiosa. Pero entonces, miré en otra dirección y te vi. Parecías muy feliz de verme, como nunca antes... tranquilo. Me miraste y te acercaste a mí… Ya no tenía miedo ¿Sabes? Desapareció en un segundo. Y entonces, me besaste en la frente y recuerdo vagamente notar que llorabas… Pero tú… tú estabas allí, conmigo, susurrándome al oído que ya había pasado todo. Esa fue la última vez que vi a Elliot Evans. Después todo se volvió oscuro y difícil. Y ya no has vuelto a besarme.

Julieta se limpió las lágrimas y esperó, mirando en su dirección. Notaba un punzante dolor en el pecho que se alejaba mucho de algo físico, empeorando con cada segundo que escudriñaba su cuerpo inmóvil, descansando sobre la piedra de fluorita.

                -No puedo decir nada. Lo siento-Contestó por fin, en una voz muy débil.

                -Dime que son imaginaciones mías y que mi tumor hace que me olvide de los besos y las caricias. De tus “nena” y tus bromas matutinas que no me sientan bien, pero que me encantan cuando las recuerdo durante el día. Que me lo invento y que… que estoy loca.

                -Julieta, déjalo-Dijo, dándose la vuelta. Tenía los ojos irritados y las mejillas sonrosadas.

                -No puedo dejarlo. Tienes que dejarme tú. A mí, al cáncer… Necesitas aplacar esta mala racha. Por mí, por él… ¡Vuelve, joder!

A Elliot se le transformó el gesto. Frunció el ceño y se horrorizó al mirarla.

                -¿Estás diciéndome que quieres que te deje? ¿Es eso?-Preguntó desesperado.

Se contuvo para interrumpir su llanto, haciendo de tripas corazón y asintió levemente. Después se puso en pie y dejó al bebé en la hamaca. Se acercó a Elliot despacio y le agarró los brazos.

                -Estoy preocupada- Murmuró con voz ahogada, aguantando el aliento- No quiero que yo sea la causa de que no duermas, ni comas y de que sientas tanta culpa que seas incapaz de quererme. Te pido… No. Te suplico que desconectes.

                -No voy a dejarte. Eso me destrozó la última vez, Julieta. Te quiero. No puedo dejarte. Te quiero muchísimo… Pero no puedo… No puedo. Es culpa mía-Sollozó y enterró la cara en sus manos-Es culpa mía. Ella y todo lo demás.

Verle en ese estado, como a un ser frágil y vulnerable, hizo que su corazón se hiciera añicos en su pecho. Le abrazo, esperando que así se calmara, aunque no lo hizo. Se percató de que Elliot era alguien enfermo, que no sabía contener el dolor que sentía y de que no podía alejarse de él, que simplemente, era imposible que fuera a dejarle que lo hiciera. En un segundo, todo lo que parecía tener claro, era ahora ridículo, un pensamiento que se alejaba de cualquier cosa que quisiera hacer ahora.

Como distanciarse.

Entonces, los brazos de Elliot se estrecharon en su cintura. Y de pronto, agarró su barbilla para besarla. Un gesto ansioso y frenético que empezó a devorar a Elliot, que desabrochó la camisa de Julieta… E hizo lo consiguiente con las demás prendas que llevaban puestas, sin dejar de rozar sus labios.

Su cuello.

Su pecho.

Se sentía abrumada. Sabía que era extraño tener sexo en aquella situación tan caótica… pero el deseo pudo más que la lógica y no quiso sino parar sus pensamientos y rendirse ante el juego de sus manos, que dibujaban invisiblemente, marcando su anatomía.

Elliot la levantó y la sentó con destreza sobre la encimera, como una fiera que devoraba su presa… Aunque esta vez, la presa estaba dichosa, disfrutando de su olor, de su calor, de la respiración ansiosa de su pecho.

De su contacto.

El corazón le latía con fuerza y sus extremidades se esforzaban por aguantar con dignidad todo ese esfuerzo.
Incluso llegó a pensar que aquel instante podía hacer que parara de bombear.

Pero ni eso era bastante para querer matar a sangre fría ese placer.

                -No puedes irte… Lo siento-Susurró él entonces, en su oído, mientras sus cuerpos se entrelazaban sobre la fría piedra-Lo siento, nena. Haré todo lo que me pidas. Lo haré. Lo prometo.

Esas palabras fueron lo último que escuchó antes de que el éxtasis sucumbiera a su consciencia, y que ese estado de culmen emocional, la envolviera en un sueño profundo.


Por la tarde, al despertar, Julieta estaba desnuda, sumergida en el nórdico de plumas. Le dolía cada centímetro de su anatomía y estaba desorientada. Pero aquello desapareció y no pudo más que sonreír cuando vio a Elliot durmiendo como un tronco a su lado. Ni siquiera estaba segura de que fuera sano alegrarse tanto por verle en ese estado. Hacía mucho que no lo veía así y resultaba reconfortante.

Se levantó de la cama y fue hasta la cuna de Isaac. Estaba vacía. Su estómago dio un vuelco. La asoló un miedo irracional, el remordimiento de haber sido una mala madre que deja a su bebé, solo por sexo. Sexo que quizá no había sido la mejor idea del mundo. Se puso la bata y bajó corriendo, entre jadeos y trompicones.

La pequeña hamaca estaba vacía y eso casi hizo que se cayera de bruces al suelo. Se agarró a la barandilla y se quedó inmóvil, observando la habitación vacía, incapaz de pensar en nada que no implicara a Jess.

En ella cogiendo a su bebé.

Haciendo desaparecer a su bebé.

En ella logrando que no fuera a ser feliz.

                -¡Jul!-Exclamó la voz de Mathilde entrando en el hall. La observó caminar hacia ella con su bebé en brazos, como si fuera una visión. Bufó y se sentó en la escalera, volviendo a recuperar el aliento y sonriendo para si misma.

                -Pensaba, pensaba que… ¡Dios mío, me he asustado!-Dijo, llevándose las manos al pecho-No sabía dónde estaba.

Mathilde llegó hasta ella y la miró, sintiéndose culpable. Le tendió al bebé y Julieta lo acunó despacio. Estaba despierto e inquieto.

                -Elliot me llamó. Estaba agotado y me pidió que cuidara a Isaac… Tú dormías. Lo siento, lo llevé a mi habitación un momento para darme una ducha-Explicó compungida-Creo que tiene hambre.

                -No pasa nada, tranquila. Es que se me habían pasado cosas terribles por la cabeza.

                -Pareces cansada.

                -Lo estoy… y hambrienta-Admitió Julieta. Estaba delante de Mathilde y pensó que ese era un buen momento para hablar con ella de Elliot-Voy a darle de comer, pero necesito hablar contigo ahora… Y quizá pedirte algo. Antes de que Elliot se despierte.

                -Claro, cariño, lo que quieras ¿Qué pasa?

                -Aquí no. Vamos a tu habitación.


Le valió poco esfuerzo contarle a Mathilde su situación con Elliot. Incluyendo su conversación de hacía unas horas. En el tiempo que llevaba viviendo con ellos, ella había logrado ser un pilar fundamental para Julieta, alguien que vivía lejos de su hogar para ayudarla ¿Qué iba a intimidarle de ella?

Mathilde escuchó el relato con una mezcla de aprensión y congoja. Cuando Julieta terminó, suspiro y asintió varias veces.

                -Sabía que le pasaba algo pero no quería preocupar a nadie, ni sacar conclusiones precipitadas. Es normal que esto le esté afectando, de una manera u otra debía de pasar. Él no es de piedra, por mucho que nos quiera hacer ver que sí-Opinó ella.

                -Lo sé, lo sé-Julieta hizo una pausa, reordenando cada pensamiento que le rondaba- Hoy se ha acercado a mí… Pero ¿Es suficiente? Quiero decir, ¿De qué me vale? mañana puede volver a cerrarse.

                -Sí… Aunque creo que lo de dejarle era una idea descabellada-Se sinceró Mathilde y le dio unas palmaditas en la pierna.

                -Y ahora también lo veo así… Sé que no voy a hacerlo. No quiero. Entonces, ¿Qué hago?-Terció, desesperada. 

                -Tranquila, a ver… Es seguro que debemos alejarlo del caso. En realidad, el ensayo está muy tranquilo ahora. No entiendo tantas horas de dedicación-Explicó Mathilde con calma, en voz baja.

Esa información, la trastornó aún más, reafirmando la hipótesis de que Elliot estaba peor de lo que ella imaginaba.

                -Es por mi culpa, Mati. Y eso me mata-Murmuró resignada- ¿Y si no vuelve a ser el mismo?

                -Me has dicho que esta noche has visto algún resquicio de Elliot. Sí es así, no es para tanto. Además, tú ahora estás genial. Mírate, y te operaron hace menos de tres semanas.

Julieta la escuchaba, pero no entendía porque se refería a eso. Ni siquiera le importaba ella en ese momento. Incluso se preguntó si su racha de suerte se había equilibrado destrozando a quien más quería. Pero ese pensamiento, acabó por desecharse, convencida de que estaba dándola demasiadas vueltas y que comenzaba a desvariar.

                -Me siento fuerte, pero esto…

                -Hablaré con él. De todas formas, esperaremos a que se despierte, para ver si “Vuestra charla” ha servido de algo-Susurró Mathilde, con una sonrisita. Julieta le dio un codazo, poniéndose colorada-¡Oye! Por lo menos, has disfrutado un poco ¡Bien por el trastornado Elliot!

Julieta soltó una carcajada y las dos rieron un rato. Unos instantes reconfortantes en aquel fondo donde se encontraban.

                -Supongo que fue bueno si me desmaye-Bromeó entre risas y Mathilde ahogó un grito.

                -Julieta Pope, eres mala… ¿Cuánto llevabais sin…?

                -Y tú eres muy graciosa… No pienso responderte-Se quedó callada y cogió una bocanada de oxígeno-Meses, antes de Isaac y bueno…-Mathilde frunció el ceño y se tapó la boca con la mano- ¡Me operaron el corazón y tuve un bebé! ¡¿Qué quieres?!

Siguieron allí un rato, hablando de cosas sin importancia que conseguían camuflar ese día tan difícil.
Y fue así, hasta que Elliot apareció en el umbral. Se apoyó en la pared y sus labios formaron una línea muy fina que casi parecía elevarse hacia arriba, intentando que fuera un amago de sonrisa. Mathilde y Julieta se quedaron calladas, mirando en su dirección.

Elliot estaba vestido y a sus pies, había una bolsa de viaje. De nuevo, Julieta sintió que en la habitación no había suficiente aire para sus pulmones. Miles de cuestiones se agolpaban en su cabeza. Se puso en pie y se acercó un par de pasos en su dirección, negando con la cabeza involuntariamente.

                -¿Qué…? ¿Qué haces?-Preguntó balbuceante.

                -Voy a irme a mi apartamento. Queda poco para la boda y seguro que vais a estar muy ocupadas con los preparativos-Dijo con voz vacía, mirando directamente a Julieta, con una falsa alegría dibujada en el rostro-Sé que las mujeres os ponéis muy pesadas con eso y yo también necesito prepararme.

                -Elliot…-Empezó a protestar ella, con voz rota.

                -Mathilde, mi maletín está en el despacho. He dejado todo allí, puedes echarle un vistazo. Sino encuentras algo, llámame.

                -Bien-Dijo ella y los dejó solos, después de dedicarle una mirada cómplice a Julieta.

                -Julieta…

Ella no necesitaba escucharle. Solo quería tirar esa bolsa de viaje y borrar todo lo que le había dicho.

                -No quiero que te vayas. Necesito que sepas que no quiero que te vayas. Todo lo que dije… No lo pensé bien. No es eso lo que necesitas…-Sollozó con rabia, odiándose a sí misma.

                -Nena…-Susurró él y la abrazó-Eres tan lista que resulta insultante tenerte cerca-Bromeó y le besó la frente.

                -Elliot Evans, no te atrevas a bromear ahora-Murmuró, hundiéndose en su pecho.

                -No estoy bien, y pensaba que iba a ser fácil, pero no. Me has ayudado a darme cuenta. Tengo que descansar y... volver a ser yo.

Ni siquiera ella estaba segura de sí era eso lo que de verdad quería escuchar. Si le hubieran preguntado eso esa misma mañana, la respuesta hubiera sido rotunda. Sí. Y ahora necesitaba que alguien le recordara que no estaban jugando con fuego.

                -Mañana iremos a cenar a ese sitio tan “Julieta” al que me llevaste la primera noche que decidiste salir conmigo. No pasará nada, cariño.

Decidió hacerle caso, rendirse ante su propia idea.

                -No, mañana descansa. Iremos el viernes-Dijo, mirándole fijamente. Después hundió sus labios en los suyos despacio.

                -Te llamaré mañana.

                -Vale.

Lo vio alejarse y desaparecer del alcance de su visión. Se sentó en la cama de Mathilde y suspiró, reordenando su mente, exhausta y echa un lio.

Esperando que aquello sirviera de algo.


4 comentarios:

  1. hola! En 3 dias me lei todos los capitulos y necesito mas!!
    Me encanta tu novela, lo que no puedo entender es porq sufre tanto julieta! No era suficiente con tener cancer que aparece esa loca?
    Me encanta como escribis! Genia!
    Espero que subas pronto el otro! Saludos!

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  2. Hola linda te cuento que soy la administradora de un fanpage donde compartimos novelas osea es un blog de novelas nos llamamos diva de los blogs ya tenemos varios blog y seguidores por si quieres pormocionar tu historia con nosotras nos mandas mensaje a este facebook https://www.facebook.com/DivasBlogs y seras bienvenida

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  3. Buenisima historia, creo que me lei los capitulos en menos de una semana, que ganas de seguir leyendo!!!!
    Que días publicas=???

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    Respuestas
    1. Sábado :) Sólo que el fin de semana pasado tuve un problema con el ordenador, así que esta semana publicaré antes.
      Bienvenida! Un besito :)

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