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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 48





Esa noche fue fría y solitaria, aunque de un modo distinto a días atrás. Le reconfortaba sentirse así, sola, como si algo dentro de ella le dijese que era el camino correcto, el que mejoraría la situación. Era soportable si no incluías el frío que acuñaba cada una de las fantasmales siluetas de la casa. No tenía que ver con la temperatura, ni siquiera por la lluvia y el sonido que oscurecía el ambiente. El problema principal residia en una cama horrorosamente grande. En el vacio inmenso.

Eso oscurecía las noches de Julieta.

No recordaba cual había sido la última vez que durmió sola, sin embargo, al meterse en la cama y cerrar los ojos, supo que no iba a dormir mucho. Empezó a dar vueltas, intranquila, de un lado a otro, con la sensación de que el espacio cada vez era más grande.

Eso le parecía y un momento de flaqueza, cogió su iPhone y llamó a Elliot. Dudó en colgar, puesto que era tarde y sabía que podía estar dormido, que podía asustarle, pero esperó, hasta que su llamada recibió respuesta.


                -Si no te conociera, me habrías dado un susto de muerte… pero la verdad es que yo también estaba pensando en ti-Contestó Elliot con voz ronca.


Suspiró y sonrío al teléfono, dichosa.

                -Parecemos un par de adolescentes ¡Oh mi amor, mis padres ya se han ido a dormir y necesitaba pedirte que nos escapemos, que no puedo vivir sin ti!-Exclamó con dramatismo.

Al otro lado del teléfono se escuchó una carcajada, seguida de un bufido.

                -¿Has estado ensayando?-Preguntó, divertido.

                -Quería estar preparada-Repuso Julieta.

                -Definitivamente quiero casarme contigo.

                -¿Definitivamente, doctor Evans? ¿Aún se lo estaba pensando?-Inquirió en un susurro, jugando con su anillo.

                -Tenía mis dudas… Las abogadas me ponen nervioso.

                -Ahora mismo no ejerzo mi profesión.

                -Supongo que entonces no hay problema, señorita Pope.

Se rieron un rato y bromearon sobre cosas sin importancia, recordando algunos de los buenos ratos que tuvieron en el pasado.

                -Ahora enserio, ¿Estás… mejor?-Preguntó ella, temerosa de sacar el tema.

                -Jul, de verdad. He dormido y me he despejado un poco. Estoy bien, no te preocupes. Debería ser yo quien te preguntara a ti.

                -Eso sería algo cotidiano-Murmuró con tristeza.

                -Nena…

                -La cama está tan vacía sin ti-Susurró con una sonrisita, como si Elliot fuera capaz de verla a través del teléfono.

                -Uh… Eso ha sido un golpe bajo.

                -¿Sí?

                -Deberías dormirte ya, estás delirando-Bromeó Elliot.

                -Sí, debería…

                -Julieta…

                -Elliot

                -Voy a colgarte ¿Vale? No quiero ser el responsable de que mañana no puedas abrir la puerta temprano.

Eso la pillo desprevenida. Se incorporó y frunció el ceño.

                -¿Qué? ¿La puerta? ¿Qué puerta...? Elliot Evans, ¿Qué has hecho?

                -Espera a mañana. Buenas noches.

                -Buenas noches, intentaré dormir con esa información.

                -Julieta-La llamó, antes de que colgara.

                -Dime.

                -Te quiero.

                -Yo también.


Se quedó dormida al poco rato de colgar, más tranquila después de haber tenido una charla corta pero que le recordaba que él seguía allí. Despertar al día siguiente fue una sensación un poco menos placentera. Se incorporó despacio, intuyendo que el día anterior estaba pasándole factura. Estaba cansada y cada centímetro de su anatomía estaba desecha, pero entonces recordó el avance que había conseguido con Elliot y sonrío encantada. Volvió a recostarse y suspiró despacio. Sabía que con la quimio los días malos se alternaban con los buenos y que no podía sino resignarse y dar gracias porque solo estaba exhausta y no tenía nauseas ni dolor de ningún tipo. Así que miró el reloj y se quedó tumbada entre las sábanas, consciente de que el llanto de Isaac se escucharía en cualquier momento y que en ese instante, si tendría obligaciones que atender.

Pero no fue así. A los pocos minutos llamaron a la puerta de su habitación. Era su madre, Emma, y llevaba al bebé en brazos, vestido y abrigado.

                -Hola cariño-La saludó con gesto alegre.

                -¡Mama! ¿Qué haces aquí? ¡Qué sorpresa!-Contestó Julieta.

Emma se sentó a su lado en la cama y le beso la mejilla a su hija. Después le dejó a Isaac en sus brazos.

                -Hola cariño, buenos días-Lo saludó Jul y besó su frente con suavidad.

                -Bueno, he pensado que podía quitarte un poco de trabajo por unas horas… Cuando estuviste en el hospital lo tuve un par de noches ¡Las niñas estaban encantadas con tener a su sobrino en casa! Incluso me ayudaron mucho más que de costumbre. Necesitan un incentivo de vez en cuando.

Julieta se echó a reír, encantada con esa inesperada visita que, intuía, Elliot había tenido algo que ver.

                -Es genial, mamá. Claro que puedes llevártelo.

                -Antes estabas durmiendo… Así que lo he bañado y le he dado de comer. Me ha ayudado Alice-Le dijo Emma mientras le acariciaba el pelo, poniéndoselo detrás de la oreja.

Ella frunció el ceño, extrañada y ladeó la cabeza. Estaba muy mosqueada con toda aquella “situación”.

                -¿Alice está…?

                -Oh sí, que tonta… Ha venido hace un rato.

<<Elliot…-Pensó, incapaz de creer que todo ese gentío fuera casual. >>

                -No he… oído a nadie-Admitió Jul.

                -Vives en un ático muy grande, cariño. Es más grande que mi casa.

                -Ni siquiera es mío-Susurró con tristeza-No tengo muchas cosas verdaderamente mías-Miró a su bebé y sonrió-Bueno, él si ¿Verdad, cariño? Mío… Solo para mí.

No se acostumbraba a ese sentimiento que se despertaba en ella al mirar a esa pequeña persona. Se quedaba embobada, incapaz de no suspirar, de no sentirse la persona más feliz del mundo.

                -No digas esas cosas-Le regañó Emma-Eres una abogada estupenda que…

                -Que lleva meses sin trabajar-Completó Julieta-Aunque ahora tengo un trabajo diferente. Consiste en cambiar pañales, darle de comer a un bebé a horas intempestivas y hablar como si fuese idiota… Pero me encanta. Me estoy acostumbrando a esto.

Su madre le cogió la mano, mientras sus ojos se volvían vidriosos.

                -¡Mamá!-Exclamó, riendo.

                -Soy una sentimental, lo siento-Se disculpó Emma, sonrosada.


Cuando su madre se marchó, casi no podía contener el aliento, cansada de hablar y aparentar que estaba perfectamente. Pero la realidad se alejaba mucho de eso aquel día. Suspiró y sacó las piernas despacio, para ponerlas sobre el suelo. Se agarró a la mesita de noche y cogió aire antes de incorporarse, pero al hacerlo, su inconsciente volvió hacia atrás y prefirió volver a sentarse.

Conocía esa sensación y se había acostumbrado a vivir con ella. Era una forma de debilidad física con la que se encontraba extrañamente familiar. Pero eso era algo que podía soportar mientras estuviera feliz… Y lo estaba.

Solo debía acordarse de su última llamada de teléfono.

Entonces, Alice irrumpió en la habitación, abriendo la puerta con energía y abriendo mucho los brazos. Julieta se soliviantó y la miró extrañada.

                -¡Buenos días!-Exclamó sonriente.

                -A… Alice. Dios mío… Me has…-Se quedó callada, recuperando el aliento. De repente, el gesto de Alice cambió. Cerro la puerta y fue hasta ella con preocupación-Tranquila… solo estoy cansada.

                -¿Tienes nauseas?-Le preguntó ella, tomándole el pulso.

Negó despacio y le sonrió a Alice.

                -Estás guapa-Susurró Julieta con sinceridad. La hermana de Elliot llevaba un vestido de flores y se había recogido el pelo. Parecía muy feliz.

                -Gracias. Tú muy delgada-Bromeó Alice.

                -Me lo tomaré como un cumplido.

                -¿Necesitas algo?

Esa pregunta le vino de maravilla. La necesitaba y no tenía fuerza para gritarlo a los cuatro vientos.

                -Sí… ¿Me ayudas a darme un baño? Estoy… agotada-Le rogó, poniendo un gesto de súplica infantil en los labios.

                -Claro, nena-Dijo Alice con voz masculina y pose seductora-Rodea mis hombros y te llevaré a las estrellas.

Hizo lo que le pidió y, entre tropiezos y carcajadas pudieron llegar al baño. Alice llenó la bañera de agua muy caliente y puso algunas sales que daban a la habitación un olor a lilas.

                -Me consientes demasiado-Susurró Julieta, tumbándose en la bañera, disfrutando el placer que desprendía su piel en contacto con el agua.

                -No cantes victoria, algún día te pasaré la factura.

Julieta cerró los ojos, sonriente, y al hacerlo… Elliot le vino a la cabeza.

                -¿Puedes mantener esto en secreto?-Le preguntó-Me refiero a Elliot y Charlie.

                -Más a Elliot que a Charlie, supongo-Alice se quedó pensativa, hasta que negó para sí y suspiró-Antes he entrado así de… efusiva, porque quería contarte algo.

Julieta se dio cuenta de que su amiga no podía contener el gesto tímido y que sus mejillas estaban sonrosadas.

                -¿Qué pasa? ¡Habla Alice!-Urgió Julieta.

                -Charlie va a quedarse en Nueva York.  No va a volver a Londres. Bueno, sí que irá para arreglar algunas cosas en la editorial pero volverá… Y vivirá conmigo y con Henry.

La noticia la pillo completamente desprevenida. Se quedó boquiabierta, inundada de una alegría inmensa.

Charlie iba a vivir a su lado, con la hermana de Elliot junto a él, para hacerle feliz. No podía desear nada mejor para alguien a quien quería tanto y a quien había hecho tanto daño en el pasado. Intentó decir algo, pero lo único que pudo formar en sus labios, fue un suspiro.

                -No sabes cuánto… dios mío, es fantástico-Dijo finalmente.

                -Puede que algún día tengamos un hermano para Henry. Él se ha acostumbrado muy bien a esta nueva situación.  Quiere a Charlie y sabe que él y yo somos….-Se echó a reír y puso los ojos en blanco-Novio y novia.

                -Oh, novio y novia… Me gustaría que en mis tarjetas de boda pusiera algo así-Bromeó Jul- Me alegro tanto, Alice. Cuida a mi hermano...

La última frase sonó un tanto extraña e intentó disimular sonriendo.

Algo tarde.

                -Lo haremos las dos-Susurró acariciándole el brazo-Escucha, sé que estás muy a gusto en este baño, pero necesito que salgas y bajes al salón.

                -¿Elliot?-Pregunto, Julieta, curiosa, recordando al Elliot misterioso por teléfono.

                -Adivínalo tú misma.

Bajaron al hall. Allí estaban Charlie y Henry, intentando esconder una enorme caja que era imposible de ocultar. Era de lunares azules y tenía un gran lazo rosa. El niño se puso muy nervioso al verla y empezó a zarandear el brazo de Charlie.

                -¿Eso es para mí?-Preguntó Julieta, exagerando su sorpresa.

Charlie y Henry asintieron y se echaron hacia un lado.

                -¡Ábrela, ábrela!-Gritó Henry dando saltitos.

                -Bien-Aceptó Julieta y tiró del lazo. La caja se abrió completamente y su contenido, la dejó completamente desprevenida. 

Un perro, un cachorro de Mastiff de color negro. Con una llave anudada al cuello en un lazo de color rosa.

                <<Elliot, estás loco…>>

                -Es… es… un perro-Balbuceó Julieta y se encogió de hombros- Es precioso-Se acercó y lo acarició divertida, como si volviera a la infancia-¿Es para mí?

                -Claro-Dijo Charlie-Aunque Henry y yo nos hemos otorgado el honor de ponerle nombre. Se llama… Haz los honores Henry.

                -¿Qué?-Preguntó el niño.

Alice se rio por lo bajo y agarró a Julieta por el brazo.

                -Que digas como se llama, cariño-Le ayudó ella.

                -¡Ah! Se llama…-Hizo una pausa y se quedó pensativo, llevándose un dedo a la boca-¡¡Treinta!!

                -Trece...-Lo corrijo Charlie.

                -¿Trece?-Repitió Julieta-Me gusta ese nombre.

                -Es más, es una pista-Añadió Alice.

Sonrió ante la idea de que Elliot estuviera ocupado en otras cosas, alejado de sus problemas habituales. Pero no tenía ni idea de que se traía entre manos. Y eso resultaba emocionante y... normal.

Intentó por todos los medio sonsacarle algo a Alice y Charlie, pero ninguno de los dos sabían nada… O querían mantenerlo en secreto.

Cuando todos se marcharon, volvió a subir al dormitorio. En la cama había una rama de orquídeas fucsias con una carta dirigida a ella. Su primer pensamiento fue que era de Jess, pero no tuvo tiempo a sentir el temor habitual. La abrió deprisa y sonrió al ver la desastrosa letra de Elliot.

                <<Mañana tenemos una cita. En el mismo sitio, ocho meses después>>



2 comentarios:

  1. Oh! Pero que tierno llega a ser Elliot.
    El capítulo me ha encantado, quiero saber que se trae elliot entre manos
    Un beso

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