Datos personales

Mi foto
"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

jueves, 23 de enero de 2014

Capítulo 52






No estaba segura del tiempo que pasó hasta que llegó la policía. Tampoco se había dado cuenta de que parecía sospechosa de atentar contra la vida de su marido hasta que la metieron en una sala de juntas del hospital. Ni siquiera tenía fuerzas para oponer resistencia, quejarse o contar los hechos, así que lo único que hizo fue mirar a un punto fijo en la mesa.

<<” ¿Ha disparado usted a su marido, señora Pope?” “¿La ha agredido su marido?” “¿Se defendió y por eso le disparó?”>>

Las palabras turbias recorrían su mente, en un enjambre ruidoso y sin sentido. En un instante de lucidez, se miró las manos ensangrentadas. Ni siquiera se había cambiado. No había dejado que la atendieran… por lo que seguía sucia y empapada, dejando que la sangre se secara en su piel.

Respiró hondo y miró a uno de los inspectores a los ojos, recordando la imagen de Elliot pálido, cruzando urgencias en una camilla.


                -Lo siento, creo que aún estoy en Shock. Han intentado matarme a mí y a mi marido. Soy abogada y conozco el procedimiento, así que espero que entiendan que necesito…  limpiarme y esperar a que los médicos me den alguna noticia-Observó al hombre alto de tez oscura que la miraba como si fuese una asesina- Tendrán todos los detalles en cuanto me recupere de esta conmoción-Dijo sin titubear, con firmeza, mirando intermitentemente a los dos hombres trajeados-Y por supuesto, entiendo que deba de estar vigilada en todo momento. No se preocupen.

                -Muy bien, señora Pope.

                -Evans… Es Evans-Le rectificó y se levantó de la silla con lentitud.

Salió de la sala y se apoyó en la pared. Ahora notaba el cansancio, el dolor… El entumecimiento de sus extremidades, el frio.

                -Ya les dije que no se encontraba usted bien-Murmuró una enfermera de rasgos orientales, agarrándole el brazo- Debe hacerme caso, tengo que curarle esas heridas, ese ojo tiene muy mal aspecto.

                -Creo… creo que tengo una costilla rota-Susurró con un gesto de dolor, rodeándose el pecho.

                -No se preocupe, le haré unas placas.

Sus ojos se anegaron en lágrimas e hizo un esfuerzo por llenar con aire sus pulmones. Tenía miedo y no era solo por Elliot, sino también por las escenas imborrables que provocaban que se le erizara el bello de la nuca.

                -¿Y mi marido? ¿Está bien?

                -Aún no lo sé, está en el quirófano. Venga, vamos a curarle eso, le dejaré un pijama. Después le prometo que subiré a quirófano para preguntar-Le aseguró amablemente, con una sonrisa.


Dos costillas rotas, algún que otro hematoma y la enorme herida del brazo que un médico se encargó de curar a conciencia. La amable enfermera, de nombre Lin, la ayudó a ducharse y le dejó ropa limpia.

                -Le he traído una silla, para ir a quirófano.

Sintió desesperanza, la posibilidad de que nada fuera a acabar bien. Sus manos empezaron a temblar, e intentó pararlas, cerrando los puños y centrando toda su fuerza en ellos.

                -No va a salir de esta. Tenía que haber sido yo. Yo estoy enferma, puedo no pasar de una semana… Pero él tiene toda la vida por delante. Esto no está bien. Él tenía que estar bien. Tengo un hijo ¿Sabe?-Murmuró con una sonrisa, mirando a la enfermera Lin un segundo, para luego mirar hacia la ventana- Sé que soy muy joven para tener hijos, pero supongo que todo sucede por una razón. Es precioso. Llora y no me deja dormir, pero es perfecto. Elliot tenía que cuidarlo cuando el cáncer me venciera. Y ahora él está así y yo tengo miedo de morir también y que mi bebé se quede solo. Sé que es egoísta, pero no quiero morirme y dejarle solo.

La enfermera le cogió la mano y ese gesto, de una desconocida, hizo que dejara de temblar.

                -Saldréis de esta los dos. Ya verá. Soy una especie de bruja… Al menos eso dice mi hija cuando sé que habla con su novio, por la cara que pone mirando el teléfono. Sé que van a recuperarse. Todo el mundo tiene rachas malas.

                -Gracias. Ojalá su hija tenga razón.


Cuando salieron de la habitación, atravesaron el pasillo hasta llegar al ascensor. Justo antes de que las puertas se cerraran, Julieta vislumbró a Charlie y Mathilde al final del pasillo. Sus miradas se cruzaron y notó un profundo alivio al ver caras conocidas entre todo ese alboroto. Se levantó e interpuso su cuerpo entre el acero del ascensor, que volvió a abrirse al chocar con ese obstáculo. Salió y aligeró el paso cada vez más ansioso para llegar a ellos, como si el tiempo pudiera terminarse en el intento.

Chocó con Charlie y lo abrazó con fuerza, sollozando en su hombro, hasta que la fuerza de su hermano fue demasiado para sus costillas y se separaron un poco. Él agarró con ambas manos su mandíbula y la examinó con ojos de loco.

                -¿Estás bien? ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?-Preguntó repetidamente-¿Quién te ha hecho esto?

Tragó saliva, incapaz de formular la explicación. Agarró los brazos de Charlie con fuerza y agachó la cabeza.

                -¿Qué hace aquí la policía? ¿Y Elliot? Jul, ¿Dónde está Elliot?-Preguntó Mathilde está vez, impaciente.

                -Jul, háblanos…

                -¿Y Isaac?-Les preguntó, desviando el tema.

                -En casa. Jul, dinos algo.

                -Estoy bien-Acertó a decir, con un hilo de voz.

                -No, no lo estás, vamos a sentarnos-Terció Charlie, dirigiéndola a un sofá cercano-Tu ojo, tu cara… ¿Ha sido Jess?

Asintió, sintiendo aún el frío de la pistola en su cuerpo. Mathilde se dio la vuelta y se llevó las manos a la cabeza, fuera de la visión de Julieta. Charlie, por el contrario, descargó su rabia contra el sofá, pegándole con fuerza con el puño cerrado.

                -¡JODER!

                -La he matado-Murmuró lo suficientemente alto como para que los dos la oyeran. Lo hizo inconscientemente, como si mantener el secreto más tiempo fuera a destrozarla por dentro igual que un ácido.

                -Julieta…

                -Le disparó a Elliot-Les soltó-Estaban en la piscina y después… No recuerdo lo que paso después. Sé que me golpeó la cabeza. Me desperté en un barco y… y…

De repente, la realidad se distorsionó y fue incapaz de recordar lo siguiente. Sólo veía a Elliot envuelto en un charco de sangre. Se llevó las manos a la cabeza e hizo un esfuerzo por soportar las náuseas que se agravaban en su estómago.

                -Tengo que ir a ver a Elliot… Tengo que verlo.

Se levantó y fue decidida hasta el ascensor, pero uno de los detectives de antes le cortó el paso y le puso una mano amenazante en el hombro.

                -Señora Evans, tiene que acompañarme.

                -No, ahora no. Tengo que verle.

                -Usted no puede…-Empezó a decir, interrumpiendo el paso con sus largos y anchos brazos. 

                -¡Suélteme! ¡Déjeme pasar!-Gritó, sin poder contener ese sentimiento de rabia. 

El agarre de su hombro se intensificó y ella lo apartó de un manotazo. El detective alzó las manos, para que se tranquilizara, pero eso la hizo enfadarse aún más.

                -¡Eh! ¿Qué pasa?-Exclamó Charlie, llegando a ellos.

                -No voy a hacerle nada.

Veía a Charlie hablando con el policía, pero no podía oírles, sólo pensaba algún modo de escapar de ellos, dibujando las ideas con rapidez en su mente. Escaleras, ascensor…

                <<La puerta de emergencia da a las escaleras. Al otro lado del pasillo>>

Aprovechó el momento y la adrenalina que acumulaban en su sangre para darles las espalda y salir corriendo, tan rápido como fue capaz su maltratado cuerpo. Avanzó unos metros por la planta hasta llegar a ella, esforzándose en ignorar que la perseguían, que le gritaban que parara. Pero no podía hacerlo. Sabía que estaba mal, que estaba desafiando a la autoridad, pero ¿Qué importaba eso cuando acababa de matar a una mujer?

                <<Elliot>>

Subió las escaleras de dos en dos, hasta llegar a la sexta planta. Estaba allí, por fin, rozando la victoria con los dedos... Hasta que alguien salido de la nada, la derribó de un empujón. Un enorme guardia de seguridad que, sin duda, intentaba que no pudiera llegar a él. Cayó al suelo y forcejeó con otro policía, gritándole a los dos que la soltaran. Era inútil y exasperante, no iba a conseguir nada por las buenas... así que hizo lo que había salvado la vida hacía unas horas. Pelear. Respiró hondo y hundió el pie con fuerza en el pecho del policía, aprovechando el momento de conmoción para arrastrarse lejos de ellos.

Podía conseguirlo, verle...

Intentó levantarse para seguir avanzando, pero su anatomía decidió que había llegado al límite y la fulminó, hincando sus rodillas en el suelo. En ese instante, recobró la sensatez y se percató de que ya no tenía fuerzas, y que eso tampoco iba a salvarle la vida a Elliot.

Pasaron unos silenciosos segundos en los que sólo se oía el sonido de su respiración, en los que nadie se atrevió a hacer o decir nada. Ese momento se interrumpió con el sonido de unos tacones, dirigiéndose a ella. Una mujer con un vestido azul mar y enormes tacones negros que se agachó a su lado. Jadeante, levantó la mirada del suelo, para encontrarse con Alice y sus ojos tranquilos.

                -Se va a poner bien. Lo has puesto a salvo, ahora tienes que sosegarte-Le dijo con firmeza, antes de ponerse en pie y dirigirse a la policía-Es mi paciente y tengo que ingresarla. No está bien.

                -Es sospechosa de intento…

                -Y también está herida y desorientada. Se quedará en el hospital hasta que digamos.

Julieta intentaba recuperar el aliento mientras se arrepentía de lo que acababa de hacer. Unas manos le rodearon la cintura y la levantaron del suelo.

                -Quiero verle-Murmuró cansada, dejándose caer en una silla.

                -Vamos-Susurró Alice en su oído, empujándola en dirección a la unidad de recuperación.

Una vez allí, la condujo hasta la cama de Elliot. Estaba inconsciente, conectado al oxígeno y una bolsa que le suministraba sangre. Parecía que dormía tranquilo y que había recuperado un poco de color.

                -Le han operado el abdomen para reparar la hemorragia y sacarle la bala. Está bien, sólo le han dañado el riñón, pero tenemos dos… Así que no le pasará nada-Le explicó Alice tiernamente, como si fuese una niña-Ahora voy a ingresarte y a sedarte para que duermas unas horas. Luego…

Sintió un alivio inmediato al verle allí, atendido y a salvo. Las palabras de Alice hicieron que respirara de nuevo y que por primera vez en esa noche, el miedo le diera un respiro.

                -Luego me iré con la policía-Terminó de decir Julieta, mirando a Elliot.

Aunque eso, ya no le importaba.            







1 comentario:

  1. Suspiro colectivo ^o^ Elliot está salvo!! :D Si no fuera porque temo lo que pueda pasarle a Julieta ahora que la policía se va a hacer cargo de ella... En fin, seamos optimistas :) Ya es mucho que los dos se hayan podido librar de esta :P Desde luego es un día de bodas memorable jajaja
    Me ha encantado el capi Jane ^^ Las emociones a flor de piel :P Perfecto para leer en el autobús ^^ (aunque casi me paso la parada por ir leyendo jajajaja)
    Un beso

    ResponderEliminar

.

.