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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

sábado, 23 de febrero de 2013

Capítulo 11




Elliot llegó a casa antes de la comida. Llevaba varias bolsas de diferentes tiendas colgadas de ambos brazos. Buscó las llaves en su bolsillo, dejándolas en suelo. Abrió la puerta y se encontró el apartamento tal cual lo había dejado… Silencioso y vacío.

       -Julieta... ¿Julieta? Ya estoy aquí-Dijo, pero no hubo respuesta. En la mesa estaba el portátil de Julieta, encendido. En la pantalla podía verse toda la bandeja de entrada de su correo, con varios mensajes seguidos de “Charlie”. Miró con curiosidad, sin poder evitar la tentación, el asunto de alguno de ellos.



Asunto: Preocupado.

Asunto: ¿Qué está pasando?

Asunto: Lo sabemos.

Asunto: Necesito que respondas.

Había páginas y páginas de correos de esa misma persona. Elliot comenzó a darle vueltas a la cabeza, imaginando que fuera alguien importante, alguien de su pasado, al que quizá quería más que a él. Esa idea quiso desaparecer de su cabeza, dejando paso a otra explicación mas sencilla. A que seguramente, fuera algún asunto de trabajo del que no tenía que preocuparse. De un modo u otro, sabía que era algo que estaba ocultando.

Oyó pasos y la puerta del baño abrirse. Dejó el portátil y se levantó, intentando disimular mientras rebuscaba algo entre las bolsas… Aunque no se le daba muy bien mentir y estaba pareciendo ridículo. Levantó la mirada, para encontrarse con Julieta. Estaba pálida y volvía a llevar la camiseta de Yale.

       -Hola-Saludó ella débilmente. Sus labios formaron una línea que se inclinó frágil hacia arriba.

Elliot observó como cerraba el portátil antes de sentarse en el sofá.

       -¡Ey!-Dijo con demasiado entusiasmo, cerrando los ojos para centrare-¿Cómo estás?

Se acomodó en su lado y le acarició la espalda.

      -No muy bien… Serán los efectos secundarios por lo de ayer ¿Te pasa algo?-Preguntó Julieta, al notar su gesto distante.

      -No, nada… Eh... Claro. Seguramente estés así por eso- Contestó, cambiando de tema sutilmente- Tranquila, esta noche estarás perfecta- Le aseguró y le besó en la frente.

      -¿Perfecta? No creo que vaya a estarlo-Dijo con una sonrisa irónica- Preferiría quedarme aquí… ¿Sabes?-Abrió poco a poco los botoncitos de la camisa de Elliot y besó su pecho, acariciándolo a la vez con las yemas de sus dedos.

      -Ya es tarde… Mi madre sabe que vamos, aunque me quedaría aquí contigo, si pudiéramos-Le confesó, incapaz de resistirse a ella.

      -Espera. Para- Julieta lo apartó con la mano y cogió aire, fulminándolo con la mirada-¿Qué sabe tu madre? ¿Hablas con ella de mí?

Elliot la miró unos segundos y asintió.

      -Sabe que salgo con una chica… Le dije que eras especial, que estoy… Bueno, que soy feliz-Explicó, mirando intermitentemente la habitación y sus ojos escrutadores. El comentario agradó a Julieta, que se acercó a besarle de nuevo.

Besos que se convirtieron en caricias y caricias en algo más que eso. Elliot la atrapó con sus fuertes manos, poniéndola encima de su regazo, rodeando su cintura, sintiéndose uno para el otro.... siendo uno. Como si aquello fuera para siempre y ese instante no fuera a terminar.



***



      -Ese vestido está bien Julieta… Venga, vamos a llegar tarde-Repitió cansado, por enésima vez al ver otro modelo del impresionante armario de Julieta.

       -Ni siquiera has mirado este- Replicó ella.

Llevaba un vestido ceñido, de color negro, manga larga, cuyos hombros estaban decorados con tachuelas metalizadas. Llevaba unos impresionantes tacones negros que la hacían mucho más alta y un recogido despeinado. Elliot parpadeó varias veces, admirándola con la boca entreabierta.

      -Este es de manga larga y hace que no se me vea el morado del brazo-Explicó colocándose las mangas y una pulsera de brillantes.

      -Jo-der. Estás preciosa…-Confirmó Elliot, sin poder apartar sus ojos de ella.

Julieta se ruborizó y le guiñó un ojo.

      -Bien, pues ya tenemos ganador-Se alegró ella.

      -Por fin… Temía que esto no fuera a acabar nunca.

      -Eres muy gracioso…

      -Lo sé. Venga… Vayámonos... Te aviso: No quiero que comas sin hambre… Mi madre, puede ser muy persistente y no tienes que hacerlo solo por complacerla.

Julieta se echó a reír.

      -¿Qué?-Preguntó Elliot muy serio.

      -Elliot, por favor… Deja de decir esas tonterías- Murmuró y le dio un pellizco en el trasero. Él dio un pequeño salto y la atrapó por la cintura-Relájate…

      -¿Crees que así lo voy a conseguir?-Acarició su labio con el dedo y se sonrieron, reduciendo el espacio ente ellos.

      -No voy a volver a quitarme el vestido, Elliot Evans...


Durante el trayecto en coche, Elliot volvió a pensar en ese nombre; Charlie.

<<No, definitivamente no es del trabajo- Reflexionó, echando un vistazo a Julieta>>

Julieta cambió la emisora de radio, justamente cuando sonaba una canción de Jack White.

<<Son imaginaciones. Nada más que eso.>>

      -Esta tarde me ha llamado la pelirroja agresiva…-Comentó Julieta, al pasar unos minutos, sin darle demasiada importancia.

      -¡¿Cómo?!- Exclamó Elliot alarmado, mirándola con los ojos fuera de sus orbitas.

      -¡Elliot el semáforo!-Gritó ella, justo a tiempo de que Elliot se detuviera-Tranquilo… No ha pasado nada. Sólo se ha interesado por mí… mi salud.

       -Es… es ¡Mierda! No está bien…-Resopló Elliot y dió un golpe en el volante.

      -Eh… Tranquilo…

      -¡Julieta no puedo estar tranquilo!-Bramó con rabia.

      -No tenía que habértelo contado…-Susurró ella, aturdida y molesta.

      -Sí… Ocultémonos más cosas- Le soltó sin poder contenerse. Julieta se puso colorada y agachó la cabeza.

     -¿A qué te refieres?- Preguntó, temiéndose lo peor.

     -Nada. Ya hemos llegado- Contestó él.

Los dos permanecieron en absoluto silencio, sin mirarse, mientras Elliot aparcaba enfrente de una gran casa de estilo moderno, de piedra blanca, rodeada de un muro que perimetraba un gran jardín. La casa tenía una pared de cristal que ocupaba todo el piso de arriba y una chimenea de dónde salía un humo grisáceo, el cual provocaba un delicioso olor en toda la calle.

Julieta se asombró al verla y estuvo a punto de comentar a Elliot que le encantaba, pero recordó sus palabras en el coche y decidió mantener la boca cerrada. Ahora no sólo estaba nerviosa por conocer a su familia, sino por el hecho de que Elliot no tenía una cara muy amigable y mantenía los labios apretados, formando una línea muy fina.

Él pulsó varios botones de un código numérico que hizo que la verja exterior se abriera, dejando paso al gran jardín. Al llegar a la puerta principal, Julieta pulsó el timbre dos veces.

Se oyeron unos pasos menudos que corrían veloces, acercándose hasta la entrada. Henry abrió la puerta y se abalanzó sobre los brazos de su tío con energía y una sonrisa enorme en la cara.

      -¡Oh, qué fuerte estás! ¡Casi logras derribarme!-Lo animó Elliot, cambiando totalmente de gesto. Julieta no pudo evitar sonreír ante esa escena tan entrañable. Henry la miró con una gran sonrisa desde los brazos de Elliot, y ella le sacó la lengua con un guiño.

       -¡Hola! Estábamos a punto de empezar sin vosotros…-Saludó Alice, que acababa de aparecer en la entrada. Se acercó a Julieta para saludarla con un beso en la mejilla – ¿Cómo estás?

      -Genial… genial. Un poco nerviosa- Admitió ella, ante las atentas miradas de los tres.

      -Tranquila, estás preciosa… Entrad-Los animó la hermana de Elliot.


Una mujer de pelo rubio y ojos azules, iguales que los de Elliot, apareció en la entrada con una bandeja de entrantes y una gran sonrisa. Abrazó a su hijo con efusividad, mientras el corazón de Julieta comenzaba a latir con fuerza en su pecho, admirandolos. La madre de Elliot, era una mujer de unos cincuenta años, elegante y de una estupenda figura. Guapa, muy guapa y parecida a su hijo.

Para Julieta, todo pasó muy lento… Hasta que Elliot dijo su nombre, algo que sus oídos se negaban a procesar. Su madre le sonrió de oreja a oreja y le besó la mejilla, obligándola a salir de ese aturdimiento.

      - Bueno, así que tú eres la famosa Julieta. La preciosa Julieta- Le guiñó un ojo a Elliot, que se aclaró la garganta- Soy la señora Evans, pero puedes llamarme Helen. Somos de la familia.

      -Oh, encantada señora… Perdón, Helen-Julieta negó con la cabeza, sintiéndose ridícula, pero al ver que Helen sonreía, lo hizo también. Elliot le dio la mano con disimulo, un gesto que la relajó y que agradeció enormemente, lanzándole una rápida mirada de complicidad- Tiene usted una casa preciosa.

      -Muchas gracias. Acabamos de reformarla. Le he dicho varias veces a mi hijo que te trajese, tenía muchas ganas de conocerte… pero, bueno… Ya le conoces, siempre con mucho trabajo-Explicó mirándolos a ambos y dando pequeñas palmadas en el hombro de su hijo. Julieta era incapaz de controlar el rubor de sus mejillas, que las notaba a punto de arder.

     -Ya vale, mamá- Le regañó él. La señora Evans frunció el ceño.

     -¿Acaso no es verdad?

     -Venga, Elliot… Sabes que tu madre lleva razón.

     -Sí… Quizá sea cierto-Reconoció con resignación y le dio un beso en la frente a su madre.

Julieta contempló ese pequeño detalle con fascinación, a la vez que recordaba sus navidades en el orfanato. Unas navidades que quizá no merecían ser recordadas.

     -Pasemos al salón, chicos-Dijo Helen y los empuja hacia la habitación principal.

Una amplia estancia, decorada exquisitamente con muebles de madera, paredes de un suave color vainilla, con cuadros pintados a mano de hermosas y mágicas calles de París, Londres y otras ciudades europeas. En el suelo de madera, había una gran alfombra de tonos rojos que ocupaba la mitad de la habitación, donde descansaban dos enormes sofás de cuero blanco y una mesita pequeña, acompañada de un centro de flores rojas. Un lugar acogedor y lleno de vida.

     -¡Samuel! Tu hijo y Juliet están aquí- Llamó Helen a su marido. Julieta apretó con fuerza la mano de Elliot al oír esa forma inglesa de pronunciar su nombre. Contuvo la respiración y tragó saliva. No era la primera vez que la llamaban así y eso hizo que en su interior naciera una pizca de nostalgia.

     -Es Julieta, mamá…-La corrijo, Elliot.

     -Oh… Perdona Julieta- Se disculpó, Helen.

     -No, está bien… Me gusta Juliet… Solían llamarme así.

Elliot le echó un vistazo, reparando en su comportamiento. No creía que fuera por ese tal Charlie, ni por su discusión en el coche, pero sabía que una familia podía ser demasiado para ella y que esa noche podía cambiar las cosas… De una manera o de otra.

     -Julieta, te presento a mi padre.

El señor Evans, se acercó a ellos con una sonrisa tímida, parecida a la de Elliot. La viva imagen de él, con unos treinta años más. Era alto, de pelo oscuro y canoso, pero que a pesar de eso, se conserva verdaderamente bien.

Le estrechó la mano con fuerza, zarandeándola varias veces. Julieta veía un reflejo de Elliot en él, en su timidez al conocerse.

      -Encantada señor Evans.

      -Igualmente Julieta. Puedes llamarme Sam o Samuel, como quieras.

      -Sam, Sam está bien-Terció ella, amablemente.

      -Bueno, ya que están hechas todas las presentaciones…-Empezó a decir la señora Evans.

      -Abuela, tengo hambre… Por favor ¿Puedo comer mientras conocéis a Juliet?-Dijo Henry, que estaba realmente aburrido.

Julieta se agachó hasta quedar a su altura.

      -Yo también tengo hambre-Susurró en su oído- Cuando acabemos la cena puedo seguir contándote lo de mi lucha con el león…

Henry abrió la boca formando una "o" y comenzó a dar saltitos.

      -¡SI!

      -Oye… ¿De qué habláis?-Preguntó Alice, divertida.

      -Mami es un secreto. No puedo decírtelo.

Julieta se levantó, notando un leve mareo y se sujetó al brazo de Elliot, que la sostuvo con fuerza, mientras todos se reían de la ocurrencia del niño.

      -¿Nena?-Preguntó él en un susurro, antes de entrar al comedor.

      -Sólo un mareo-Dijo, negando sin darle importancia.

Por suerte, nadie pareció haberse dado cuenta del percance.

      -Comamos pues- Sentenció el señor Evans y cogió a su nieto en brazos.



La mesa estaba repleta de deliciosa comida, combinada con largos diálogos de relleno entre Elliot y su padre, sobre temas médicos. Julieta le contaba a Henry una historia sobre los pingüinos, que se mantenían juntos para soportar el frío, y Alice mantenía una disputa con su madre por algún asunto sin importancia de la comida.

      -Bueno, Julieta háblanos de ti-Inquirió Helen. Ella apartó la mirada de Henry y la dirigió a la madre de Elliot. Todos los ojos de la mesa se centraron en ella. Y ella intentó salir de allí lo mejor parada posible, aunque quizá no saliera muy bien.

      -Soy huérfana-Soltó Julieta, arrepintiéndose al instante. Cerró los ojos, quizá en un intento desesperado de desaparecer. Las palabras habían salido de su boca sin meditarlas un instante, produciendo un silencio absoluto como respuesta. Lanzó una mirada rápida a Elliot que gesticulaba una palabra con los labios “Tranquila”. Se mordió el labio e intentó salir de ese incómodo momento-Lo siento, quiero decir…-Vio a Henry muy atento a ella, con expresión curiosa, lo que hizo que meditara un momento la explicación- Mi mamá y mi papá me abandonaron cuando era un bebé… Eh… Bueno... Lo hicieron para que me cuidaran otras personas muy buenas, en un lugar dónde había muchos niños para jugar.

      -¿Te dejó porque tenía que trabajar? ¿Cómo mi papá?- Preguntó Henry. Alice abrió la boca para hablar, pero la cerró y agachó la cabeza.

      -Sí… Pero tú tienes a tú mamá… Que te quiere muchísimo-Le dijo Julieta, con ojos vidriosos y sintiendo un nudo catastrófico en la garganta.

      -¿Entonces, no soy huérfano como tú?

      -No, Henry, claro que no-Habló esta vez Elliot.

      -¿Y ella está sola?- Cuestionó de nuevo el pequeño.

      -No… Ella me tiene a mí- Le aclaró Elliot y le dio la mano a Julieta por debajo de la mesa.

      -Y a mí también me tiene, tito Elliot… Somos amigos.

Julieta no pudo evitar soltar una lágrima silenciosa, que se limpio con rapidez, ante ese infantil comentario. Tosió un par de veces y prosiguió, observando a los padres de Elliot, que parecían en estado de Shock.

      -Soy inglesa, me crié en Londres.

      -¡Qué casualidad! ¡Yo nací y viví en Londres! Soy de un pueblo cercano- Exclamó con alegría Helen, esquivando ese incómodo silencio.

      -Yo estuve allí hasta los 16 años, que fui a la universidad… Era un poco… Empollona y me subieron unos cursos.

      -Dios mío… No me lo puedo creer-La Señora Evans abrió mucho la boca y ahogó un gritito- Elliot también entro a la universidad unos años antes… Otra casualidad más. Era un cerebrito….

      -Mamá…-Advirtió él para que parara. Su madre levantó la mano, para no darle importancia.

     -No sabía eso-Confesó Julieta, asombrada.

     -Yo tampoco de ti-Admitió Elliot.

     -¿Eres abogada no, Julieta?- Formuló esta vez el señor Evans.

      -Sí. Dirijo El bufete Pope y asociados… Bueno, ahora… Me he de dado unas vacaciones.

      -Impresionante, con lo joven que eres. Es admirable-Murmuró el padre de Elliot y se metió un trozo de filete en la boca.

      -¿Un poco de vino, Julieta?-Ofreció la señora Evans.

      -No gracias… No, no bebo-Le aclaró ella, ruborizada. Divisó que Elliot no dejaba de mirarla ensimismado. Lo que consiguió ponerla más nerviosa.

Él estaba tan nervioso como ella, deseando que acabara ese interrogatorio de su familia, pero tan orgulloso de Julieta que no podía dejar de admirarse por su soltura y encanto, cómo si sólo estuviera su armoniosa voz en la mesa y nada de lo que se hablara tuviera sentido… Porque resultaba hipnótico.



La cena terminó sin más que resaltar. La madre de Elliot preparó una tarta adornada de flores, que parecía una obra de arte.

      -No puedo comerme eso… Me da demasiada pena-Bromeó Julieta y todos rieron, cómo si ya fuera parte esa casa.

      -Créeme, cuando la pruebes cambiarás de opinión- Terció el padre de Elliot y besó a su mujer, que le agarró la mano.

      -Ya se ha dormido… Por fin, ahora le toca a papá Noel venir a colocar los regalos-Comentó Alice de vuelta en el salón.

      -Oh… No recordaba que mañana era navidad- Susurró Julieta, engullendo la tarta. Su mirada se perdió durante un instante, para después volver. Elliot le dio un toque en la pierna, percatándose de que se le acaba de ir el santo al cielo. Él y Alice cruzaron miradas cómplices-Es que... He dormido tan poco que estoy despistada.

     -Bueno, nosotros deberíamos irnos a casa… Estamos cansados-Comentó Elliot.

     -¿Tan pronto, hijo?-Protestó Helen.

     -Sí... Anoche tuve trabajo hasta muy tarde...

     -No perdonas ni en estas fiestas-Se quejó su madre-Yo que quería disfrutar más de Julieta...

     -Con estas tartas, no tardaré en volver, Helen-Añadió Julieta, dirigiéndole una sonrisa.

     -Gracias por la cena, mamá-Comentó Elliot.

     -Sí... Muchas gracias, Helen.

    -De nada… Nos vemos mañana para la comida-Se despidió la madre de Elliot.

    -Sí, claro mamá.

    -Encantada de conoceros… Ha sido un placer-Dijo Julieta. La Señora Evans se levantó y la abrazó, pillándola desprevenida.

A todos pareció gustarle Julieta y Elliot estaba realmente feliz, hasta el punto de haber olvidado al misterioso Charlie.



Cuando llegaron al aparcamiento del edificio de Julieta, el ambiente se volvió más tenso. Ella no tenía muy buena cara y Elliot sospechaba la causa.

      -La he cagado… Sí, lo sé. Debes de pensar que soy idiota… Es normal que lo piensas ¿Soy huérfana? ¿En serio he dicho eso? Dios mío-Comenzó a decir, sintiéndose ridícula.

Elliot la escudriñaba apoyado en la pared del ascensor mientras subían. Estaba muy serio. Respiró hondo y cogió aire lentamente

      -¿Estás bien?-Preguntó Julieta, preocupada-Lo siento, de verdad… Es que sabes que no ando muy fina, las palabras salen de mi boca como en una cascada… Sin frenos. Lo sé… Pero espero que puedas perdonarme todo esto. Todos los malos ratos que te haga pasar. Porque yo no soy así, en el fondo. Lo que pasa, es que me pongo nerviosa con todo lo que tenga que ver contigo y mi cabeza es un lío. Me odio-Elliot la miró sin poder articular palabra- Lo siento tanto-Julieta se acercó a él y lo abrazó con desesperación.

      -Julieta…-Pronunció él con un susurro. Ella lo miró desesperada, a punto de entrar en pánico al ver los ojos vidriosos de Elliot. Esperaba una ruptura, algo para lo que no estaba preparada. Abrió la boca pero él puso un dedo sobre sus labios -Te quiero.


La puerta del ascensor se abrió. Julieta suspiró y se separó de él, formando una sonrisa en sus labios.

      -Juliet-La llamó entonces una voz masculina procedente del interior. Una voz cargada de tensión.

Elliot se giró sobresaltado y Julieta ladeo la cabeza lentamente, hacia ese sonido familiar, mientras su sangre se congelaba en torno a su rostro. En el interior de la entrada, había un muchacho al que ella reconoció... Un extraño a ojos de Elliot.

Ella respiró profundamente, mirando a aquel joven con la boca entreabierta y los ojos inexpresivos. Elliot observó a Julieta e intentó interpretar su gesto para encontrar una respuesta. Pero ella estaba lejos de allí. La conciencia la abandonaba poco a poco, hundiéndola en una especie de oscuridad sin sentido, hasta que todo se volvió completamente negro. Elliot logró agarrarla por la cintura justo a tiempo de que no cayera al suelo. El desconocido corrió para ayudarles, envuelto en pánico, gritando su nombre. Juliet…

      -¿Quién eres?-Preguntó Elliot, ávido de una respuesta a varias cuestiones. Qué hacía en el ático de Julieta, qué los relacionaba para que ella estuviera en sus brazos, sin sentido, solo por haberle visto. Y lo más importante: ¿Por qué estaba tan asustado?

10 comentarios:

  1. Me ha encantado tú capítulo, me ha conseguido emocionar. Me he leído tu historia de una sola tirada y me encanta. Yo tengo dos blogs, ¿te puedes pasar y decirme que tal?
    diamantedelaveta.blogspot.es
    carbonenlasvenas.blogspot.es

    Los dos son de LJDH, me sería de gran ayuda tu opinión, Jane, escribes fenomenal. Ojalá te puediera seguir, pero no tienes el gadget!! Me gustaría seguirte!! :D

    Un beso, escritora de primera!

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  2. Qué mono es Henry ^^ Me ha encantado el momento cena :) lo que ya no me ha gustado tanto es que se desmayase al llegar a casa ¬¬ ¡¿Quién es Charlie?!! Si tanto le preocupa Julieta será alguien importante... Uff espero poder averiguarlo pronto :S
    Muchos besos Jane

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    1. Sipi, es muy mono jejeje No tengo ni idea de quien es... Lo siento.
      Gracias y un beso :)

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  3. Genial, al final puede pasarme.
    Sabía que iba a pasar algo con Charlie, tengo más teorías y algunas de ellas no son las típicas de es su ex blablabla son mucho mas...
    En fin, este te ha quedado mejor en narración. Creo que te vas acostumbrando, como dije en los primeros no me convencía... pero ahora esta mucho más logrado ! :)

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    1. Gracias por pasarte :)
      Y me alegra que pienses eso.
      Un besito.

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  4. Me encanta!
    Ese tiene que ser Charlie, es charlie, ¿verdad?
    Este capítulo me ha gustado mucho creo que de los que mas.
    Adoro a Henry y sus comentarios de niño pequeño
    Un beso

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  5. Tienes un premio en mi blog, pásate ;)
    diamantedelavtea.blogspot.es

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  6. charlie, charlie , charlie, Parece que somos los ángeles de charlie, hahah, me ha encantado! Un beso y cuídate!
    http://macherieladyartiste.blogspot.com.es

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