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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

sábado, 16 de febrero de 2013

Capítulo 9





Habían llegado a un punto en que ya no pensaban en un futuro el uno sin el otro, un punto quizá demasiado prematuro pero ¿No es una de las maravillas de la vida? ¿No es eso lo estupendo? ¿O simplemente, dejarse llevar es una desventaja que te impide meditar tus decisiones?

No eran conscientes de que iban a la velocidad de la luz, y que cuando todo va tan deprisa, nada importa... Eso es el todo y la nada.

Estaban viviendo de un lado a otro, dejándose llevar por esa velocidad que les hacía sentir bien, sin el mínimo atisbo de querer ponerle frenos...

Cuando pasa, se olvidan cosas importantes, se dejan de lado las obligaciones, las preocupaciones y todo son idas y venidas de ropa interior, cepillos de dientes, zapatos y champú con olor a jazmín.

Apenas había pasado algo más de un mes desde esa cita en la consulta Williams… Algo más de un mes de una noche inolvidable que cambiaría sus vidas. Lo disfrutaban… Estaban en una especie de euforia enfermiza, que había alcanzado su mayor esplendor debido a que el cáncer de Julieta había pasado a segundo plano. Era como si la estuviera dejando disfrutar de él. Elliot dejó de obsesionarse al verla tan sana, olvidando poco a poco ese pequeño detalle que los había hecho unirse aquel día de noviembre.



***



23 de diciembre de 2011

Julieta abrió la puerta del apartamento de Elliot sigilosamente, intentando no hacer ruido para no despertarlo. Acababa de llegar del gimnasio y llevaba una bolsa con croissants recién hechos de la pastelería Magnolia, junto con una taza de chocolate caliente de Starbucks.

Tenía la cara enrojecida por el frío que hacía en el exterior. Se quitó la bufanda y el abrigo y se metió en la cocina para buscar su frasco de pastillas. Mientras lo hacía, recordó aquello que le lleva rondando la cabeza varios días, algo que tenía que confesar.

Sabía que tenía que hacerlo, aunque hacerlo supusiera acabar con ese ambiente idílico y que tal vez rompiera algo entre ellos… Pero ese secreto no podía permanecer durante más tiempo con ella. Lo único que sabía a ciencia cierta, de lo que está completamente segura, era de él y de su amor por ella.

Tragó la pastilla con un sorbo de agua y volvió a la habitación de Elliot. Le miró con ojos tiernos, observando su sueño profundo. Estaba en una postura un tanto incómoda; boca abajo, con el cuello totalmente doblado hacia un lado y destapado. Se acercó hasta él y lo arropó a la altura de los hombros. Después volvió al salón y abrió su portátil para organizar algunos documentos.

Aunque había dejado de trabajar, muy a su pesar, seguía siendo la dueña y eso implicaba controlar en todo momento el buen funcionamiento de sus abogados. Desde que tomó esa decisión, una parte de ella se sentía vacía, incluso teniendo a Elliot. Aun así, era incapaz de contarle la verdad sobre que su memoria atrofiada no fuera la única razón de huir de ese lugar.

Miró el reloj de la cocina, que marcaba las nueve y media. Se acurrucó sobre el sofá de cuero color marrón oscuro, acomodando la cabeza sobre el cojín y tapando su cuerpo con una manta de cuadros. Puso la televisión, un programa sobre cocina mexicana, dónde hacían una especie de salsa con varios tipos de especias… Mientras que sus párpados empezaban a cerrarse poco a poco, resistiéndose al sueño que la vencía.



Elliot se despertó al notar el vacío de su lado de la cama. Incorporó la cabeza y estiró el cuello, agarrotado, haciendo una mueca. Frotó sus dedos por su barba de dos días y se sentó sobre el colchón, preguntándose dónde estaba ella. Entonces, escuchó el sonido del televisor y se levantó para ponerse algo de ropa.

Se encontró a Julieta, profundamente dormida en el sofá. Fue hasta la cocina y encontró el desayuno sobre la encimera. En la bolsa de los croissants había una nota con la letra de Julieta que provocó que su labios se inclinaran hacia arriba.

“Bebes demasiado café, doctor Evans tómate el chocolate. Y sin rechistar"

-Mandona-Susurró divertido. 

Después volvió al salón y se puso a desayunar al lado de Julieta, que comenzaba a despertarse.

-Buenos días-Le saludó ella con voz ronca, intentando aclararse la garganta. Le sonrió y estiró los brazos. Elliot le dio un beso rápido, entre bocado y bocado.

-Buenos días… Y gracias por el desayuno.

Bebió un trago del chocolate caliente, ante la mirada orgullosa de ella.

-Mmm está… realmente rico. Mejor que el café- Admitió Elliot, guiñándole un ojo. Julieta se incorporó hasta quedar sentada y puso las piernas sobre el regazo de Elliot.

-Te lo dije-Observó ella- Tengo hambre… Mucha.

-Hoy… Hoy es el día, Jul. No quiero que te escaquees, ni que comas nada- Le recordó Elliot, cambiando de tema y temiendo el repentino cambio de humor de Julieta, que en efecto, era el esperado.

Ella puso los ojos en blanco e inclinó la cabeza hacia atrás, bufando.

-Llevas recordándomelo durante días. No. No voy a escaquearme y tranquilo, estoy completamente en ayunas- Terció cansadamente y resopló. Elliot acarició su mejilla con suavidad.

-Sigo siendo médico y además, eres… Tú. Necesito recordártelo porque creo que puedes desaparecer o esconderte- Ella intentó protestar pero Elliot le puso un dedo sobre los labios- Es sólo rutina… Unas horas en el hospital, unas cuantas pruebas. Pero te prometo que esta noche, nos daremos un buen baño de agua caliente, cenaremos comida china y disfrutarás del sexo que te hará olvidarte del duro día que has tenido-Explicó mirándola fijamente, acercándose hacia ella para besarla.

-Elliot… Escucha. No tengo miedo por pasar un día metida en el hospital. Ya he pasado por esto otras veces, es sólo que tengo miedo por ti. Si el tumor se ha extendido… Yo tendré lo que he esperado. Ni siquiera sé si me afectará mucho, pero ¿Y tú?

-Aguantaré lo que haga falta- Sentenció él con vehemencia.

-Sabes que es tan pequeño que ni siquiera puede verse en el escáner, si crece puedo morir, pero puede que haya una posibilidad de que en ese caso puedan operarlo… Esa es la realidad y tu yo…

-Hay posibilidades pero tú no quieres tenerlas en cuenta- Pronunció Elliot con frialdad, cortando a Julieta y apretando los labios. Entretanto, pasaban por su mente otras posibles opciones.

-Se acabó este tema- Culminó Jul y encogió las piernas, apartándose del contacto de Elliot, trazando un muro invisible.

Él se levanta y le dio la espalda. Pero se giró un momento, en el que volvió a mirarla, frotándose la frente, nervioso. Julieta agachó la mirada, observando con detenimiento la taza que sostenía con ambas manos.

-Bien. Voy a darme una ducha… Tenemos que estar sobre las doce en…- Comenzó a decir Elliot.

-Lo sé.

-Venga, no estemos enfadados-Murmuró él.  Se acercó y la besó despacio, cerrando los ojos, hundiendo sus labios despacio. De repente, notó como caía algo húmedo sobre sus labios. Se separó unos centímetros para ver como el rostro de Julieta estaba lleno de lágrimas. Ella se las limpió con la mano y sonríe con tristeza- No, por favor… No llores.

-Bah… No estoy llorando-Dijo, intentando quitarle importancia- Tengo que trabajar, creo que dejé la carpeta por aquí- Se levantó hacia uno de los los muebles, concluyendo la conversación.

Elliot se dio por vencido, porque aunque quiera, ella ya se había cerrado en banda y sabía que no había forma humana de hablar con ella. 

-Bien… Voy a la ducha.

-Vale. Voy a vestirme.

Elliot se metió en el baño, agradeciendo la tranquilidad que provocaba el agua que caía sobre su cuerpo, de ese silencioso placer. Julieta mientras tanto, repasaba un archivo financiero, aunque realmente su mente estaba lejos de allí. Empezaba a tener un miedo inimaginable. Ahora sí que tenía algo que perder y eso dificultaba su entereza, preguntándose porque no podía ser tan fácil como antes, en que estaba preparada para lo que viniera.



*** 

-Ahora, cuando le saque sangre, quítese toda la ropa y póngase la bata que hay sobre la cama, señora Pope ¿Lleva doce horas en sin ingerir alimentos?-Le indicó dulcemente la doctora, mirándola de vez en cuando con gesto amable. Era una mujer mayor, de pelo rubio y aspecto entrañable. Julieta asintió y la siguió con la mirada mientras que le sacaba sangre. 

-Doce largas horas...

-Bien, ¿Usted es su marido?- Preguntó a Elliot, que permanecía al lado de ella, de pie y con los brazos cruzados. 

-No… No, soy… Soy el doctor Evans. Somos… Eh… Pareja- Explicó nervioso, con las mejillas encendidas, lo que provocó una risita de Julieta.

-Bien, bien. Vale, esto ya está- Les dijo u retiró la aguja de su brazo. Después etiquetó el frasco de sangre- La dejaré sola para que se desvista y le pondré el contraste por vía intravenosa para la resonancia pulmonar. Lo necesitamos para mejorar la visión, como ya sabrá, claro... -Paró, mirando el informe y después le sonrió-Tranquila, es un poco molesto. Ya sabe más o menos el procedimiento de las pruebas, así que no la entretendré más. Sí tiene alguna duda, no tengas reparo en preguntarlo.

-Claro-Pronunció Julieta con voz distante. Elliot no le quitaba la vista de encima, observando su expresión con una mezcla de miedo y ternura.

-Gracias-Le dijo, Elliot.

Julieta asintió varias veces, mientras la doctora salía de la habitación. Ambos se quedaron en silencio, mientras ella se desvestía. Se puso la bata del hospital de un color azul suave y Elliot la ayudó a enlazar los dos extremos de la lazada a su cintura. Después volvieron a sentarse, sin decir palabra.

-Voy a llamarla-terció Elliot.

Volvió a los segundos con un enfermero. Era mayor, de unos cincuenta años y de pelo canoso. Parecía nervioso. Le puso el contraste con cuidado y le hizo tumbarse sobre la cama, bajo la mirada evaluativa de Elliot. Julieta le echó un vistazo y le tendió el otro brazo, para que le diera la mano. Sabía que el necesitaba más apoyo que ella misma. Poco a poco lo estaba conociendo y sabía que su tos nerviosa no auguraba precisamente tranquilidad, así que lo tranquilizó con un susurro:

-Estoy bien.

Él le sonrió y le besó la frente. En ese momento, un celador entró junto con una silla de ruedas.

-Tendrá que esperar aquí, doctor Evans. Cuidaremos bien de ella… Será una pequeña siesta, Julieta.



Llegaron hasta una sala con una maquina enorme en medio. La doctora indicó a Julieta que se tumbara sobre la camilla.

-Menos mal que van a dormirme... Odio meterme ahí- Bromeó ella, tumbándose cómodamente.

-Tenemos que usar un sedante debido a su actividad cerebral, así también reduciremos su respiración nerviosa y  mejoraremos la visión. Voy a monitorizarla. Tranquila, se despertará al lado de su guapo novio dentro de lo que le parecerán unos segundos- La tranquilizó, con gesto cómplice. Julieta notó como sus mejillas se coloreaban mientras retumba esa palabra en su cabeza… Novio.

-Sí… Creo que está más nervioso que yo.

-Lo está. Lo he comprobado hace un minuto. Tiene que quererla mucho…

Julieta no respondió, dandole vueltas a en ese verbo con tanto significado.

-Bien, aquí va su sedante señorita Pope.

Y fue inmediato, cómo si todo su cuerpo comenzara a pesar y a flotar sobre la camilla. De un momento a otro, sus ojos se cerraron, viendo el techo moverse, a la vez que su cuerpo era introducido en el túnel.

***



“-Tengo que contárselo. Elliot… ¡Elliot! Por favor, tienes que escucharme, tiene que hacerme caso. No puedes dejarme ahora. No puedes hacerlo. Yo, yo… te necesito. No… ¡No! ¡Por favor!”



Julieta abrió de pronto los ojos, saliendo de ese estado de inconsciencia. Estaba sobre la confortable cama de la habitación del hospital, un poco desorientada. Elliot apareció a su lado al instante y agarró su mano, mientras la mirada de Julieta conseguía enfocarlo.

-Eh… ¿Cómo estás?- Le preguntó con una tímida sonrisa.

-Dor-mi-da…-Susurró con voz débil- Tengo sed.

Elliot le sirvió un vaso de agua y se lo dio a beber él mismo, con cuidado.

-¿Nauseas? ¿Dolor de cabeza?-Inquirió Elliot y le tocó la frente para comprobar su temperatura.

-Creo que estoy bien ahora, doctor Evans. 

-La última vez, según la enfermera estuviste con algunos efectos del contraste….-Explicó él, a la vez que le acariciaba el pelo.  

-No. Estoy bien… Quiero irme pronto de aquí-Admitió, cerrando los ojos, aún en ese estado de embriaguez.

-Esperaremos a que te espabiles un poco. Por cierto…

-¿Qué?

-Estás muy sexy adormilada y con esa bata-Musitó y acarició su mano. Julieta rió débilmente, y él con ella.

-Idiota- Le soltó ella, divertida.

-¿Sabes? Quería decirte algo pero no sabía muy bien cómo hacerlo…- Confesó Elliot con un hilo de voz.

-Me asustas- Reconoció Julieta, que ahora, definitivamente, había salido del ensueño. 

-Quiero que pasemos la navidad con mi familia. Quiero que conozcas a mis padres.

Julieta lo miró unos segundos, sin siquiera parpadear, con la boca entreabierta y se incorporó un poco.

-Creo que a la que han sedado y no está en plenas facultades, soy yo- Contestó con lentitud, intentando no subir el tono de sus palabras-¿Tus padres? Dios mío… Yo no hago esas cosas, no soy buena para esas cosas. Nunca he tenido una verdadera familia ¿Has tenido en cuenta el hecho de que mi madre me abandonara? No celebraba la navidad cuando me adoptaron ¿Qué se supone que se hace? ¿Qué… que tengo que hacer? Yo… yo no le caigo bien a la gente. Soy rara. Estoy enferma y… y ¿No sabrán que tengo cáncer, no? Pero ¿Le has hablado de mí? ¿Soy tu novia o algo parecido?- Contestó, atropelladamente, mirándole desquiciada y respirando de un modo extraño. Él la miraba, asintiendo y negando, intentando cortar sus palabras, lo que le resulta imposible- Oh dios mío… Le has hablado de mí. Madre mía. Madre mía- se llevó las manos a la cabeza, consiguiendo arrancar la vía del suero. Elliot volvió a colocársela y la abrazó por los hombros. Julieta permaneció callada, intentando tranquilizarse, mirando sus ojos azules.

-Tienes que relajarte un poco. Por favor… Pareces una loca. Es solo una familia-Explicó Elliot, intentando comprenderla.

-Yo no sé qué es eso… Nunca he celebrado la navidad, nunca he tenido madre… Lo más parecido era Teresa y…. No teníamos navidad en casa y en el orfanato era algo realmente triste. Mi… mi...Bueno, no importa-Se sinceró, con la mirada perdida en un punto de la habitación. Después lo miró, con ojos suplicantes.

-Está bien, yo te enseñaré. Te prometo que no harás el ridículo- La tranquilizó Elliot, con una amplia sonrisa y susurró unas palabras junto a su oído: -Es imposible que no les enamores como has hecho conmigo.

6 comentarios:

  1. ¿Cuál será el secreto de Julieta? Jo me gustaría saberlo jaja Ya se acerca la Navidad... Qué raro se me hace leer eso cuando en la realidad hace poco que la pasamos jaja Así de mágica es la literatura ;)
    Muchos besos Jane

    PD: Echaba de menos tus capítulos

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  2. Me encanta, como siempre.
    Cual será el secreto de Julieta? Me muero por saberlo...
    Tengo ganas de leer como pasan la navidad, será bonito.
    Espero que el siguiente no tarde mucho, aunque vale la pena esperar por capítulos así
    Muchos besos

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  3. Oh por dios que terQ mona Julieta con el tema de la Navidad, a ver cmo va la presentación de los suegros! =D
    besis
    jijijijij

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  4. ....... Podrías dejar algo para los demás, eh. Así, con cariño.
    ¿Qué decirte que no te hayas dicho ya? Ah, sí, aún no te han dicho que está fatal, pero yo no lo voy a hacer porque sería LA MENTIRA MÁS GRANDE DEL MUNDO. Bien, primera cosa clara.
    Está IN-CRE-Í-BLE. Así, con todas las sílabas y con todas las letras. Me encanta. No puedo esperar al 10, ni al 11, ni al 12 ni a ninguno. NO PUEDO JO.
    Jope, en serio, sube pronto, que nos tienes a todas con ganas de muuuucho más :(
    Un besazo cielo, y no lo dejes, por favor, sería un crimen!

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  5. Y el secreto de Julieta, no soy la única que quiere saberlo ya haznos el favor de contarlo!!!
    http://macherieladyartiste.blogspot.com.es

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  6. ME pase como me dijiste :)
    Por fin un rato libre, a ver, me gusta mas esta descripción que la otra que me mandaste y ahora entiendo la conversación. Seguro que mejoras poco a poco con esta descripción y bueno... ¿cual será ese secreto que se comenta en los comentarios de arriba?
    Un saludo bonita !

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