-Elliot…-dijo entonces una voz ronca procedente de la cama. Él tragó
saliva, imaginando que lo hubiera oído todo, incluso su última frase.
Se levantó de un brinco y se acercó temeroso a ella. Julieta tenía los ojos entreabiertos, medio grogui, intentando salir de la somnolencia que le provocaban los calmantes que se esforzaban en hacerla dormir.
Se levantó de un brinco y se acercó temeroso a ella. Julieta tenía los ojos entreabiertos, medio grogui, intentando salir de la somnolencia que le provocaban los calmantes que se esforzaban en hacerla dormir.
-Estoy aquí… ¿Cómo estás?-preguntó él con dulzura. Julieta abrió un poco
más los ojos y se removió en el colchón. Miró a su alrededor, confundida, hasta
que cayó en la cuenta de lo que había pasado, dónde estaba. Fue como un cañonazo
que la despertó bruscamente, haciéndole volver a la realidad de un plumazo.
Se sobresaltó y
empezó a respirar entrecortadamente, angustiada por el de miedo y la ignorancia con el que una persona despierta en un hospital. Al principio no recordó el motivo que la había llevado allí, después palpó los cables de su muñeca y supuso que no era bueno. Se incorporó de repente, pero Elliot la frenó poniendo las manos
sobre sus hombros.
-Tranquila. Estás bien… estoy aquí-murmuró y la acercó a su pecho,
acunándola con suavidad entre sus brazos, hasta que dejo de notar el temblor de su cuerpo.
-¿Qué me pasa?-formuló, entre débiles sollozos y agarró la camisa de Elliot,
aferrándola con fuerza entre su puño.
La señora Evans
observaba la escena desde el sofá. Elliot dirigió sus ojos a ella,
cargados de angustia, suplicando apoyo. Su madre se levantó de inmediato y se acercó a ellos. Sabía que su hijo era incapaz de afrontar el problema, al menos por ahora, que aún estaba en estado de Shock.
-Julieta, cariño...-susurró Helen y le acarició el brazo. Ella la miró y
rompió a llorar.
Verla provocó una reacción extraña en ella. Necesitaba una figura maternal, algo que se asemejara a su padre, una persona que aportara sobreprotección, experiencia... Porque allí, se sintió como una niña asustada que echaba de menos a James.
Verla provocó una reacción extraña en ella. Necesitaba una figura maternal, algo que se asemejara a su padre, una persona que aportara sobreprotección, experiencia... Porque allí, se sintió como una niña asustada que echaba de menos a James.
-Helen-tragó saliva y se limpió las lágrimas con los dedos, avergonzada-Lo
siento.
-No tienes que sentir nada. Estamos aquí contigo-contestó la madre de
Elliot, con una sonrisa. Se acercó y besó la mejilla de Julieta.
Elliot no podía
hablar más. Estaba desecho y era incapaz de reaccionar a ningún estímulo. Se limitó a abrazarla y acariciar su espalda, hasta que se tranquilizó del todo. Luego la ayudó a volver a tumbarse y la arropó con cuidado.
-¿Recuerdas algo?-acertó a decir, sin mirarla, alisando la sábana despacio, a los pies de la cama.
-No lo sé… sé qué paso… Antes-explicó ella pausadamente, con las mejillas sonrosadas. No
estaba enfadada por lo que había pasado con Jess, pero sí angustiada por lo que le había sucedido delante de Elliot. Le echó un vistazo rápido, preocupada por el efecto que podía tener sobre él todo aquel turbio asunto.
Parecía
más enfermo que ella. Tenía unas enormes ojeras muy pronunciadas, los ojos
enrojecidos y crispados… Y la ropa cubierta de sangre.
-No tienes buena cara- le dijo y le acaricio la mano, sintiéndose fatal-Deberías echarte
un rato… He debido de darte un buen susto.
Elliot la escuchaba mientras miraba por la ventana, con la mirada perdida en la transitada calle. Al escuchar esas palabras soltó una carcajada nerviosa. Helen y ella se quedaron paralizadas, sin saber muy bien cómo reaccionar ante ese repentino gesto de locura. Él mismo se dio cuenta y las miró, obligándose a cambiar de gesto.
-Estoy bien-sentenció, levantando la comisura de los labios. Respiró hondo y se sentó al lado de Julieta-Mamá, necesito que nos dejes solos. Será un momento…
-Voy a tomar un café, ¿Quieres uno?-preguntó Helen y ante su negativa, salió de la habitación.
No sabía cómo empezar, ni que palabras utilizar para decirle tantas cosas. Estaba
demasiado perdido. Julieta en cambio, estaba extrañamente relajada, aunque quizá
era solo el efecto de los medicamentos.
-Nena, tienes otra tumor en el cerebro…No es tan malo, te van a operar, pronto, y te lo quitarán-le
explicó, escudriñando su gesto, que no parecía sentir conmoción alguna.
-No es demasiada novedad-respondió, con una triste sonrisa sobre los
labios.
-¿Por qué…? No me dijiste nada... No entiendo por qué.
-En realidad es bastante simple-añadió Julieta, cuyo tono de voz era cada
vez más apagado.
-No te entiendo…-Elliot se cruzó de brazos y la miró con el entrecejo
arrugado.
-No quise verlo… Intenté no hacer caso a nada de lo que mi mente…-cerró los
ojos y suspiró-Mejor dicho, mi tumor…A lo que mi tumor fabricaba. Vi un perro
que teníamos en el orfanato. Lo veía a todas horas… Pero me callé, lo ignoré.
Llevo semanas oliendo a canela… Tengo nauseas. Ahora odio con todas mis fuerzas
la canela- Elliot sintió una punzada en el pecho cuando oyó la palabra nausea.
Sabía que no eran solo por el olor a canela-Pero lo de Jane…
-¿Qué…? ¿Qué Jane? ¿No se llamaba así tu secretaria?- preguntó confundido y Julieta se limitó
a asentir.
-Lleva muerta unas dos semanas… Lo peor es que antes de irnos a Piana lo leí
en el periódico… Y aun así, mi mente…. Lo… borró-intentaba hablar, mientras las
lágrimas fluían por sus ojos y se deslizaban por sus mejillas-Hable con ella
mientras estuve en Piana… Quedé con ella ayer y tomamos café… Ahora mismo está
sentada en el sofá, dónde estaba tu madre.
Elliot giró la
cabeza en dirección al mullido mueble de color crema. vacío, a sus ojos. Ahora
se sentía peor por ella, porque había perdido a su amiga, porque él sólo le
había causado más dolor aquella noche...
-Lo siento, Julieta-se recostó a su lado y ella se acomodó, poniendo la
cabeza sobre su antebrazo-Perdóname.
-No tuve que enfadarme por Jess… Fue, demasiado. Ella es una mala persona y
sé que tú no la quieres-susurró y le besó la mejilla.
-Julieta…
-No digas nada más. Estoy muy cansada… y dolorida, quiero dormir-dijo en
voz baja. Elliot hizo el amago de levantarse pero ella lo frenó-Contigo.
Sólo hasta que me quede dormida… Por favor.
-Me quedaré aquí toda la noche.
-Gracias. Y por favor, prométeme que vas a dormir también.
-Lo prometo-aseguró a Julieta y comenzó a acariciar su pelo, formando
pequeños círculos invisibles hasta que ambos se quedaron dormidos.
-Elliot… Elliot-susurró Julieta junto a su oído para despertarlo.
Llevaba un rato
despierta, observándole dormir. Ya había amanecido y la luz iluminaba la
habitación, alegrando un poco ese deprimente y tétrico espacio.
-¡¿Qué?!-exclamó Elliot, incorporándose con rapidez.
-Lo siento… ¿Te he asustado?-se disculpó ella avergonzada. Él la miró y
negó con la cabeza, sonriente. Se acercó y la beso con rapidez
sobre los labios, aparentando normalidad.
-¿Cómo te encuentras?-le preguntó, levantándose.
-Hambrienta, quiero un buen filete con patatas y queso fundido-Julieta se río con ganas y Elliot con ella, hasta que recordó una
palabra que le obligó a cambiar de expresión, transformándola en una mueca de
asco.
<<Bebé>>
-No me refiero a eso… ¿Te duele la cabeza?-respondió con frialdad y se
levantó para examinarla. Julieta lo observó extrañada.
-Un poco… ¿Qué pasa? Estás… ¿Enfadado?-habló, con desconcierto y agarró su brazo.
Él vaciló antes
de contestar y se dio la vuelta para quitarse la sudadera y ponerla sobre el
sofá, apartándose de su contacto.
-Mira… Tengo que decirte algo-dijo con seriedad y la miró.
Julieta se quedó
helada cuando vio su mirada. Su gesto, el tono de sus palabras y su
comportamiento no hacían presagiar nada bueno. Contuvo la respiración y descargó todo
el aire con lentitud.
-¿El qué?-formuló con un hilo de voz.
-No quiero que te pongas nerviosa… No necesitamos otro ataque-empezó a
decir Elliot con precaución. Julieta notaba el temor de su frase y su desesperación que aumentaba a cada segundo- Quiero que me
escuches.
-¡Es lo que hago!-exclamó ella, crispando su paciencia-Dilo.
-Te he dicho que no quería que te pusieras nerviosa-repitió con la mandíbula
en tensión.
Julieta dejó de
mirarle y se llevó las manos a la cabeza. Flexionó sus rodillas y las acercó a
su pecho, sintiendo un calambre en la espalda.
-Bueno… es difícil… Y...
En ese instante,
llamaron a la puerta, que se abrió al segundo. Alice, la hermana de Elliot,
entró despacio, con una media sonrisa y lágrimas en los ojos. Los miró a ambos, sin
saber que decir y corrió a abrazar a Julieta, que parecía confundida.
-¡Alice! ¡Qué sorpresa! –se alegró ella, fingiendo entusiasmo, mientras le
devolvía el abrazo.
-Lo… Lo siento-titubeó Alice y se separó de ella.
Julieta se percató
de que la examinaba como si esperase algo de ella. Elliot reaccionó justo a tiempo. Su
hermana sabía que pasaba e iba a decírselo antes que él.
-Alice-la llamó Elliot desde su espalda. Ella se dio la vuelta, para ver
como su hermano negaba con la cabeza-No-susurró.
La hermana de
Elliot volvió a mirarla, hasta que comprendió la situación. Para entonces,
Julieta ya estaba muy enfadada.
-¿Qué…?-soltó una risotada y retiró las sabanas de su cuerpo-Me ocultáis
algo… Y no tengo ni idea de por qué no me lo decís-se sentó sobre el filo del
colchón despacio, mirándolos con odio.
-Vuelve a la cama. Por favor-suplicó Elliot, que se acercó para ayudarla,
pero ella levantó la mano para que no la tocara.
-¡Elliot! ¿Qué está pasando?-grito con desesperación-¿Voy a morirme?
Notaba la irá que
salía de ella y fluía a través de su torrente sanguíneo. No le importaba su entumecimiento,
ni la debilidad de sus extremidades. Se puso en pie y cerró los ojos un segundo
para intentar preservar la calma.
De repente, pasó
algo que ni ella misma hubiera esperado al abrir los ojos. Elliot Evans destrozado,
llorando en silencio y cabizbajo. Era una persona completamente abatida a la
que ella se dirigía, y no al hombre que creía su pilar… Su apoyo fundamental.
Julieta se arrepintió
al instante de sentir ese odio hacia él. Cambió de expresión y bajó la guardia para
acercarse con sigilo.
-No puedo…-susurró él, mirando directamente los ojos verdes de Julieta y se
dio la vuelta para salir de allí a toda velocidad, seguido de cerca por Alice.
Julieta se quedó
con la conmoción que le impedía articular movimiento. No sabía que acababa de
pasar y los hechos se amontonaban en su cabeza produciéndole un dolor punzante.
Respiró con fuerza, alterada. Tenía que ir tras de él. Dio un paso hacia la puerta, pero algo la frenó, un pitido constante
procedente del aparato de al lado de su cama. Un cable se había desprendido de
su pecho, lo que hacía que en la pantalla apareciese una línea continua. Se
asustó e intentó pararlo… la cabeza iba a explotarle y además, no tenía ni idea de lo que hacía.
Se miró las
manos, temblorosas y sus ojos empezaron a emborronarse. Sus piernas pesaban
demasiado, como sus brazos…
-Julieta. Siéntate. Vas a caerte-la avisó la voz de Jane, desde algún punto
de la habitación.
Empezó a
hiperventilar, incapaz de hacerle caso.
-A… Ayuda-silbó con voz rota y calló de rodillas al suelo de color blanquecino.
Oyó la puerta en
la lejanía y el contacto de alguien a su lado que la ayudaba a levantarse.
-Necesito… Necesito ir al baño-acertó a pronunciar, con una voz que no
reconocía como la suya. Estaba distorsionada y las palabras se arrastraban por
su garganta con dificultad.
Los mismos brazos
que la agarraban la conducieron hasta el baño y le recogieron el pelo. Acto
seguido noto el agua helada sobre su rostro, lo que la espabiló un poco. Abrió
los ojos y parpadeó varias veces, hasta que su mirada se volvió nítida.
Observó su cara
en el espejo… Demacrada y de un feo color grisáceo. Detrás de ella, había una
enfermera que le sonreía y le masajeaba la parte lumbar. Su rostro le era
familiar, hasta que calló en la cuenta de que la había visto unas horas antes,
cuando Elliot la trajo al hospital.
-¿Se encuentra mejor, Señorita Pope?-dijo, agarrándola de los hombros para ayudarla a dar la vuelta. Ella asintió como pudo, derrotada por la debilidad de su cuerpo maltratado-Volvamos a la cama. Soy Shirley y soy su enfermera…
-Gracias-gimió y se apoyó en ella para atravesar la estancia. Incapaz de
decir nada más.
Julieta se metió
de nuevo en el mullido colchón, temblorosa. La cabeza iba a explotarle, sus dedos fueron hasta el foco del dolor, en el que había un apósito.
-Eso es… Recuéstese ¿Tiene frío?-le preguntó con simpatía la enfermera.
Ella asintió de nuevo. La enfermera Shirley la tapó con las sábanas y sacó algo
de su bata que acercó a su frente hasta que emitió un sonido.
-Me duele… La cabeza. Mucho-se quejó, con el ceño fruncido.
-Debido a su estado no puedo suministrarle más fármacos… Lo siento. Tiene
que relajarse.
-¿Qué? ¿Por qué?-contestó confundida y cerró los ojos. Estaba demasiado exhausta, no
podía controlarlo. La oscuridad se volvió más serena, en un sueño profundo,
lejos del dolor o de preocupaciones.
Algo la despertó,
un murmullo de voces a su lado. No se movió ni abrió los ojos. No era dueña de
su fuerza, pero eso no era lo importante. No había dolor y sólo esa certeza le
era suficiente para querer seguir en ese estado de embriaguez.
-Su tensión estaba muy alta… Puede sufrir un infarto si no lo controlamos-Julieta
escuchó a una voz que no conocía, la del Doctor Peter Jacobs.
-No había nadie con ella… Salí un segundo-era la voz rota de Elliot, muy
angustiada. Julieta quiso abrir los ojos y disculparse, pero sólo consiguió un
leve movimiento de sus pesados párpados.
-Eso no resuelve nada Elliot. No te tortures-respondió la dulce voz de
Helen-¿Y él bebé?
Ella hizo un
esfuerzo descomunal por mantenerse concentrada en la conversación… Aunque no
alcanzaba a entender la pregunta de la madre de Elliot.
-Se cayó de rodillas… Hay que vigilarlo y procurar que esté tranquila. Voy
a intentar adelantar la operación a mañana. No quiero que sufra más- el silencio
inundó la habitación, aumentando la incertidumbre de Julieta, que no dejaba de
preguntarse porqué hablaban de un bebé.
-¿Es un riesgo para el bebé?-cuestionaron de nuevo, ésta vez era Alice la
que hablaba.
-¡¿Qué importa?! Buscamos lo mejor para Julieta- bramó Elliot. Ella notó su
contacto sobre su mano-El… El feto es secundario.
<< ¿Feto?-Repitió la consciencia despierta de Julieta>>
-Hijo… No sabemos qué va a pasar. Ella no sabe que está embarazada.
-Podemos esperar a decírselo… Después de operarla-añadió Elliot, lo que la
confundió aún más.
<< ¿Embarazada? >>
<< ¿Embarazada? >>
Estaba
escuchándolo todo, aunque una parte de ella sabía que era imposible, un producto de los analgésicos. Estaba
embarazaba y por alguna razón, Elliot no quería decírselo. Era incapaz de
seguir dándole vueltas a lo que decían. Cada vez los oía con menor claridad.
Hasta que dejó de sentir nada y la tranquilidad total la abrazó, volviendo a la
nada, al sinsentido.
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ResponderEliminarBuen capítulo! Eso sí me estás poniendo nerviosaaaa que la operen ya y hagan todo lo que tengan que hacer de una vez! Y lo del bebé...puuf a saber XD Bueno espero el siguiente :P
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarDios Jane!
ResponderEliminarA mi si que me va a dar un infarto como los capítulos sigan así. Me ha encantado, pero me tienes angustiada. No puedo esperar a leer el siguiente capitulo
Un beso enorme
Un capítulo lindo pero muy triste, triste, triste y qué pasará con el bebé?
ResponderEliminarqué pasará con julieta?
espero el próximo capítulo con ansias
saludos
Coincido con el resto de capítulos, es muy angustiante lo que está pasando en el hospital, pero también es lo que hace que esté tan enganchada a la historia. Ahora la preocupación es doble por el bebé. No puedo decir que apruebe lo que piensa hacer Elliot pero puff no sé qué haría yo :S Sigue así Jane ;) Lo haces genial ^^
ResponderEliminarMuchos besos
Buffff esta situación tan llena de tensión... es todo muy triste, pero aunque sea así la historia me sigue encantando y como demomento no hay ninguna muerte no tengo ninguna queja aunque sinceramente, creo que si matas a alguien tampoco la tendría^^
ResponderEliminarLo que pasa es que es muy triste porque ahora con todo lo del bebé pues... yo creo que Julieta se tiene que enterar bien antes de que la operen, lo que hagan después ya es otra historia, pero eso todavía no lo se jaja
Bueno me voy con mi fiebre a otra parte besos ;)
Hola Jane, me gustaría que me afiliases a tu blog y yo te afiliase el tuyo. La dirección de mi blog es: http://58juegosdelhambre.blogspot.com.es/
ResponderEliminarA ver Jane, que no tengo dinero para el hospital... tendré que dejar de leer tu historia, porqué me dan infartos cada diez segundos... que no le pase nada al bebé o a JULIETA porqué TÚ cargaras las consecuencias (***risa malvada***).
ResponderEliminarHe subido el capítulo 21 en DV: http://diamantedelaveta.blogspot.com.es/2013/05/capitulo-21-paraiso-odair.html
y te he nominado a unos premios :33 http://diamantedelaveta.blogspot.com.es/2013/05/premio-al-blog-mas-original-3.html
Holaaa, pasate por mi blog, te he nominado a unos premios!!
ResponderEliminarhttp://restart-my-life-again.blogspot.com/2013/05/premio-blog-original.html
Bueno, yo ya se como reaccionará Julieta, aún así lo leeré en cuanto lo publiques ! Sigue así :)
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