Esperó a que
Elliot saliera de la habitación para levantarse de la cama. Lo escuchaba en la
cocina, buscando la medicación que en realidad no estaba guardada allí, algo
que él no sabía.
Pero Julieta sí,
y su propósito de quedarse sola funcionaba. Se metió en el
baño de al lado sin hacer ruido. Se acercó al lavabo y observó su rostro en el
espejo, haciendo una mueca de insatisfacción.
Comenzó a peinar
su pelo con rapidez, y lo recogió en una coleta no muy lograda. Después, se
lavó los dientes y la cara, esperando mejorar su aspecto. Intuyó
que la sudadera de Elliot y el pantalón de chándal que llevaba, era la única
ropa que conseguía amortiguar su estado… Y era lo que quería, ya que Elliot no
había dejado de mirarla con gesto extraño, incomodándola.
Volvió al
dormitorio, se calzó las Convers negras que estaban a los pies de su cama y escribió una nota para Alice en un post-it amarillo. Se
sentó en el colchón, al tiempo que oyó como Elliot volvía a pasos ligeros. Se pellizcó las
mejillas y se aclaró la garganta muy nerviosa. Cruzó sus piernas, pero estaba
incomoda, hasta el punto en que se dio cuenta que estaba siendo ridícula, por
lo que finalmente, dio un respingo y se puso en pie.
-Idiota-Susurró
para sí y peinó un mechón de cabello suelto por detrás de su oreja.
Él entró con
rapidez y metió la ropa que estaba encima de la cama en la bolsa de deporte,
sin dirigirse a Julieta. Cuando posó sus ojos sobre ella, paró toda actividad.
La miró embobado, pero apartó sus ojos de ella con tristeza.
-Vámonos-Le dijo Elliot y cogió las dos bolsas de equipaje. Vaciló un
momento en el marco de la puerta y se dio la vuelta para examinar su gesto- A
no ser, que hayas cambiado de opinión. En cuyo caso…
-No… No lo he hecho-Respondió Julieta y ambos salieron del apartamento.
Elliot le señaló
el coche, le agarró con ademán protector la cintura y le abrió la puerta de
atrás. Para sorpresa de Julieta, en la parte trasera ya había una ocupante, que
no tenía ni idea de quien era… Aunque en décimas de segundo, se temió lo peor.
Era demasiado guapa, era demasiado joven… La mujer le sonrió mientras Julieta se
sentaba a su lado, sin saber muy bien que hacer.
-Julieta, Mathilde Amette. Mathilde,
ella es Julieta-Las presentó Elliot y cerró la puerta, dejándolas unos segundos
a solas.
-Hola, Julieta. Me han hablado
mucho de ti-Saludó Mathilde y se acercó para besar su mejilla con una
resplandeciente sonrisa.
-Ho… Hola-Balbuceó ella y sonrió
con nerviosismo. Aunque en realidad, estaba siendo consumida por la rabia.
Elliot volvió
dentro y arrancó el coche.
-¿Quién eres?-Preguntó Julieta,
con el ceño fruncido, dirigiéndose a ella y después a Elliot.
-Soy tu nueva
neurocirujana-Explicó ella, amablemente.
-Jul es de lo que te he hablado
antes… Siento no haberte dicho que Mathilde estaba aquí-Se disculpó Elliot y la
observó por el espejo retrovisor.
De repente,
sintió que sus mejillas ardían por ese momento bochornoso y bajó la mirada,
confundida. Recapacitó un minuto, dándose cuenta de que esa extraña situación
estaba enfadándola y que odiaba la sonrisa de aquella mujer, tan divertida y
despreocupada. Reparó en que ella misma era una extraña en ese coche, y que
sólo estaba dificultando la vida de Elliot, que posiblemente había empezado de
nuevo… Sin ella.
<<Está con ella>>
-No… No pasa nada. Es que… A
veces soy un poco borde-Murmuró Julieta y se abrochó el cinturón de seguridad,
evitando tener que volver a mirarles.
-Si os soy sincera, no pensé que
esto acabaría con tres en el coche-Dijo Mathilde, que le acarició el hombro a
Julieta, para su sorpresa-Eres tan guapa… Elliot me había hablado de tu
belleza, pero eres preciosa.
Julieta se quedó
muda ante los halagos que salieron de la boca de su nueva acompañante. La miró
perpleja y levantó la comisura de los labios, imitando una sonrisa, sin dar
crédito a lo que acababa de escuchar.
-Gracias, supongo… Aunque no
creo que eso sea del todo cierto-Repuso Julieta y echó un vistazo a Elliot, que
tenía las mejillas coloradas y parecía a punto de entrar en pánico.
-Tonterías. El embarazo te
sienta muy bien-Añadió con entusiasmo, sin apartar la mueca de felicidad.
De repente, puso
la mano sobre el abdomen de Julieta, que se quedó momentáneamente sin aliento,
pero ocultó su sobresalto y se atrevió a sonreír.
-¿Sabes ya que es?-Preguntó
Mathilde.
La interpelada se
aclaró la garganta, invadida por una oleada de tristeza. Volvió a dirigir sus
ojos hacia Elliot y aspiró una gran bocanada de oxígeno para llenar sus
sedientos pulmones. Era demasiado hablar de eso con él delante, pero se armó de
valentía, ya que antes o después tenía que enterarse.
-Un niño-Contestó, notando que
su cara ardía bajo la mirada de Elliot.
Mathilde emitió
un gritito ahogado y siguió acariciando el abdomen de Julieta unos segundos.
Pero a Julieta solo parecía importarle él… Y el perfil que veía desde la parte
trasera del coche, no era muy revelador.
-Julieta. Me parece asombroso lo
que estás haciendo. Es muy valiente por tu parte traer a un niño al mundo en
este estado… Te admiro, de verdad. Quiero que sepas que llevamos estudiando tu
caso en particular durante un tiempo, y que nuestras especulaciones son
esperanzadoras-Le explicaba amablemente, Mathilde mientras sostenía su mano- La
operación para abordarlo está pasando por un momento delicado-Sus ojos grises se entristecieron y agachó la mirada-La semana pasada tuvimos dos bajas, eran
pacientes de riesgo, como tú.
La alegría que
había notado se vio eclipsada por una nube llena de desesperanza. Julieta
examinó sus manos… Las lágrimas se agolpaban en sus ojos y cada vez provocaban
una visión más borrosa de ellas. Mathilde acarició su hombro para
reconfortarla, consiguiéndolo extrañamente.
-Sabemos que tienes que guardar
reposo y que tu cuerpo está sufriendo mucho últimamente. Pero te voy a ayudar.
Créeme. He venido para esto desde Europa-Añadió, dibujando una sonrisa triste
sobre sus labios.
-Pero…Perdona, es que estoy un
poco con fundida, ¿No será peligroso?-Formuló y miró de nuevo a Elliot, con
precaución-Bueno, no quiero ser la tercera.
-No lo serás-Dijo Elliot con voz
seria, fulminando cualquier duda.
Apenas podía
soportar estar en ese coche durante más tiempo. El aire era demasiado denso y
hacía que las náuseas comenzaran a hacer mella en su cuerpo.
Respiró hondo
varias veces, antes de que todo fuera a peor. Los hechos se sucedían con
demasiada rapidez. Elliot acababa de aparecer. Una desconocida estaba
intentando salvarla por todos los medios,… y acababa de llevar a cabo una fuga
de la que empezaba a no estar orgullosa. Una sola
preguntaba la atormentaba, impidiéndole razonar, ahogándola lentamente: ¿Qué
iba a pasar a partir de ahora?
Estaba mareada y
en lo único que pensaba era en el oxígeno… Oxígeno que no parecía ser
suficiente. Cerró los ojos, pero sintió que perdía las riendas de la realidad.
-¿Puedes…? Bajar… La ventanilla…
Por favor-Suplicó, arrastrando las palabras, como si cada respiración fuera un
costo demasiado caro.
La oscuridad era
demasiado apetecible, así que se obligó a abrir los ojos de nuevo. Tenía calor,
pero pronto se convirtió en frío debido al viento que azotaba su rostro, lo
que la espabiló en solo un instante. Mathilde se había desabrochado el cinturón
y estaba más cerca, masajeando su espalda con los suaves trazos de las yemas de
sus dedos. Ella agradeció ese gesto, mientras apaciguaba su respiración. Echó
hacia atrás la cabeza y deslizó sus manos hasta su abdomen.
-¿Estás mejor?-Preguntó Elliot,
que había detenido el coche y se había dado la vuelta con preocupación para
examinarla.
Julieta asintió, avergonzada.
-Lo siento… Ha sido… Mucho. Y
aun no son ni las… Once de la mañana-Bromeó Julieta, con una risita nerviosa,
hablando pausadamente.
Él volvió a
dirigirse hacia la carretera y arrancó el coche.
-Cuando estuve embarazada, los
mareos era muy comunes en este trimestre. Estaba agotada y podía dormir días
enteros-La tranquilizó Mathilde con simpatía, lo que la sorprendió, pues nunca
hubiera imaginado que esa mujer pudiera tener un hijo si era tan joven-¿Duermes
bien?
-Duermo… Algo-Explicó Julieta en
un murmullo apenas audible. Quería saber más de ella, ya que no había dejado de
hacerle preguntas desde que entró en el coche, así que se armó de valor para
interrogarla ella esta vez -¿Has tenido un bebé?
Se fijó en su
expresión que se volvió seria y cansada. Sabía que había tocado su punto débil.
Mathilde agachó la cabeza y suspiró con tristeza.
-No. Tuve un aborto a causa de
un accidente-Se encogió de hombros y miró a Julieta- Al parecer por un
desvanecimiento que me causó un aneurisma cerebral.
-Lo siento-Susurró Julieta con
un nudo en el estómago-Debió de ser terrible.
-Tuve suerte de no morir.
Su entereza logró sorprenderla y sobre cogerla al mismo tiempo. Estaba siendo amable con ella, y eso que hasta
hace unos minutos habían sido dos desconocidas. Quería ayudarle y era notable
que su interés no era meramente profesional, pero desechó la idea de que Elliot
y ella hubieran tenido un romance en Europa. Primero porque sabía que no se
hubiera mostrado tan amable si fuera así y segundo, porque no viajas al otro
lado del mundo por la madre de su hijo.
Llegaron al ático
de Julieta, quien convenció a Mathilde para que se quedara en la habitación de
invitados durante el tiempo que estuviera en Nueva York. Era lo menos que podía hacer por su futura salvadora.
Elliot la
acompañó hasta su habitación, que estaba exactamente en las mismas condiciones
en que la habían dejado. La cama de forja estaba desecha y la colcha blanca
descansaba sobre el suelo, había ropa en la alfombra y la puerta del baño
estaba entreabierta. Julieta avanzó decidida hasta allí y vaciló antes de
agarrar el pomo. Cuando abrió, se encontró lo que temía. Nadie había entrado en
ese lugar desde hacía tres meses. Nadie lo había limpiado… Ni siquiera los
restos de su sangre.
-Voy a limpiar esto-Murmuró
Elliot a sus espaldas.
-Puedo…-Comenzó a decir Julieta.
-No, tú no hagas nada-La
interrumpió con voz muy seria.
El extraño
comportamiento de Elliot la tenía desconcertada. Era como un desconocido que
sólo hablaba lo justo para ser educado, sin intención alguna de comportarse de
manera agradable. Era diferente, triste y amargado por las circunstancias.
Salió de allí y
fue directa a su despacho, escapando de la cruda realidad del dormitorio. Sabía
perfectamente que le había hecho daño a Elliot, pero el hecho de que él la
abandonara era peor… No iba a perdonarle, pero le hubiera gustado ver un poco
más de esfuerzo por su parte.
Se sentó en la
silla y abrió el portátil. Mientras se encendía, no dejaba de ver su gesto
serio, su voz fría repitiendo “No hagas nada”. Se puso en pie y volvió a la
habitación cuando las dudas se hicieron lo bastante ruidosas como para prestar atención a algo más. Elliot estaba haciendo la cama. La miró y frunció el ceño.
-¿Qué pasa?-Preguntó y volvió la vista al esbozo de la sábana.
-Que siento no haberte tomado en cuenta. Y que no me preocupara lo que
pensaras. Era algo de los dos y yo no…-Respondió Julieta con los ojos anegados
en lágrimas-La culpa en parte fue mía.
Elliot caminó
hasta ella, le rodeo los brazos con sus manos y le besó en la frente.
-No vuelvas a decirme eso. Nada
es culpa tuya-Sentenció, con gesto impenetrable, aunque sus ojos estaban
apagados.
-Sí, y no he dejado de
martirizarme por eso. Dejaste tu trabajo, dejaste la investigación…
-Jul. He tenido trabajo y estoy
bien. No dejé la investigación, sólo cambie la dirección de mi estudio. Ahora
colaboro con Mathilde-Explicaba con serenidad-No pretendas excusar lo que hice.
-No lo hago. Pero aun no
comprendo por qué lo hiciste-Aclaró Julieta y se cruzó de brazos- Y tampoco que
le pidieras ayuda a Jess… Y lo peor, es que no dejo de preguntarme que le
habrás dado a cambio para que ella lo hiciera.
La sombra de
Jess, acechándola, siendo un obstáculo en el pasado, era algo que simplemente
había olvidado, aunque ahora había vuelto… Y mucho peor.
-No quería nada-Dijo él, dejando
escapar un suspiro.
-Ah ¿No?- Preguntó irónicamente,
con una sonrisa maliciosa-Quizás sean las hormonas… Pero creo que te fuiste de
mi lado para irte con ella. Quizá eso sea lo mejor para ti… Empezar de nuevo,
olvidarte de mí.
-Quiero que te quede clara una
cosa-Se acercó más a ella, hasta quedar a apenas unos centímetros de sus
labios-Estos tres meses no hecho otra cosa que quererte más de lo que lo hacía.
Sufrir por ser un idiota, echarte de menos, trabajar para darte una oportunidad,
aunque no fuera conmigo y soñar por conseguirlo.
Ambos respiraban
entrecortadamente, notando la atracción que los obligaba a querer rozarse,
aunque fuera solo el contacto tibio de sus labios durante unos segundos. Pero
Julieta se separó de él antes de rendirse a lo natural, y le dio la espalda
para coger aire y limpiarse las mejillas húmedas y muy sonrosadas.
-Voy a ver si Mathilde está bien
-susurró Julieta -creo que... que necesitará toallas.
Corrió al piso de
abajo. Mathilde estaba en el hall, sentada en el sofá, leyendo una revista
antigua que había sobre la mesita.
-Hola… ¿Interrumpo?-Preguntó
Julieta.
-¡No! Para nada, es tu casa… Tu
alucinante casa-Respondió e hizo un gesto exagerado para que se sentara a su
lado.
-Gracias-Julieta se sentó a su
lado en el sofá-Quiero hablar de Elliot. Necesito aclararme y él parece que
está demasiado deprimido...-suspiró y decidió dejar a un lado el orgullo- En realidad estoy preocupada.
-Elliot está bien, aunque hace
unas semanas me llegó a preocupar-Habló en voz baja, ante la atenta mirada de
Julieta.
-No deberíamos hablar aquí-Susurró
Julieta y miró hacia arriba-¿Has visto la terraza?
Mathilde le contó
que Elliot la buscó durante semanas, hasta que la encontró en Inglaterra. Él ya
sabía que su investigación no iba bien, pero aun así se aferró a lo único que
le quedaba. Había estudiado todos sus avances en sus pacientes y
sabía perfectamente lo que quería: Ayudarla a que la investigación fuera bien.
Ella se extrañó
al principio, ya que le resultaba casi enfermizo el comportamiento obsesivo de
ese médico que había viajado tanto, solo para ayudarla. Pero todo eso
quedo atrás cuando le contó su historia. Un cuento de amor loco e imposible,
trágico y amargo que le hizo no parar hasta llegar a ella. Al principio,
Mathilde se encontró en un aprieto, con una gran responsabilidad que no le
resultaba nada atrayente… Pero cuando se enteró del embarazo de Julieta, ya no hubo
ninguna duda.
Julieta escuchaba
atentamente el relato sin interrumpirla. Era incapaz de hablar, cada palabra era como un descanso que había esperado durante mucho tiempo y empezaba
a encontrarse exhausta. Por fin sabía a lo que se había estado dedicando
Elliot, y no era algo terrible, como creyó Alice. Era un gesto de su
inagotable amor por ella.
Ni
siquiera sabía a ciencia cierta si estaba enfadada con él.
El día fue
extraño. Elliot evitó todo contacto con el exterior, encerrado en el despacho, del
que ni siquiera salió para comer. Mathilde y Julieta fueron a su apartamento para coger su equipaje, lo que provocó que ambas aprendieran más cosas
de la otra y comenzaran a caerse mejor, a entablar algo parecido a una amistad.
Alice no llamó en
toda la tarde. Y a pesar de la nota que había dejado, explicando los motivos por lo que se había
ido, no podía hacer otra cosa que sentirse mal. Aunque eso no le haría querer volver a atrás. Al cabo de unas horas, cuando llegaron a casa,
él ya se había marchado al Hospital, lo que le provocó una pizca de tristeza, convencida de que podían haber hablado, o de que quizás hubiera estado bien darle las gracias.
Subió a
su habitación con cansancio, notando un dolor leve y extraño que recorría todo su cuerpo.
Se metió en la cama, y se tapó hasta el cuello, experimentando el confort de su
colchón amoldándose perfectamente en su espalda, la tranquilidad de su dormitorio...
Por primera vez
en mucho tiempo, sus ojos cansados se cerraron con pesadez, y el sueño profundo la fulminó en un instante.
Excelente capítulo, se ha resuelto quienes matilde espero que la relación entre eliot y julieta mejore y también que el tratamiento funcione para julieta cómo lo digo siempre esperando el próximo capítulo ....saludos
ResponderEliminarMe cae bien la neurocirujana :)
ResponderEliminarYa sabía yo que Mathilde era la neurocirujana europea. Espero que consiga salvar a Juñieta y que ella, Elliot arreglen las cosas y que no le pase nada al bebé. Uy cuantas cosas quiero que pasen jaja
ResponderEliminarCapítulo perfecto como siempre ^^
Besos ;)