A las cinco menos
cuarto, Charlie entró en el hall del ático de
su hermana, vacilando en cada paso que lo acercaba a su interior, mientras se
arreglaba el cuello de la camisa.
Elliot estaba de
pie, y lo saludó con una media sonrisa. Él se esforzó por devolvérsela a su
cuñado, si aún lo era.
El vínculo que lo
había unido esos meses les había otorgado confianza en su relación. Elliot
necesitaba a alguien, un espía, dicho de manera cómica, que lo informara de
todo lo que sucedía entre los muros del apartamento de Alice. En un momento de
desesperación, en la que no se había ganado más que enemigos, Charlie fue un
apoyo que comprendió lo que debía hacer.
-Está loca-Le soltó Charlie a
Elliot y se derrumbó en el sofá rojo- Tengo veinticinco años y mi madre no era
algo de lo que había tenido que preocuparme… Hasta ahora.
Elliot se sentó a
su lado y suspiro, cruzando las piernas.
-Ella se puso en contacto con
Julieta, no al revés-La defendió él. Charlie ya lo sabía y no dijo nada más. Los dos
permanecieron callados un momento- Siento que no te hable por mi
culpa. Me has ayudado mucho y no te ha traído más que problemas. Aunque esto es
una excusa para que se le pase.
-Yo sabía que corría un cierto…
Riesgo. Pero no está tan mal… Alice ya me habla-Respondió Charlie. Ese
comentario extrañó a Elliot que frunció el ceño.
-¿Por qué iba Alice a enfadarse
contigo?-Preguntó y le miró fijamente, con mucha curiosidad en su mirada.
-Elliot, estos meses han pasado
más cosas de las que te contaba sobre…-Charlie se calló al escuchar el sonido
de alguien que bajaba por las escaleras. Julieta.
Él y Elliot
miraron es su dirección, contemplándola en silencio. No se la veía enfadada, al
contrario, estaba radiante. Sus habituales ojeras eran invisibles y sus
mejillas estaban sonrosadas. Su pelo estaba peinado estratégicamente en una
coleta desenfadada que le daba un cierto aire infantil. Llevaba una camisa
blanca, ancha, y una chaqueta verde militar. Los pantalones negros estrechos y
sus habituales converse rojas, completaban el look que había estado maquinando durante horas, intentando acabar con su aspecto desaliñado de las últimas
semanas. Y lo había conseguido, parecía ella de nuevo.
Como si todo
fuera bien.
Elliot estaba
embobado. No podía apartar sus ojos de ella… La mujer preciosa a la quería.
-Con esta ropa no me veo tan…
gorda-Dijo Julieta con una mueca de descontento exagerada y se estiró la parte
de debajo de la camisa- Alice me regaló
la camisa, pero no sé si debería… Y quería ponerme tacones, pero mi
estabilidad, ya no es lo que era- Sonrió con nerviosismo, sintiéndose un poco
incómoda con su propia explicación. Cambio de expresión, tornándola en disgusto y cruzó los brazos sobre
su pecho-¿Qué pasa?
-Nada… Estás muy guapa-Admitió
Charlie y se levantó para abrazar a su hermana.
Los dos se juntaron
en ese gesto de afecto que necesitaban desde hacía tanto tiempo. Julieta
aguantó las ganas de llorar, observando a Elliot por encima del hombro de
Charlie. Él sostuvo su mirada hasta que ella se separó de su hermano.
-Juliet, lo que hicimos… Bueno,
lo que hice…-Explicó pausadamente Charlie, con miedo a su reacción.
-Lo hicisteis con buena
intención. Ya-Contestó ella y consultó la hora en su reloj de muñeca.
Eran las cinco. Y
eso le hizo ponerse muy nerviosa. Resopló y se sentó en el sofá. Sabía que algo
iba a salir mal… Todo en su vida salía mal, esto no tenía por qué ser mejor.
Hundió la cara en
sus manos y negó con la cabeza.
-No va a salir bien… ¿Y sí no va
a la cita? O… ¿Y sí no le gustamos…? O está loca. Ni, ni siquiera sé si le voy
a contar que estoy...
-¿Embarazada? Siento ser yo el
que te diga esto… Pero es muy obvio-Bromeó Charlie. Julieta le dirigió una
mirada glaciar y Elliot aguantó las ganas de reír- Para seis meses es muy
grande ¿No Elliot?
Julieta le lanzó
un cojín con fuerza, que fue directo a la cabeza de Charlie.
-Imbécil… -Murmuró ella, pero
sonrió al cabo de un rato- Creo que deberíamos irnos.
Elliot le
acarició el brazo y le dirigió una sonrisa de complicidad. Eso bastó para
reconfortarla.
El coche de
Charlie era un BMW X6. Muy llamativo y grande… Demasiado grande. Julieta no
hacía más que revolverse en el asiento, respirando hondo para controlar su
corazón impaciente. Pero ese coche no ayudaba.
Tenía que ver con
su accidente, y con que su padre tenía uno bastante similar al que estaba
montada en esos momentos.
-¡No entiendo este tráfico! ¡La
gente no ha salido de sus casas hasta esta hora! Toda Nueva York va al mismo
lado… Es una señal…-Se quejó Julieta y abrió la ventanilla para coger aire.
-¿Desde cuando hablas de
señales?
-No sé ni lo que digo-Dijo y sonrío un poco, dejando escapar un suspiro.
Otro semáforo se
puso en rojo, impidiéndoles avanzar. Julieta miró hacia el techo y soltó un
sonoro quejido.
-Ya está... Es la siguiente calle-La
tranquilizó Charlie dándole unas palmaditas en la pierna.
Charlie aparcó
frente a Le Pain Quotidien, en el Upper East Side, donde habían quedado con
Emma. Julieta estaba convencida de que era un milagro que pudiesen aparcar tan
cerca.
Dejó que Charlie
entrara el primero en la cafetería… Y siguió sus pasos, conteniendo el aliento
a la vez que su corazón latía con una fuerza preocupante. Suspiró y miró hacia
todas direcciones, buscando desesperada una mujer de cuarenta y un años… Que tal vez se le pareciera a ella.
No había nadie
así.
Charlie le preguntó
a una camarera por ella, pero está negó con la cabeza y le dedicó una sonrisa
antes de dirigirse deprisa a una mesa.
Julieta exhaló
aire con lentitud, temiendo que ese encuentro no se fuera a producir. Estaba
mareada y débil.
Porque resultaba
raro, incluso cómico, que los hubiera abandonado en una cafetería de Manhattan.
Alguien toco entonces el
hombro de Julieta. Se sobresaltó, saliendo de sus propios pensamientos y un escalofrío le recorrió la espalda. Dio la
vuelta con rapidez y encontró la cara de una mujer justo delante de ella.
Sus labios le
eran familiares.
Su nariz le era
familiar.
Sus ojos verdes tampoco
le sorprendieron, porque eran idénticos a los suyos.
-¿Eres…? ¿Julieta? -Le preguntó,
con voz quebrada y los ojos anegados en lágrimas.
Resultaba
chocante. Emma era muy guapa, alta y esbelta. Su pelo era dorado y su sonrisa
amplia, como la de Charlie. Julieta parpadeó e intentó hablar, pero estaba
demasiado atontada.
Notó como Charlie
le rodeaba la cintura.
Emma abrió la
boca cuando echó un vistazo rápido a Julieta.
-Estás… Embarazada…-Dejó de
mirarla a ella, y al ver a su hijo y una lágrima silenciosa recorrió su mejilla,
al tiempo que su sonrisa se ampliaba aún más-¿Puedo…? ¿Puedo abrazaros?
Antes de que Emma
lo hiciera, antes de contestar, Julieta sintió el impulso de lanzarse en sus brazos. Y así fue, incómodo e inapropiado y algo violento también, aunque era
extrañamente fácil… Como si años no bastaran para romper ese vínculo de sangre
que los unía.
Se sentaron y se
miraron los unos a los otros, intentando que surgiera una conversación normal
que ciertamente, era algo imposible.
-¿Desde cuando estás en Nueva
York?-Le preguntó Charlie, rompiendo el hielo. Él se situaba en un punto más
decaído, incapaz de mirar a su madre biológica fijamente, aunque la curiosidad
era algo que lo estaba matando desde hacía unas horas.
Desde que supo
que tenía que conocer a una mujer que lo abandonó en un orfanato.
-Llevo unos tres años aquí. Me
ofrecieron un contrato en una televisión para un programa y…- Negó con la
cabeza y se sonrojó-Pero bueno, eso ahora no importa. Dios mío, sois como os
imaginaba… Aunque Charlie me ha sorprendido un poco, con lo pequeño y frágil que
era cuando nació… Era minúsculo.
-Ahora ha crecido-Añadió Julieta
y le dio un par de palmaditas en el hombro a su hermano.
-En casi veinte seis años… Es lo
que suele pasar-Dijo Charlie cansadamente.
-Os debo una explicación-Empezó
a explicar Emma, con la mirada fija en la mesa.
-No pasa nada… No tiene por qué
ser ahora sino es lo más oportuno…-La atajó Julieta, que empezó a ponerse
nerviosa y fulminó a Charlie con un gesto.
-Tenía dieciséis años, como ya
conté en la carta, y bueno… Me arrancaron lo que más quería, vosotros. No pude
hacer nada más que aceptar. Corría el riesgo de que mi familia me diera la
espalda. Ni siquiera iba a poder mantenerme yo ¿Dos bebés? Era demasiado. Tome
la decisión por vosotros-Se justificaba con agonía, recordando aquellos años.
-¿Por qué ahora?-Prosiguió con
el interrogatorio, Charlie-¿Por qué no cuando tuviste una situación estable, económicamente?
-Charlie, por favor…-Rogó
Julieta con un nudo en el estómago. Era incapaz de levantar la vista y examinar
sus gestos, así que comenzó a frotarse las manos en el pantalón.
-Tenía miedo. Sabía que teníais
una vida mejor de la que yo os pude dar y…
-¿Cómo lo sabías?-La cuestionó
de nuevo.
-Os busqué, pero fui una cobarde…
Ya teníais un padre-Sollozó con pesadumbre.
-Pero nunca una madre-Sentenció
Charlie.
-No era quien para destrozar
vuestra familia-Contestó Emma con impaciencia.
-¡Claro que eras! Pero supongo
que no te interesó… Hasta hoy.
-Charlie, basta-Susurró Julieta,
sintiendo que todo se venía abajo. Echó un vistazo a Emma, que se enjuagaba las
lágrimas discretamente con los dedos.
-Lo siento… Pero creo que fue lo
que cualquiera madre hubiera hecho-Dijo y le dio la mano a Julieta.
Sintió un
escalofrió y pensó en Elliot y su familia… O lo que fuera que eran en ese
momento.
-Creo que no-Opinó él con
franqueza-Puedes preguntar a tu hija ¿No, Julieta?-Se dirigió a ella y se
levantó de la silla-Dile lo que estás haciendo por tu… Bebé. Puede que aprenda
lo que es el sacrificio.
-No te vayas-Suplicó ella y
agarró el brazo de su hermano.
-Me voy. Si te
encuentras mal, llámame-Dicho esto, salió de la cafetería con paso enérgico, dejándolas
con la conmoción de sus hirientes palabras.
Las dos
encontraron sus miradas, después de ver el coche alejarse por el ventanal de
cristal. Ambas tenían los ojos vidriosos. Julieta no sabía cómo explicar las
palabras de Charlie a una desconocida por la que sentía tanto, sin previo
aviso. Como anular esa conversación, decirle que él no era así…
-Lo siento, Julieta.
-Él… Él no es así… No habrá tenido
un buen día. Es culpa mía-La cabeza le dolía horrores, así que se froto con una
mano temblorosa la frente- Le avisé con poco tiempo… No le he dado tiempo para
pensar, o…-Notó algo que caía por su nariz, algo cálido. Algo que no eran
lágrimas.
-Cielo… Estás… Sangrando-Murmuró
su madre, con el ceño fruncido.
Julieta se llevó
la mano a los labios húmedos, manchándose de sangre.
-Mierda…-Cogió una servilleta
para taponar la nariz, aunque la hemorragia empezaba a ser muy fuerte y ese pequeño papel
no era suficiente.
Cogió un montón
más, pero no bastó. Al cabo de un rato, todo estaba salpicado por ese líquido rojo. Y ella, tontamente, sólo podía pensar en que había elegido un mal momento para ponerse una camisa
blanca.
-Julieta… ¿Qué…? ¿Qué pasa? Voy
a llamar a alguien… No tienes buena cara-Su madre estaba alarmándose al ver como se derramaba sin control.
-Estoy bien, no te
preocupes-Pero ella misma empezaba a hacerlo.
Examinó el gesto
de Emma. Blanca como el mármol.
- Es mucha sangre.
Sabía que era
cierto. Estaba mareándose y no podía hacerse la valiente. Su enfado aumentaba. Estaba desangrándose y acababa de tener un encuentro nada acertado con su madre, a la que acababa de conocer... Y a la que debía poner en un compromiso.
A la vez que maldecía por lo bajo, buscó las palabras exactas para explicarle qué hacer, sin soliviantar a la mujer que la contemplaba asustada.
A la vez que maldecía por lo bajo, buscó las palabras exactas para explicarle qué hacer, sin soliviantar a la mujer que la contemplaba asustada.
-Emma, tienes que llevarme al
hospital. Sin alarmarte, por favor. Estoy bien-Empezó a decir con voz ronca- Si… Si me
desmayo por el camino, tie… tienes que llamar a Elliot. En… la lista de
contactos de mi… mi teléfono- Emma negó con la cabeza, horrorizada-Puede pasar... Pero no necesariamente.
-No sería mejor que… ¿Qué está pasando?-Se quejó
Emma, con el rostro envuelto en puro terror y confusión. No se movía de su sitio y miraba hacia todos lados.
Nadie parecía interesado en ellas, ya que Julieta estaba de espaldas al resto
del local.
-No. Te necesito… Por favor.
Emma se levantó
de un salto, conmovida por esa frase, y corrió a su lado. Con energía, la ayudó a ponerse en pie y salir
de allí. Julieta comenzó a ver borrones en lugar de coches y la luz de fuera
le resultaba cegadora. Cerró los ojos por el mareo y rezó por aguantar en pie
hasta dónde estuviera el coche. Le pareció que ya no sangraba tanto, aunque no
tenía ni idea de cómo saberlo. Uno de sus brazos rodeaba el de su madre, el
otro estaba taponando sus fosas nasales. Y cambiar de postura resultaría muy arriesgado.
Unos metros
después, Emma la empujó al interior del asiento de un coche. Abrió los ojos y
se apoyó en el cristal de la ventanilla.
Estaba cansada.
Separó el puñado
de papel de su cara y súbitamente comprobó que el brote remitía. Exhausta,
apoyó las manos sobre su abdomen, hasta que cayeron a ambos lados de su cuerpo,
que ahora resultaba lejano, pesado… Imposible de controlar.
-No te desmayes… por favor-Le
rogó Emma, con voz rota.
-Elliot… Llama… a…
Elliot-Pronunció, como si cada palabra le costara la vida misma.
-Elliot Evans-Contestó al cuarto
tono. Elliot estaba en el despacho, pasando los resultados de unos pacientes a su portátil.
-¿Elliot? Soy… Soy Emma… La
madre de… -Hubo una pausa de unos segundos, en lo que su corazón dejó de bombear-Julieta no se encuentra bien-Explicó ella, con la mayor calma que pudo obtener.
Elliot fue
abofeteado por la confusión al escuchar esa voz desconocida.
-¿Qué le pasa? ¿Dónde está?-Preguntó
con rapidez y se levantó de la silla para salir de la habitación.
-Está…. En mi… Vamos de camino
al hospital… El Presbyterian es el más cercano. Le sangraba la nariz y ahora… creo
que va a desmayarse.
Elliot cogió sus
llaves y su chaqueta y llamó al ascensor. El miedo y la impaciencia hacían que
pareciese que todo iba muy lento. No siquiera sabía que palabras decirle a Emma.
Tomó una bocanada de aire y cerró los ojos, apretándolos con fuerza.
Tomó una bocanada de aire y cerró los ojos, apretándolos con fuerza.
-Tranquila. Sigue conduciendo
¿Está consciente?
-Tiene la mirada un poco perdida
¡Mierda! ¿Por qué hay tanto tráfico?
-Ponle el teléfono en la oreja.
Por favor-Dijo con urgencia. Se oyó movimiento, hasta que sonó una
respiración débil y supo que era la de ella. Pudo notar como su interior se rompía- Cariño… Pronto estaré ahí ¿vale? Tú no te duermas. Por favor…
Te quiero.
-Estoy bien… Pe… Pero no…-Después
de ese débil susurro, Elliot escuchó un golpe.
La angustia lo
dejó paralizado en el marco de la puerta.
-¿Jul? ¡Jul!-Gritó él con
desesperación.
-¡Julieta!-Gritó Emma también. Y otra
pausa agónica en la que no hubo sonidos de respuesta- Se ha desmayado, Elliot,
pero ya casi hemos llegado.
Un pitido
continuo inundó la línea. Elliot permaneció con el teléfono pegado a la cara hasta que
sintió que el ascensor bajaba.
Se llevó las
manos a la cabeza y resopló con rabia. Mientras se acercaba a la última planta,
rogó porque no fuera nada, porque ya la estuvieran atendiendo…
Y se prometió que
no se separaría nunca más de su lado.
De vuelta al hospital no por favor T_T Siempre nos das unos sustos de muerte Jane :( Que no sea nada, que no sea nada, que no sea nada... ¡Corre Elliot y arregla esto por Dios! *.*
ResponderEliminarEl encuentro con la madre ha sido muy emotivo y me ha sorprendido mucho :) El que más pena me da, en cambio, es Charlie :(
Muchos besos Jane y gracias por el capi ;)
Dios! Este capitulo esta hecho para llorar...
ResponderEliminarEspero que Julieta este bien y no le pase nada
La ultima frase es...pfff no tengo palabras
Besos
no más hospitales , pero creo que seran más seguido :-(
ResponderEliminary lástima x que Julieta realmente quería que las cosas con su madre salieran bien ,espero que ese desmayo no pase de un buen susto
esperando el próximo capítulo con ansias