Las fuerzas no eran suficientes para soportar a Mathilde y
Alice en su momento pre boda. Estaban frenéticas probando los postres y
enseñándole a Julieta los vestidos que habían escogido para llevar en la boda.
-¿Qué
te parece esta?-Preguntó Mathilde.
-Fresa
y coco-Susurró Jane en su oído.
-Parece
fresa y…. ¿Es coco?-Repitió Julieta.
-¡Disimulas
muy bien!-La animó la alucinación de su amiga.
Alice le chocó la mano a Mathilde, orgullosa. Julieta
llevaba más o menos media hora con los ojos tapados, intentando adivinar los
sabores de cada pastel para elegir uno sin tener en cuenta la apariencia. Así
que llevaba más o menos diez minutos deseando descansar de esa locura y dejar
de escuchar a Jane.
-Vale…
La última-Dijo Alice.
-Me
habéis dicho lo mismo en las últimas cuatro y no puedo más. Estoy saturada de
azúcar y dado que es lo primero que como desde hace dos días, no debería empacharme
y… Bueno ¡Las doctoras sois vosotras! ¿¡No deberíais regañarme por esto!? ¡Me
estáis incitando!
Las dos se echaron a reír y le quitaron el pañuelo de los
ojos. Julieta suspiró y se unió a sus risas.
-Lo
siento, cariño ¿Quieres que te enseñemos los vestidos?
Asintió y Alice le acomodó los almohadones de la cama.
-Como
aún no puedes probártelos tú, hemos pensado en que yo sea tu modelo-Dijo
Mathilde-Primero de todo, decir que todos los diseños son de Vera Wang.
-¡¿CÓMO?!-Exclamó
Julieta, que no daba crédito a lo que había escuchado.
-Vera
Wang, una diseñadora de vestidos de novia que…
-¡Sé
quién es, la conozco! Pero… ¡Madre mía! ¡Dios mío, Vera Wang en un hospital!
-Lo sabemos,
somos fantásticas. Tu estado está siendo muy mediático y sobretodo en las altas
esferas, entre dónde casualmente… Te encuentras tú. Por eso, hablamos con la
diseñadora, sabiendo que fuiste su abogada en un proceso de demanda... Ella
quería que llevaras un diseño suyo.
-¿La
prensa sabe que estoy aquí ahora?-Preguntó Julieta, temerosa.
-Por
supuesto que no… ¡Julieta! ¡Te estoy hablando de que una diseñadora quiere que
lleves un diseño suyo y tú…!
-Lo
siento. Lo siento… Estoy en Shock-Les sonrió y empezó a emocionarse.
-No
llores, por favor-Le rogó Mathilde.
-No lloro,
es que no me esperaba que… ¡Vera Wang!
Julieta se agarró el pecho, intentando calmar su respiración.
Estaba radiante. Cada paso a la boda era un paso hacia algo que no llegaba a
entender. Un sentimiento un tanto amargo que la alejaba de la realidad, la
cruda realidad. Notaba que no estaba dándole tanta importancia como debía a lo
que acababa de pasarle, que estar tan feliz resultaba peligroso.
Y que de preocuparse por ella, estaba preparando una boda.
-¿Qué
pasa aquí?-Preguntó entonces Elliot, entrando por la puerta. Parecía alarmado e
igual de pasmado que Julieta.
-¿No
creías que íbamos a dejar que tu boda fuera una basura no?-Le soltó Alice.
-No,
pero Julieta aún no está en condiciones de que…-La contradijo él.
-No
pasa nada, cariño… Me lo estoy pasando muy bien-Lo cortó Julieta.
Elliot le lanzó una mirada de reproche y bufó. A Julieta le
preocupó su rostro crispado, en el que sus facciones se oscurecían por
segundos.
-No lo
dudo, pero hace dos días. Sólo dos días.
-No
seas tan sobreprotector-Le regañó Mathilde-Deja que disfrute de esto.
-No
pasa nada, chicas ¿Podemos seguir esta tarde?- Murmuró Julieta, intentando que
no comenzara una discusión innecesaria.
Por suerte, ella no parecía la única sin ganas de guerra.
Alice y Mathilde aceptaron volver a las seis y después de refunfuñar un rato
sobre la conservación de las flores, los dejaron solos.
-Elliot,
¿Qué pasa?
-Nada,
déjame que te ponga la cánula.
Se percató de que no la miraba a los ojos y de que cada
movimiento lo hacía con brusquedad.
-No la
necesito…
-Si la
necesitas, vamos.
-¿Quieres
decirme que mierda te pasa?-Volvió a preguntarle.
-Julieta
¿Quieres dejar de moverte y de hacer preguntas?
-Creo
que te conozco lo suficiente para saber que si no me llamas nena, es que pasa
algo.
-Enhorabuena
por la averiguación.
-Elliot
Evans, no me hables en ese tono.
-Perdona.
Él le acarició la mejilla y le besó la frente.
-No
pasa nada-Dijo Julieta-Pero cuéntame lo que pasa porque voy a pegarte si no lo
haces.
En su mirada esquiva apareció un resquicio de una sonrisa,
pero se apagó en cuanto se dirigió a ella.
-Quizá
haya que posponer esto, esperar a que te recuperes y podamos…-Empezó a
explicarle.
-¿Qué?
¿Por qué?
-Bueno,
dentro de una semana vas a estar mal, muy mal. Tu cuerpo va a sufrir porque los
fármacos son agresivos. Créeme, no vas a tener ganas de ningún tipo de fiesta.
Podía tener razón y ella lo sabía, aunque la posibilidad de
no tener tiempo pesaba más que la sensatez de su prometido médico.
-No.
Elliot, sé perfectamente hasta dónde puede aguantar mi cuerpo. No vamos a
posponer nada.
-¡¿Pero
por qué no puedes esperar unas semanas más?! No me voy a ir a ningún sitio…
¿Crees que voy a volver a marcharme? ¿Es eso?
-No
seas imbécil. Por supuesto que no es eso lo que pienso. Claro que no…
Elliot frunció el ceño y apretó los labios.
-¿Entonces
qué es?
-Qué sé
que tú estarás, pero no es esa la parte que me preocupa. No sé si hay tiempo
porque hace dos días estaba muerta y quiero casarme contigo…-Cogió una bocanada
de aire que entró y empujó a sus pulmones para seguir hablando-Antes de irme.
-¿De
irte? ¿De qué hablas?
Se armó de valor para soltarlo, esperando que sirviera de
algo derrumbarse y confesar el mayor de sus miedos
-Esto
no va a terminar bien. Ya me he reído suficiente de la muerte, no hay más
oportunidades. Me has dado tiempo, mucho tiempo. He vivido y he amado tanto que
ni siquiera sé qué hacía antes de esto… Era sólo una persona y ahora soy tú
persona. Y tenemos un bebé precioso. No pasa nada por rendirnos a la
naturaleza.
Elliot no habló, sacó algo de su bolsillo y se lo dio a
Julieta. Era su anillo, el mismo que le recordaba al mar, a las noches cálidas, al amor… Y sobre todo a una promesas.
-Creo
que te has olvidado de esto, así que recuérdalo ahora que tienes miedo. No vas
a irte tan pronto.
-Elliot…
Pero no pudo seguir. Había tocado una fibra sensible y ya
no podía seguir hablando. Agradeció que en ese instante, la abrazara y que su pecho,
fuera un lugar lo suficientemente seguro como para desahogarse.
-Puedes
llorar, nena-Susurró en su oído.
-No
quiero llorar, quiero que me dejes que decida la fecha.
Y la risa de Elliot fue la respuesta que necesitaba.
-Bien…
Está claro que estoy en desventaja.
-Cuanto
antes te des cuenta, mucho mejor-Bromeó ella.
-Sólo
te pido que no te rindas aún ¿Vale? Eres Julieta Pope, nena. Hazlo por
nosotros.
-No
quiero rendirme, pero es tan complicado no hacerlo…
-Tonterías.
Dentro de unos meses recordaremos este día como el momento en que tus hormonas
te jugaron una mala pasado. Ha debido de ser el exceso de azúcar.
-Claro, habrá sido el exceso de
azúcar-Repitió con tono irónico.
*
Y así se quedaron horas, hablando sobre detalles sin
importancia, detalles que consiguieron dejar en un tercer plano el drama
personal que con cada sonrisa, se hacía mucho más insignificante de lo que era.
Ambos comenzaron a crear el futuro a dos semanas vista y les parecía
apasionante poder hacerlo.
Julieta se sentía fuerte, como si nada fuera lo
suficientemente desconocido o lo suficientemente difícil para apartarla del
camino hacia la promesa del anillo.
*
-Perfecto,
Julieta ¡Te queda perfecto!-Exclamó Alice cuando la vio aparecer con el
vestido.
Un diseño de Vera Wang que hacía que se cortara la
respiración; De un blanco roto. Corsé palabra de honor ensalzado con encaje en
un tono beige oscuro que se extendía por el pecho, recordando al de algún
vestido de una época pasada. La falda, desde la cintura, muy vaporosa, con
pliegues cortos e irregulares que daban la impresión de querer hacerla
infinita.
Julieta se vio con él en el espejo y no supo que decir.
Había elegido ese vestido al verlo en el cuerpo de Mathilde, pero no era nada
comparado a vérselo puesto.
-Dios
mío-Fue lo único que acertó a pronunciar en un susurro-Es perfecto.
-Cariño,
no puede quedarte mejor. Estás impresionante-Admitió Mathilde-El día de la boda
vas a estar preciosa peinada y maquillada.
Mientras que la escuchaba, notó que su cuerpo se venía
abajo. Las náuseas subieron con rapidez, como un torrente sin frenos. Entonces
le pareció que no había sido una buena idea elegir ese día para probarse el
vestido, pero no estaba dispuesta a mancharlo con una vomitona.
Palideció e intentó hablar con rapidez, aguantando como
pudo.
-¡Quítamelo!
¡Quítamelo ahora! ¡Corre!
Las manos de Alice llegaron hasta su espalda y lo
desabrocharon en unos segundos, consiguiendo que saliera de dentro justo a
tiempo de llegar al baño.
Antes de salir, se refrescó la nuca y se envolvió en la
bata. Pronto empezaron los escalofríos y el cansancio que reconocía bien. Eran
unos viejos amigos, unos efectos secundarios que la debilitaban de principio a
fin del tratamiento.
-Estoy
bien-Murmuró al salir y se agarró al brazo de Mathilde-Quizá debáis retirar el
vestido de mi vista durante esta semana.
-En la
primera sesión las náuseas son poco recurrentes. Así que tranquila, quedan
siete días-Opinó Alice.
Se metió en la cama y suspiró. Esa idea la reconfortaba y esperaba
que se aplicara a ella también.
-Tiene
razón-Añadió Mathilde-Descansa un rato.
-No… No
le digáis a Elliot nada, ya sabéis lo alarmista que es. Bastante que he
conseguido que hoy duerma en casa esta noche-Les rogó con una risita.
-Tu
secreto está a salvo. Nosotras nos vamos ya, van a traerte la cena-Dijo Alice.
-No
creo que coma nada está noche, ¿Podéis decírselo a la enfermera al salir?
Cuando se quedó sola, cogió el iPhone y llamó a Elliot.
Contestó a los dos toques, pero no se escuchó su voz, sino los sonidos menudos
de Isaac.
-oh… mi
bebé. Hola cariño…-Susurró con ternura.
Se limpió las lágrimas frenéticas que caían por sus ojos y
esperó a que se pusiera Elliot.
-Buenas
noches, nena-La saludó él.
-Buenas
noches-Contestó con una voz demasiado apagada.
-¿Estás
bien?
-Sí,
genial… Es que acabo de casi ahogarme con el vaso de agua al escucharle-Mintió
ella.
-¿Seguro?
¿Has cenado ya?
-Sí,
papá… Han traído un poco de puré de verduras y pechuga a las finas hierbas. Muy
rica-Explicó, volviendo a mentir.
-Entonces
estás bien y no tienes náuseas ¿No?
-Elliot,
que estoy genial, de verdad.
-Vale,
lo siento. Iré por la mañana con Isaac… ¿Seguro que no quieres que vaya esta
noche?
-Seguro,
pesado-Dijo en tono cansado.
Casi pudo ver su sonrisa al otro lado de la línea y eso hizo
que la suya despertara también.
-Te
quiero, nos vemos mañana-Se despidió Julieta
-Y yo.
Descansa, cariño-Contestó, antes de que la línea volviera a sonar, vacía.
Escucharles provocó que su cuerpo se relajara, que dejara de
tener esa sensación angustiosa en el pecho… Hasta que el teléfono sonó otra vez.
Hasta que vio aquel mensaje de texto de un número
desconocido.
Cuyo contenido, logró que la desagradable sensación
volviera.
dejenla en paz!!!! por que no le permiten estar tranquila por que molestarla achhhhhh jajajaja por lo demás genial el capítulo saludos.....
ResponderEliminarEl capi iba genial hasta que le llegó el mensaje
ResponderEliminarpero por que quieren hacer le tanto daño agrgrgrgrrg
Besos
El capi iba genial hasta que le llegó el mensaje
ResponderEliminarpero por que quieren hacer le tanto daño agrgrgrgrrg
Besos