El día siguiente fue una montaña rusa para Julieta. Tenía
que poner buena cara, aparentar que se encontraba bien para que nadie se
preocupara o se sintiera mal por ella… Aunque realmente por dentro estuviera
deseando que ese día terminara.
Emma fue la primera en llegar. Entró temerosa en la
habitación y se quedó muda, observando a Julieta desde la puerta. Tenía los
ojos rojos y no dejaba de darle vueltas a una pulsera de brillantes que
adornaba su muñeca. Julieta miró en su dirección y le sonrío.
-Qué guapa
estás… -La animó.
-¡Y
tú!-Contestó Emma.
-Sí... Creo que un poco más que tú.
Verla bromear fue lo único que necesitó para correr hasta la
cama y abrazarla. Lo hizo con fuerza, mientras lloraba en su hombro.
-¡Au!-Se
quejó Julieta.
-¡Dios
mío! ¡Lo siento!-Exclamó y se separó de ella-Soy idiota, cariño…
-No,
tranquila. No es nada…-Intentó calmarla, pero Emma volvió a romperá a llorar,
en silencio. Se tapó la cara e intentó calmarse- Eh… Mamá… Estoy bien… No es
nada.
Incorporó la cabeza de las almohadas para levantarse, pero
la punzada de dolor del pecho la obligó a volver atrás. Le dio unas palmaditas
a su madre en la espalda y aguantó la angustia que le producía verla así.
<<No
llores, por favor>>
-Mamá…
Voy a estar bien.
De repente, Emma se relajó y se limpió la cara, volviendo a
ser la misma de hace unos minutos.
-Helen
me contó lo que pasó… Nunca me había sentido tan mal, en toda mi vida. Saber
que no iba a verte más… Después de haber estado separada de ti durante tantos
años. Es injusto. Ojala fuera yo la que estuviera en esa cama… Estás empezando
a vivir, tienes un bebé, tienes a Elliot.
-¡Shhh!
no digas eso, por favor. No lo digas. Mamá yo…-Cogió aire y esperó a que la
angustia remitiera un poco antes de hablar-Estoy hecha a la idea de que…
Emma negó varias veces, con energía.
-¡No lo
digas! ¡No!
-Mamá…
Si quieres, no lo digo, pero sabes tan bien como yo que esto puedo no acabar
bien y que Elliot necesitará ayuda…
-No
puedo hablar de esto. Por favor, Julieta.
Pero no podía darse por vencida, había logrado sacar algo de
coraje para tener esa conversación y ahora no podía terminarla.
-Mamá…
-Si
llega el momento tendremos está conversación, pero no va a llegar, Julieta. No
hay más que decir.
No le quedó más remedio que suspirar y rendirse, después de
todo era su madre y estaba aún peor de lo que lo estaba ella misma. Dio unas
palmaditas en el colchón y Emma se echó a su lado, apoyando la cabeza en el
hombro de su hija.
-¿Sabes
una cosa maravillosa?-Dijo Julieta al cabo de un rato. Emma negó con la
cabeza-Me voy a casar.
-Oh
dios mío… Es… Es fantástico, cielo-Repuso Emma y volvió a llorar.
-Creía
que iba a alegrarte un poco la noticia.
-Esta vez
no lloro porqué esté triste… ¿Y cuándo es la boda?
-Mmmm
en dos semanas-Contestó Julieta.
La reacción de Emma no le sorprendió. Su madre frunció el ceño y
soltó una risita nerviosa antes de preguntar con voz crispada:
-¿Cómo?
¿Vas a casarte aquí? ¡¿En el hospital?!
*
Cuando Emma se marchó, llegaron Helen, Isaac y un mejorado
Elliot que ya no tenía ese aspecto descuidado del día anterior. Julieta estaba
adormilada, pero se espabiló al escuchar los quejidos del bebé.
-Isaac…-Murmuró
abriendo los ojos, con una enorme sonrisa.
Se encontró con el beso de Elliot, y con su aroma
inconfundible a ese perfume que tanto le gustaba. Le acarició el mentón con
dulzura, obligándole a darle otro beso.
-No te
has afeitado-Murmuró Julieta.
-Eso le
he dicho yo, pero por lo visto se ha empeñado en quedarse con ese aspecto desaliñado-Dijo
Helen.
-No sea
así Helen… Le queda muy bien.
-¡Gracias!
Por fin una opinión afirmativa-Exclamó Elliot-¿Cómo estás?
-Ahora
mejor. Pero acerca a mi bebé porque estoy a punto de lanzarme fuera de la cama
para cogerle…
Elliot lo cogió en brazos y lo llevó hasta su lado. Isaac
estaba despierto y no paraba de mover las manos, enfadado. Tenía un pequeño arañazo
en la nariz y otro en la frente… Julieta sonrió al ver sus ojos azules,
diminutos, como pequeños cristales del color del mar.
-Oh… Mi
pequeño guerrero y sus heridas de guerra ¿Por qué no le pusiste unas
manoplas?-Preguntó a Elliot.
-¿Por
qué tenía otros problemas más graves?
Julieta volvió a dirigirse a Isaac y le hizo unos pucheros.
-No
creo que haya problemas más graves que la carita de este ángel ¿Verdad cariño?
El bebé agarró el dedo de Julieta con fuerza y lo mantuvo
agarrado. Los ojos de Julieta empezaron a empañarse, pensando en que se tenía
que ir demasiado pronto y que quizá no iba a poder ver una sonrisa de su hijo.
-Quiero
cogerle- Dijo Jul.
-Nena,
estás un poco… Puede hacerte daño en la herida y no creo que…
-Dáselo
Elliot-Le gruñó Helen, dándole un codazo en las costillas de su hijo.
-Por
favor.
Le miró a los ojos, lanzándole un gesto de súplica. No
estaba dispuesta a perdonarle si le prohibía algo tan sencillo como eso.
Finalmente Elliot puso los ojos en blanco y se lo entregó con cuidado.
-Si te
duele no te hagas la fuerte.
Pero ella ya no escuchaba ninguna objeción más, porque era
imposible que eso fuera a hacerle daño… Al menos ningún daño que no pudiera
soportar.
-Hola cielo... Qué guapo estás,
menos mal que no te pareces a papá-Bromeó y le guiño un ojo a Elliot.
En realidad, el
niño era igual que Elliot. Tenía el mismo gesto, los mismos ojos… Menos la
nariz y los labios que eran de Julieta.
-Come muy bien, cariño-Dijo
Helen-Y anoche durmió del tirón.
-Muchas gracias por cuidarle,
Helen… No sé si…-La voz se le quebró al final de la frase, y tuvo que coger una
bocanada de aire antes de seguir-Lo siento mucho.
-No vuelvas a darme las gracias.
Lo hago encantada, hasta que te recuperes, que seguro que es muy pronto-Cambió
por completo su expresión y se puso colorada-Bueno, Elliot me contó que os vais
a casar en dos semanas… ¡Oh, Julieta, no sabes cuánto me alegro! Estoy tan emocionada…
Siempre supe que vosotros ibais a durar. Lo supe desde la primera vez que
entraste en casa. Y luego ha venido todo esto… Tantos altibajos, momentos
angustiosos y luego… ¡El bebé! Pero siempre supe que vosotros seríais más
fuertes que nada.
-Mamá… No seas dramática-Se
quejó Elliot.
Aunque era tarde.
Julieta ya estaba llorando a lágrima viva y cada vez le dolía más el pecho.
-Lo siento, peso es que estoy
tan emocionada.
-Yo… también… -Dijo Julieta con
esfuerzo.
-Nena, dame a Isaac… Estás muy pálida.
-No, estoy…
-Julieta-Dijo él con voz más
seria.
Dejó que se llevara
al bebé y respiró haciendo una mueca de dolor.
-Helen ¿Puede dejarme un
momento con Elliot?-Rogó Julieta.
-Claro, cariño.
Esperó a qué se
fuera con Isaac y le dio la mano a Elliot.
-Estás muy guapa-Dijo él.
-Y tú muy sexy cuando mientes.
Elliot le sonrió y
se tumbó a su lado.
-¿Qué pasa, nena?
-Estoy cansada de tantas
visitas.
-Entonces me iré.
-Idiota-Le soltó Julieta, dándole
un puñetazo en el brazo-Au.
-No hagas eso-Dijo Elliot,
divertido.
-¿Darte puñetazos? Creo que te
gusta mucho que lo haga.
-Lo admito, me encanta, pero no
cuando tú te haces daño.
Julieta se
incorporó un poco para apoyarse en su tronco. Le beso el abdomen y empezó a
trazar caricias a lo largo de su pecho.
-Me gustaría que estuviéramos en
Piana, sentados en el sofá… Con la brisa del mar, la tranquilidad, rodeados de
naturaleza...
-¿Quieres que te lleve ahora
mismo?
Julieta asintió y
él la beso con ternura.
-Cierra los ojos. Mmmm ¿Oyes las gaviotas?-Preguntó
Elliot.
-Claro, doctor Evans… Pero abráceme,
la brisa me está dejando helada.
-¿Así mejor?
-Sí…
-Mañana iremos a nadar temprano.
A tirarnos desde las rocas.
Soltó una risita al
recordar el momento en que Elliot saltó a por ella.
-¿Y cocinarás tortitas para
desayunar?
-Decenas.
-Pues entonces voy a dormirme
ya, para mañana estar fresca.
-Descansa cariño-Susurró Elliot
y le besó en la frente.
Y puede que
fuera gracias a su tumor, pero casi podía oler el salitre y sentir el viento
fresco acariciando su rostro, entre los brazos de Elliot. Así que cerró los
ojos y esperó a que el sueño la derrotara.
Cuando abrió
los ojos de nuevo, parecía que solo hubieran pasado unos segundos. Aún tenía el
sabor dulce que le había dejado el sueño de Piana con Elliot, que ya no estaba
en la cama. Entonces se dio cuenta de que la habitación estaba diferente, muy
diferente. Había centros de flores por todas partes, perchas llenas de fundas
para trajes y tartas… Muchísimas flores y dulces expuestos en mesas por el
lugar. Julieta se quedó pasmada y se incorporó, espabilándose con rapidez.
Mathilde y
Alice entraron en la habitación un minuto después, ambas sosteniendo más bucles
de flores. Estaban radiantes y no parecía que fueran a soltarle un discurso deprimente, algo que ella no podía más que agradecer, esperando que la apartaran de la monotonía de ese frío lugar.
-¡Qué bien! ¡Ya estás despierta!-Exclamó Alice-Entra, Henry. La tita Julieta ya
está despierta.
El niño entró
detrás de ella con una bonita pajarita azul en el cuello. Se sonrojó al ver a Julieta
y se acercó a la cama.
-¡Vamos a preparar tú boda, tita
Julieta!-Gritó con fuerza, arrancándole una sonrisa.
-¡Muy bien, Henry!-Dijo su madre y le entregó un cupcake de premio.
-Chicas… Madre mía… Todo esto…-Empezó a decir Julieta, aún con la boca abierta.
-Tenemos muy poco tiempo. Agradécenoslo después-Dijo Mathilde, ayudándola a
salir de la cama.
-Coja fuerzas, señorita Pope.
Jane me ha encantado el capítulo. Ahora es cuando realmente empiezo a asimilar que Julieta y Elliot se van a casar. Espero que tengas el siguiente capítulo pronto.
ResponderEliminarUn besazo
Gracias linda :)) Sí, muy pronto.
EliminarUn besito.