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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

sábado, 15 de febrero de 2014

Capítulo 1




Cada paso que das en la dirección equivocada, equivale al número de veces que te engañas a ti mismo. Mientes y te repites que no lo sabes, que es una acción aleatoria. Pero lo sabes. Ahí está. Tu destino, mostrándote la puerta que te niegas a abrir.

O la que no debes abrir.


Esa taza era el tercer café de la mañana. Julieta llevaba toda la noche intentando que el pequeño Isaac se durmiera, entre rabieta y rabieta, dónde su único consuelo era estar en el mismo sitio que su madre. Una tarea que la tenía completamente agotada desde hacía semanas.

Repasó una vez más el caso de los Fox y le dio un último sorbo al café antes de vestirse. Abrió el vestidor, evitando hacer ningún ruido y buscó su traje negro entallado, a conjunto con la camisa verde. Después de embutirse en el traje y los tacones, se quedó frente a su cama, ocupada por una personita que se estaba convirtiendo en habitual en ese colchón.

Dormía plácidamente, despatarrado, justo en el medio de la cama. Tenía la boca entreabierta y el pelo revuelto. Su pelo rubio y ensortijado que tanto había crecido en un año. Jul sonrió y se sentó a su lado, recordando todo lo que había pasado en ese tiempo. 


-Despierta dormilón. Vamos a ver a la abuela-Le susurró en el oído, oliendo el aroma que desprendían sus rizos.

Se revolvió y abrió los ojos. Unos ojos iguales a los de él. Eso consiguió entristecerla un segundo, hasta que el niño sonrió y la abrazó con fuerza.

                -Buenos días-Exclamó Julieta y le dio un beso en la mejilla. Seguido de otro en la frente y en la mano… Hasta que los besos dieron paso a las cosquillas y a un sinfín de carcajadas.

                -¡Mami!-Protestó él en un dulce tono de voz.

                -¡Hoy es tu cumpleaños, Isaac! ¡Tienes un añito!-El bebé le enseño dos dedos de la mano, pero Julieta le escondió uno-Un añito ¿Ves?

                -¿Vamos a desayunar? ¿Galletas? ¿Sabes decir galletas?

La respuesta fue una carantoña mientras intentaba por todos los medios ponerse en pie.

Julieta lo cogió en volandas para llevarlo a la cocina y darle el desayuno a contracorriente, mirando constantemente su reloj de pulsera. Después de cuatro galletas, un biberón de leche y un cambio de camisa, por fin tenía controlada la situación. Llevaba tres meses habituándose a su nuevo estilo de vida. Algo que le estaba constando horas de sueño, pero que merecía la pena pudiendo volver al bufete.


El iPhone que descansada en la mesita, sonó hacia las siete y media. Era Helen, la madre de Elliot. También llamada la salvación de Jul y niñera constante del bebé.

                -¿Sí, Helen? Ahora mismo iba a salir para llevarte a Isaac-Respondió, mientras le ponía los zapatos al niño.

                -Jul, lo siento… Se ha roto una tubería en la cocina y tenemos esto hecho un verdadero desastre. Estoy esperando al fontanero, no sé cuándo tardará…

<<Joder, no…>>

                -Tranquila, no te preocupes-Contestó cansadamente-Te veo esta tarde en la fiesta. Espero que se solucione pronto.

                -¡Sí! Le he comprado un cochecito rojo ¡Estoy deseando que lo vea!

                -Seguro que le encanta.

                -Ojalá su padre estuviera aquí…-Murmuró Helen, cambiando completamente su tono.

Había intentado por todos los medio evitar pensar en él en toda la mañana y de repente ahí estaba Helen para recordárselo. El mundo se le vino abajo y cerró los ojos para evitar tener que volver a repasarse el maquillaje.

                -Ya… Lo sé. Helen, tengo que dejarte, llego tarde. Nos vemos más tarde.

                -Adiós cariño.

Colgó y metió el teléfono con rabia en el bolso.

                -Alela-Gritó Isaac.

                -Sí, la abuela… Y sus obviedades.


Circular por Nueva York un lunes a primera hora resultaba insoportable, más si llevabas a un bebé llorando durante diez manzanas en las que parecía que los semáforos se ponían adrede en rojo.

Una vez en el bufete, Julieta buscó desesperada a su fiel nueva secretaria, Lydia. Una mujer joven y graciosa, de aspecto menudo y ojos grandes, que además de hacer bien su trabajo, tenía pinta de gustarle los niños, o al menos eso esperaba.

Lydia llevaba una hora en su puesto de trabajo, servicial y sonriente, con un café expreso y una magdalena encima de su mesa para Julieta. Como cada mañana.

                -Buenos días, Lydia-La saludó, cogiendo un poco de aire y aparcando el carrito a su lado.

                -Buenos días, Jul ¡Oh dios mío! ¡¿Pero quién es este hombrecito?! ¿Es Isaac? ¡Pero si era un bebé la última vez!

El niño ya estaba encantado con ella y su tono de voz saltarín. Muy parecido al de los programas infantiles.

                -Tienes que hacerme un gran favor…-Empezó a decirle a Lydia, con rostro suplicante.

La cara de su secretario cambió de repente, frunció el ceño y negó con energía.

                -No… Jul, no ¡No tengo ni idea de bebés!

                -Es grande, sabe cuidarse solito.

                -Jul…

                -Sabes que tengo el juicio dentro de media hora, por favor-Suplicó, intentando poner su mejor gesto-Te invitaré a comer.

                -Está bien-Respondió Lydia. Justo lo que necesitaba oír. Cogió el café y le dio a Isaac la magdalena.

                -Esto le entretendrá un buen rato-Le informó, le dio un beso al niño y se alejó de ellos-¡Todo está en el bolso!

                -¡Muy bien! ¡Oye! ¡Que sepas que tienes galleta en el pelo!-Le gritó Lydia, mientras avanzaba por el pasillo.

                -¡Qué haría yo sin ti!-Contestó Jul.

Llamó al ascensor y esperó impaciente a que subiera a su planta. Llegaba tarde y eso no era profesional… Algo que le pasaba muy a menudo últimamente. Al abrirse las puertas, se encontró de frente a Andrew. Un abogado nuevo en el bufete, joven, atractivo, agradable y nada engreído. Una especie en peligro de extinción en el mundo de la abogacía, que además la había ayudado a ponerse al día durante esos tres meses.

                -Buenos días, Julieta-La saludó amablemente.

                -Andrew ¿Qué tal? –Repuso ella-Voy un poco tarde esta mañana.

                -Entonces, te acompaño. Hay un par de problemas que necesito contarte con respecto al caso de la propiedad de los Grissom.

Julieta negó un par de veces, embobada. Uno de los efectos secundarios de la falta de sueño era la falta de concentración.

                -¿Los Grissom…?

                -El matrimonio de la semana pasada. Ella llevaba un traje rojo ¿Recuerdas? Nos reímos de su broche en forma de perro.

                -Oh, sí, sí.  Perdona, llevo una mañana agotadora.

                -Respecto a eso, tienes galleta en el pelo-Murmuró Andrew, divertido, señalándole la cabeza.

                -Joder-Se quejó Julieta, mientras se sacudía el pelo y se lo recogía en un moño bajo.

                -Así mejor-Admitió él dejando a relucir su dentadura perfecta.

                -Dios, soy un desastre.


El taxi esperaba justo en la puerta. Julieta se sentó en el asiento y suspiró. Era el único momento en todas las horas que llevaba despierta, que estaba en paz. Andrew rebuscó entre los papeles y le enseño las cuentas del caso que le interesaba, aunque ella no le escuchaba… Más bien estaba intentando no quedarse dormida en el taxi.

                -La propuesta de la señora Grissom era más simple… ¿Me escuchas, Jul?-Le preguntó al cabo de un rato.

                -Perdona, Andrew... no he dormido muy bien. Más bien no he dormido. Tengo un niño llorón que se pelea conmigo todas las noches-Le confesó, cansada. Después se puso las gafas y cogió la hoja de cuentas-A ver… prometo no dormirme.

                -Lo siento, soy imbécil-Dijo él, quitándole las hojas de las manos-Ya tienes demasiado esta mañana. Podemos hablarlo esta tarde.

Julieta le sonrió como si acabara de regalarle un yate. Nunca había estado más contenta con sus nuevos empleados que ese día.

                -Te lo agradezco. Esta tarde prometo estar más despierta. O al menos, llena de cafeína. 

                -Genial-la expresión de Andrew cambió y sus mejillas se encendieron- Por cierto, el otro día me quedé a comer en la oficina y…  llamaron del hospital, para que recogieras los últimos resultados de tu…-Andrew evitó completar la frase, puede que por respeto hacia ella. 

                -Gracias, Andrew, iré a recogerlos-Repuso Julieta, quitándole importancia.

                -Jul, sé que estás sola y si no tienes a nadie con quien hablarlo... Mi madre estuvo enferma y sé lo que es-Hizo una pausa y cogió aire- Sólo digo, que mi despacho está a unos metros del tuyo.

Aunque aceptaba el gesto, odiaba que los demás sintieran pena por ella.

                <<Ahora soy una madre sola y enferma que sólo causa pena a los demás. Genial-Pensó, intentado poner buena cara>>

                -Andrew, estoy bien. Es rutina, solo rutina.



La mañana fue interminable. Tres largas horas que no parecían acabar nunca, esforzándose en seguir con una estrategia que le acabaría dando la victoria de un juicio más. Pero este caso se resistía… Y llevaba meses así. La custodia de unos niños con una madre rehabilitada y un padre que se negaba a aceptarla otra vez. Jul sentía verdadera lástima por esa mujer, hasta el punto de verse reflejada en ella… Quizá por eso, era un caso que no se estaba tomando a la ligera.

Después de eso, recogió a Isaac y se pasó por el hospital, dónde una agradable enfermera le entregó un sobre blanco. Un misterioso sobre que empezó a ponerla nerviosa. Aun así, se esforzó por olvidarlo, al menos unas horas. Tenía que preparar una fiesta para el primer cumpleaños del bebé, una reunión que iba a llenar su casa de muchas personas llenas de energía y de niños dispuestos a chupar la que le quedara.

Lo único que quería era dormir unas horas antes de eso, algo que no podía permitirse.


Al llegar a su flamante casa de los Hamptons, dejó a Isaac en su cuna, en un plácido sueño. Abrió el bolso y dejó el sobre en la mesa, a suficiente distancia de ella como para tener que olvidarlo. Lo miró unos segundos y se sentó en el sofá. Puede que después de hacerse la dura, en el fondo sintiera miedo por volver a revivir el pasado.

Observó el vestíbulo de la casa que Elliot había hecho para ella. Todo era perfecto y acogedor, lleno de colores blancos y crudos que hacían mezcla con detalles más llamativos. Como los cuadros o los cojines rojos. Sin querer, ya volvía a pensar en él. En como hubiera sido todo. Ellos y otras circunstancias.

Desafortunadamente, no tenía opción que resignarse y mantenerse ocupada. Tan ocupada que no tuviera tiempo para pensar en él.

Así que dejó de hacerlo y empezó a cocinar, a preparar la casa para que fuera un sitio adecuado para un cumpleaños. Y realmente no tenía ni idea de cómo se preparaba algo así, por lo que se puso a improvisar y a inflar una cantidad desmesurada de globos de colores.

Hacia las cinco empezó el desfile de gente y regalos, que sólo fue soportable cuando llegaron Alice y Charlie.

Ambos, después de un año, seguían como siempre. Divertidos y enamorados, convirtiéndose en la pareja más envidiable de Nueva York. Más desde que Charlie se había convertido en un escritor mundialmente conocido después de publicar su libro, Mentiras y letras, una novela de misterio, que junto con una trama de amor poco usual y algo de humor inglés, hacía un perfecto best seller.

                -Entonces ¿No duerme bien?-Preguntó Alice, jugando con el niño.

                -¿Me has visto la cara?-Preguntó Julieta, a modo de respuesta-Llora y berrea hasta que me siento tan mala madre que lo llevo a mi cama. Le pongo el chupete y se queda dormido.

                -Con Henry no tuve ese problema. Tranquila, será una etapa.

                -Estoy tan cansada…-Se quejó Jul, observando a Isaac.

                -Pues no lo parece-Admitió Charlie con ironía, sentándose a su lado y dándole una copa de vino.

                -Gracias. Creo que esta copa va a salvarme la vida.

Se la bebió de un trago y cogió una gran bocanada de aire antes de levantarse del sillón y coger a Isaac.

                -Necesito que controléis un poco esto… Tengo que hacer algo.

                -¿Es…?-Cuestionó Alice, sin terminar de formular la pregunta.

                -Sí… Es la hora-Murmuró Julieta, volviendo a mirar su reloj-Bajo en unos minutos.


Una vez en su habitación, se sentó con Isaac en la cama y encendió el portátil. Mientras se encendía, le peinó el pelo y le colocó bien la rebeca de punto azul celeste.

                -Qué guapo estás.

El niño le puso la mano en la cara y comenzó a reírse. Julieta bufó y esperó hasta que recibió una esperada video llamada entrante:

<<Elliot>>          

Pulsó descolgar y cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos le tenía justo enfrente. Igual que siempre, algo más moreno y sucio de lo que la tenía acostumbrada. Él sonrió a Julieta con frialdad, tanto que ella sintió que se le helaba la sangre. Pero después de todo, tenía que hacerlo, y no por ella misma. Así que le dirigió una mirada rápida y sonrió por el bien de todos.

                -¡Isaac mira, es papá!-Exclamó con falso ánimo, mirando a su bebé, que ahora miraba embobado la pantalla.

                -¡Eh, campeón, que grande estás!-Dijo Elliot, cuyos ojos, aunque la calidad de la imagen fuera mala, empezaban a ponerse vidriosos.

Isaac estaba un poco alucinado, así que Julieta intentó ayudarle.

                -Sí… Dile a papá cuantos años cumples. Díselo-Insistió ella. El niño por fin sonrió y enseño su dedito-¿Sabes decir papá, cariño?

                -Papá-Repitió Elliot, embobado.

                -Papá-Consiguió decir finalmente, con un hilo de voz, logrando que las lágrimas de Elliot cayeran a borbotones, junto con la emoción de Jul, que se contuvo para no acabar peor.  

                -Sí, papá. Pronto voy a estar para verte. Contigo…-La frase se quedó estancada entre muchos pensamientos, hasta que miró a Julieta-¿Estáis bien?

Esa era la parte que tanto temía Julieta. La típica conversación educada que tan mal funcionaba con ellos desde que no estaban juntos.

                -Bien, sí, muy bien ¿Qué tal por África?-Repuso ella.

                -Pues… Hace calor, pero se está bien. Es muy diferente-Explicó Elliot, seguido de un silencio incómodo en el que se miraron mutuamente-No te deja dormir ¿no?

No puedo evitar que se la escapara una risa. Siempre iba a conocerla tan bien, por mucha distancia que les separara.

                -No muy bien-Admitió, sonrosándose de repente.

                -¿Has recogido los análisis? Lo siento, Mathilde me lo contó.

<<Genial, tengo un topo>>

                -Sí, los veré más tarde. La casa está llena de gente ahora.

                -¿Me enviarás un correo cuando lo hagas?- Jul asintió y se encogió de hombros, mientras el niño empezaba a quejarse.-Ya verás cómo todo sigue bien. Bueno, tengo que dejaros, el límite de la cobertura aquí es muy bajo.

                -Lo sé, lo sé. Dile adiós a papá. Tírale un besito.

Isaac lo hizo obediente, intentado tocar la pantalla del portátil.

                -¡Muy bien, Isaac! Hemos tenido un hijo listo...-Bromeó sacándole la lengua- Os echo de menos-Dijo finalmente, acabando con la conversación racional y puramente educada-Adiós, Julieta.

                -Adiós, Elliot. Ten cuidado.

                -Lo tengo. Siempre he sido el cuidadoso de la familia.

Le dedicó un gesto amable por última vez, antes de que la llamada se cortara, antes de que el vació invadiera toda la habitación. Julieta abrazó al pequeño, mientras intentaba por todos los medios no llorar, convenciéndose de que la situación era lo mejor para todos.

<<No flaquees. Mantente entera>>

Así que se limpió las lágrimas y volvió a bajar con su mejor cara. Después de todo era “feliz”.




                

7 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho!!!
    Ya estoy deseando leer más! ¿Será cada sábado?

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  2. Jane, el capítulo genial, pero que es eso de que Elliot y Julieta no están juntos? Es broma no? Y por cierto. Estoy deseando saber que pasara con los análisis...
    Un besazo!

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  3. A ver, yo necesito saber que narices hace Elliot en África, y todavía daré gracias de que esté ahí por que todos hablaban de que no estaba y ya pensé que muriera. Encima claro, pasó un año, pero en todo ese tiempo anterior al año hay muchas incógnitas.
    Teniendo en cuenta como acabó la primera parte digo yo que el tumor se lo quitaron porque trabaja y todo eso...
    La segunda promete mucho, como la primera y todos los capítulos ^^
    Besos;)

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  4. Holaa queria decirte que me encanta tu blog i empece a leerlo hace tres dias i ya me eh leido todos tus capitulos asi que espero el proximo con ansias !

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  5. pues jane...donde esta el desvanso para Juls???...que lindo isaac!!! :)

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  6. Que paso con ellos??? Por que estan separados :( no esta padre siento que jul no es feliz y Elliot es frio con ella, espero con ansia el nuevo capitulo!! Felicidades por tu trabajo!! Un abrazo.

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