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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Capítulo 14




"Elliot, lo siento, pero llego tarde... Otra vez. Sé que es difícil perdonarme tantas veces seguidas en una semana, pero te compensaré. Dale un beso de buenas noches de mi parte. Quería estar ahí. Pequeña crisis en el bufete. Perdona..."

Julieta releyó una y mil veces el mensaje antes de enviarlo, procurando que en el contenido hubiera el suficiente número de disculpas para que se lo tragara y no se rompiese la armonía entre los dos. Desde el almuerzo que habían tenido unos días atrás, la "relación" habían mejorado... Todo lo bien que era posible, dados los antecedentes que arrastraban. La comida había sido algo fría y tensa, si tenías en cuenta la enorme cantidad de cosas que querían decirse y resultaban incapaces de salir a la luz. Así que hubo miradas... Y preguntas con una respuesta ridículamente predecible.

Pero tenía cosas más importantes en las que pensar y así Elliot pasaría a un segundo plano irremediablemente, por el bien de ella misma. Tenia que ser el ex, el padre se su bebé... Sólo una pieza del pasado. O una perteneciente al presente, con menos dramatismo de por medio.


Llevaba más de siete horas en el despacho, mirando intermitentemente el reloj esférico que colgaba encima de la puerta. Aún quedaban unos minutos para las ocho, así que intentó repasar



<<Todo va bien-se repitió- todo va a salir bien>>

Andrew llegó cuando faltaban dos minutos para la hora exacta, lo que agradeció, ya que empezaba a sentir que todo aquello era una mala idea y que como cualquiera de las que tenía, acabaría de la peor manera imaginable. Así que al verle, le abrazo con fuerza, de la misma manera que él lo hizo. Por todo y por nada, porque llevaban demasiado sin verse, sin el placer de ese gesto. Presionaron sus cuerpos hasta que parecieron calmaron, como si aquella fuerza tuviese el poder de juntarlos en un ser invencible. Él acarició su cabello suelto y respiró hondo a la altura de su oído.

-¿Estás bien? Te noté algo nerviosa...-se separaron un poco, Jul se fijó en su rostro endurecido, lejos de su expresión habitual. Le debía muchas respuestas, aunque temía las preguntas-Jul... Habla. Llevas cuatro días sin venir a trabajar,desde la gala no te he... No me has querido explicar nada por teléfono, ni siquiera has querido salir de casa, ni que yo fuera a verte ¿Estás...?

Sintió que le presionaban el estómago con mucha fuerza. Estaba haciéndole eso a Andrew, le estaba haciendo cambiar por un puñado de mentiras, mancillando a la persona divertida que era. O quizá no fuesen las mentiras, sino ella y lo que conllevaba estar a su lado.

-Lo siento. Lo siento. Lo siento mucho... Tenía que reflexionar. Pensar en muchas cosas- explicó y le acarició la mejilla, buscando algo de odio en sus ojos azules. Sentimientos que merecía. De repente, las palabras salieron sin esfuerzo- He estado en un hotel, sola. Os he mentido a todos, pero quería estar sola y fingí que tenia un caso en Florida, algo importante... Aunque claro, eso no colaba contigo, así que me límite a decirte la verdad. Y tú te has preocupado por mi... Y claro, es lo normal, lo haces. Pero yo soy mala persona, una egoísta. Y me siento fatal... Porque la última vez que nos vimos te dije algo terrible... y me fui... Eso no me dejaba dormir... Pero lo siento, lo siento tanto...

Andrew paró sus sollozos con un beso, presionando sus labios con los suyos de manera brusca. Al separase, rodeó su cuello con las manos y le sonrió.

-No pasa nada. Estoy bien. Toda preocupación se me ha pasado al verte aquí, tan sexy mientras me esperabas.

-Si bromeas me sentiré aún peor de lo que lo hago. Deja de ser tan... dulce. Grítame... me lo merezco, por ser tan egoísta.

-Tampoco te autoflageles- replicó acariciando su hombro- Ahora estoy aquí, puedes explicármelo todo. Ahora mismo... A ser posible. O volveré a enfadarme y tú volverás a sentirte como el culo.

Julieta le sonrió, agachando la mirada para tomarse algo de tiempo para pensar una respuesta fácil. Pero el hecho era, que ni ella misma sabía que responder a eso. Una explicación, su enfermedad... sus sospechas, Jess, una huida y nada claro. Después de la desafortunada visita al hospital con Jess, no había tenido noticias de ella. Sólo habían hablado para concretar una cita, un momento corto en el que no se había atrevido a preguntar por los análisis que ella se encargaría de robar. Supuso que lo había olvidado. Y quiso ser ella y olvidarlo, que fuese ajeno a su vida y por lo tanto, fácil de pasarlo por alto. Por unos segundos, tuvo envidia de Jess... hasta que recordó lo que conllevaba ser ella. Quizá,en ese punto, era mejor no preguntar. La ignorancia de su situación le haría ser un poco más feliz... más tiempo.

-Estoy algo pérdida, digamos que hay problemas que requieren de toda mi atención...-reconoció, observando el suelo.

-¿Problemas...?

En ese instante, la expresión confundida de Andrew quedó eclipsada por el ruido de fuera. Voces subidas de tono que Julieta reconoció al instante. Jess. Justo a tiempo para las 9. Logró escuchar la batalla con su secretaria para que la dejara pasar y supuso que las malas costumbres no se perdían tan fácilmente. Ella y su don para meter una dosis de tensión en cada situación, aunque fuera algo tan sencillo como recordarle su nombre y la cita a la risueña y educada, Lydia.

Se apartó de Andrew y abrió la puerta. Allí estaban ambas, enfrascadas en la discusión. Se callaron al verla y Lydia pareció completamente aliviada.

-No pasa nada, Lydia. Tenía una cita con ella.

-¿Ves, ricura? ¡No soy una delincuente!-protestó Jess, que aún llevaba ese aspecto dócil en su vestimenta. Jul le lanzó una mirada para que se callara.

-Lo siento, señorita Pope. No quería identificarse y...

-Está bien, Lydia. No me pases más llamadas hoy. Estaré reunida...pensándolo mejor, deberías irte a casa ya. Gracias.

Ella le sonrió, aún incómoda y algo avergonzada y asintió varias veces. Después Jul se dirigió a Jess y bufo.

-Pasa...-dijo, mostrándole su despacho. Cerró la puerta tras ella y se enfrentó a sus dos acompañantes. Jess se sentó en su silla y se tumbó sobre el respaldo,suspirando. Andrew parecía desconcertado con su comportamiento, tanto que se volvió a buscar una respuesta en Julieta.

Algo que no sabía como hacer.

-Andrew... Está es Jess. Es detective privado...

-Lo era, antes de que me volviera loca y...-la cortó ella.

-Para-rugió. No necesitaba que conociese la parte de ex novia desquiciada con sed de venganza ¿Cómo iba a explicar lo que estaba haciendo con ella?

-¿Desde cuando necesitamos un detective privado? Ya tenemos uno que...

-Tranquilo guaperas, soy muy buena en lo mío. Más que cualquier otro.

-Andrew... Verás,... tengo un problema...-Jul cogió aire, antes de hablar y confesar lo que tanto miedo le daba hacer-Me están investigando. Me di cuenta hace un par de semanas, o más bien... Alguien me lo dijo.

Se quedo en silencio y esperó a que dijese algo, hundiéndose en sus ojos azules.

-Investigándote. Bien... ¿Por qué?-repitió él con el mismo temple.

-Es complicado... El año pasado, cuando ya sabía que estaba enferma, llevé personalmente unos 140 casos. Ganamos el 80% de ellos. Están archivados en ésta carpeta-le dejó a Andrew un dossier y prosiguió mientras él le echaba un vistazo- Como ves algunos aportaron grandes beneficios al bufete. Aquí es donde viene el problema. Un bufete de Nueva York, el cuál aún desconozco, intentan demostrar que en aquel momento no estaba en condiciones de ejercer la abogacía. Y que mis argumentos se fundamentaban, la mayoría, en delirios por mi... Situación. Ponen en duda mi profesionalidad y... Sugieren que mi "estado" pudo llevarme a conductas inmorales, fuera de la ley. Como el soborno, la extorsión...

Andrew la miró y negó varias veces, con gesto cansado. Supo que era exactamente lo que estaba sintiendo, porque era algo que ella llevaba semanas soportando. Incredulidad, rabia y algo de resignación. Todo a la vez, en dosis enormes. Y aunque confesarlo por fin le estuviera ayudando a soportarlo, la impresión era peor que antes, al decirlo en voz alta. Entonces, él se acercó y le dio la mano, para llevarla hasta su pecho y abrazarla.

-Lo siento. No te preocupes. Lo solucionaremos... nadie acaba en la cárcel por tener un tumor.

-Pero puede que esto salga a la luz, que nos desprestigie como bufete...

-Shhh. Eso no va a pasar.

Julieta respiró hondo, notando como su garganta se volvía más pesada. Así que se separó de él y se aclaró la voz, intentando que la reunión no se viera humedecida por su llanto.

-Jess nos ayudará a encontrar lo que tienen contra mí. Informes médicos, análisis, testimonios... Necesito que esto no salga de mi despacho. Desde ahora estamos solos. Si, llegados al punto, necesitara defenderme ante un juez, tú serás mi abogado, ¿Estás de acuerdo?-preguntó en tono frío.

-Por supuesto.

-Somos un club-exclamó Jess con una sonrisa teatral- Y ya que están hechas las presentación, debo decir que soy Ana, no Jess... Gracias a tu querida novia. Puede que te estés metiendo en problemas antes de tiempo.

Julieta no había recordado ese detalle hasta que lo hubo mencionado ella. Se volvió a Andrew y cerró los ojos un momento, sintiéndose tonta. La cabeza empezaba a dolerle y el ambiente de la habitación era cada vez más pesado.

-Joder. Es, es cierto...Tiene problemas con la ley. Es Ana para nosotros. Para todos. Ni siquiera sé porqué he dicho que era Jess-se frotó la frente y bufo. Debes borrar ese nombre...

-¿Lo entiendes, rubio?- preguntó Jess, acercándose a ellos. Andrew asintió serio.

-No te pases. Recuerda el trato-terció Julieta con cara de pocos amigos. Hizo una pausa y observó el maletín que llevaba consigo Jess- ¿Tienes mis pruebas?

Jess asintió y sacó un insignificante CD. Una pequeña pieza que guardaba un futuro consigo.

-Sólo son escáneres... inteligibles-dijo, entregándoselo -No hay un informe médico. Supongo que no lo harían cuando hicimos lo que hicimos.

-Cállate, por favor-rogó Jul, que no necesitaba que Andrew supiese más detalles. Por ahora.

-¿Te has hecho pruebas? ¿Por qué no me avisaste para que...?-la interrogó Andrew, nervioso.

-Tranquilo... Ella ni siquiera tuvo opción-lo cortó Jess, en tono relajado.

No sabía porque Jess la defendía pero resultaba, cuando menos, terrorífico. Julieta se sentó en uno de los sillones e intento respirar profundamente. Empezaba a verse superada por las circunstancias, por ese "club de los 3" macabro... Por lo que aún no sabían.

-Jess... Perdón, Ana. Ya sabes qué es lo que tienes que hacer. Ahora déjanos sólos... Y llámame en cuanto descubras algo.

-Bien-repuso ella. Luego hizo una reverencia a ambos y se marchó dedicándole antes una risita juguetona a Andrew.

-¿Quien coño era esa?-preguntó él, confundido. Julieta siguió con la vista fija en el suelo, mientras le daba vueltas a la realidad. Entonces, su mano buscó la suya y la estrechó-Eh... tú, ¿Estás bien?

¿Y por qué iba a responder con otra mentira que infectara más la herida? ¿Por qué no empezar a curarse? Le miró a los ojos y se inclinó para besar sus labios... Para acariciar su cuello y acomodar su cuerpo en su regazo. Y volver a hacerlo hasta que sintiera algo más que pesar en su cuerpo. Una ayuda que le llevara a ver la luz en ese ambiente grisáceo.

Cuando se separaron, supo que era lo que debía hacer a continuación.

-¿Puedes llevarme a casa de Charlie?

En el trayecto le contó lo ocurrido con Jess unos días atrás. Su ataque de pánico, el hospital... La huida. Intentó no pasar nada por alto, obviar las preguntas sin respuesta de Andrew, fruto sin duda del estupor y la sorpresa. Remitió la parte en la que explicaba quien era Jess y la cambio por una versión creíble de que la había conocido en el pasado y que ambas tuvieron problemas que ya estaban resueltos. La original podía resultar demasiado violenta. Él no se atrevió a decir mucho más, lo que agradeció. Estuvieron varios minutos en silencio, hasta que éste se rompió de manera brusca.

-Tienes que contar conmigo a partir de ahora -murmuró Andrew, mirando hacia la carretera- Me da igual que creas que mi trabajo no es cuidar de ti, es que no lo es. Lo hago porque quiero. Porque te quiero, y lo que vayas a decir a continuación... Con tu voz chillona y enfadada, me da igual. Te quiero. No protestes. Simplemente deja que te ayude, mujer terca y cabezota.

Sonrió y se relajó en el asiento, mirándole embobada. Aún no se había planteado si estaba enamorada de él de esa forma dolorosa y maravillosa, como con Elliot. Pero sabía que le quería. Un amor más "light" y conveniente. Lo que necesitaba. Una persona que pegara los pedazos, lentamente... Sin prisa. No un amor a quemarropa, sino uno precavido pero no por ello menos valorado. Era una diferencia abismal, reconfortante y cálida. Tres meses que habían sido perfectos con él, que ayudaban a no echar de menos a ese otro sentimiento furioso que era recordar a Elliot.

-Yo también te quiero-contestó y acarició su brazo.

En el siguiente semáforo, Andrew se desabrochó el cinturón y la besó con frenesí, mientras sonreía y le presionaba la cintura con sus manos. Julieta soltó una carcajada y le siguió, hasta que los demás coches empezaron a pitar, enfurecidos.

Por eso, al llegar a casa de Charlie, casi pudo saborear la felicidad de aquél momento en el coche, eclipsado por aquellas noticias amargas. Julieta no soltó su mano desde que bajaron del coche... y la presionó con fuerza cuando su hermano abrió la puerta.

-¡Jul! ¡Andrew!-exclamó y la abrazó con fuerza. Algo más de tiempo que de costumbre, por las razones esperadas- ¿Sabes que hay un utensilio llamado iPhone y que sirve para comunicarse?

-¿iPhone dices...? No me suena- bromeó Jul y le dio una palmadita en el hombro- He estado ocupada-confesó y se encogió hombros. Su hermano la miró fijamente, escudriñándola con recelo -Estoy bien. De verdad.

Charlie miró entonces a Andrew, que asintió.

-Bueno, pasad. Estoy solo. Alice está en el hospital y Henry con Helen, así que sólo me tenéis a mí.

Jul condujo a Andrew hasta tomar asiento en el sofá. Charlie sirvió tres cervezas y unos frutos secos y allí enfrente de su hermano, se atrevió a hablar, a dar rodeos ante la idea principal de confesar. El miedo era algo que se personificaba y le amenazaba con un cuchillo, que paralizaba sus intenciones, temiendo que sintieran lastima por ella, que su desgracia hiciera sus vidas más miserables. Aquel no era el día de sincerarse, al menos de manera literal.

-¿Y bien?-sugirió Charlie, impaciente.

-¿Es que tiene que haber una razón para que venga a ver a mi hermano?

Él puso los ojos en blanco y tras suspirar, insistió de nuevo:

-Son casi las once de la noche. Llevas una pinta horrible de estar trabajando todo el día. Y nunca vienes a verme, normalmente envías un mensaje para que vaya yo porque estás ocupada, o en su defecto, agotada.

Andrew río por lo bajo y Jul le fulminó con la mirada.

-Eso no es... cierto del todo.

-Claro que lo es, pero no importa, me conformo con mi desastrosa hermana... -hizo una pausa y volvió a observarla, para después mirar a Andrew y a ella otra vez- ¿Has ido a revisión?

-Todo está bien- mintió con una sonrisa falsa que Charlie reconoció al instante. Jul agachó la mirada, incapaz de mirarle a los ojos, y mientras frotaba las manos contra su falda entubada, pudo sentir el enfado de Charlie a unos pocos centímetros de ella-Puede que Andrew y yo hagamos un viaje... Antes de la boda. Necesito unas vacaciones... Ambos las necesitamos.

Tras una larga pausa y una mirada vacía, Charlie respondió con un hilo de voz:

-Quieres volver a hacerlo, ¿Verdad?

-¿Qué?

-Desaparecer de nuestras vidas. De la mía- contestó, calmado, como si lo esperase- otra vez.

Su reacción la dejó sin aire, ni vida... Abrió la boca para justificarse, pero estaba paralizada. Se deshizo de la mano de Andrew y tragó saliva en un esfuerzo por mover alguna parte de su cuerpo. Charlie dio un golpe en la mesa y se puso en pie, furioso. El silencio era la respuesta que temía, incluso peor que la ira.

-No, no... No es eso-balbuceó Jul, intentando explicarse, aunque la realidad fuese así de sencilla, tal y como él la veía. Acarició el brazo de su hermano, pero éste se apartó de inmediato de su contacto-Necesito alejarme de... No eres tú... No es como...

Respiró hondo para mitigar las náuseas que comenzaban al final de su garganta. Y abrió de nuevo la boca, pero la sensación se acentúo y tuvo que parar. Miró al suelo, en dónde comenzaban a aparecer pequeñas luces de colores. Cerró los ojos y se los frotó, volviendo a sentarse sobre el sillón.

-¿Que pasa?-preguntó Andrew, agarrando su brazo.

-Estoy... algo mareada.

Entonces, todo cayó por su propio peso. Aquél día, con sus horas y minutos agonizantes... Y lo que llevaban consigo. Hasta que se vio obligada a correr hasta el baño para no ensuciar el coqueto salón de Alice.



Llevaban varios minutos en el baño. Un tiempo frustrante en el que Julieta sólo podía esperar a las náuseas terminaran, mientras se esforzaba en no dar demasiada lástima. Una tarea imposible. La escena no podía ser más ambigua y eso la incomodaba de miles de formas diferentes. Andrew agachado junta a ella y Charlie, que no dejaba de dar vueltas, sintiéndose culpable. Al principio se empeño en echarlos entre alaridos que salían de su garganta con rabia para que la dejaran sola, pero después agradeció que ninguno de los dos aceptara sus órdenes, que la distrajeran o que simplemente le pusieran un paño helado sobre la frente.

-Vaya, creo que no trabajas bien bajo presión-le soltó Charlie, apoyado en el marco de la puerta del baño.

Julieta dejó de abrazar la taza del váter y se incorporó para dedicarle una mueca de asco a su hermano. Luego se volvió hacía Andrew, que le sonrió mientras refrescaba su nuca con agua fría, lo que consiguió aliviarla unos minutos.

-Quizá te haya sentado algo mal-dijo Andrew a sus espaldas, acariciando su pelo con dulzura?

-Eso y... los nervios- añadió Charlie, cuyo enfado se había visto eclipsado por las circunstancias.

Quiso contestarles, pero la necesidad imperativa de que su cuerpo se vaciase fue mayor. Y allí, tirada sobre el suelo de azulejos azules del baño, supo que no eran unas simples náuseas y que por eso la cabeza iba a explotarle. Le había sucedido antes, en varias ocasiones... Pero entonces era inexperta, joven y despreocupada e ignorarlo terminó con un accidente de tráfico con víctimas mortales.

Era una de tantas razones que presagiaban lo que iba a ocurrir.

-Alice tiene un botiquín en ese armario... Es... algo intravenoso. Para las...-paró en seco y cogió una bocanada de aire. Después se tumbo en el suelo y se desabrochó la camisa para que el aire refrescara su abdomen.

-Tal vez lo más conveniente seria llamar a Alice o Elliot- sugirió Charlie, ahora más serio.

Escuchar "Elliot" fue el detonante que necesitaba para sentirse aún más miserable. Sabía que con él no iba a funcionar echarle la culpa a la comida o a los nervios, así que tenía que intentar por todos los medios que no se preocuparan. Que aquello terminase de una vez.

-La verdad es que ya me encuentro mejor- mintió, poniéndose en pie con agilidad y volvió a abrocharse la camisa otra vez. Se miró al espejo y les sonrió a ambos a la vez que se lavaba las manos- Deberíamos irnos. Es tarde...

Por suerte, ninguno dijo nada más. Les dio la espalda y salió al pasillo, cada vez más borroso y lleno de lucecitas, y avanzó, oprimiendo las ganas de volver a tumbarse en el suelo y dejarlo pasar, que llamasen a Elliot y que todo se fuese a la mierda. Pero unos pasos después, lo que le pareció una eternidad, sus ojos se nublaron del todo y se apoyó en la pared para no desplomarse. Respiró hondo varias veces, hasta que su cuerpo pesó demasiado para sostenerlo y se dejo caer en el suelo. Andrew ya estaba a su lado para cogerla por la cintura.

-Terca y suicida... Estás sudando- murmuró acariciándole la frente, sentados en el suelo.

-Esto no pasaría si estuviésemos en... Tu casa- susurró Julieta, en su pecho-en... En tu colchón...

-No bromees con ponerte cachonda ahora-repuso Andrew, que todavía parecía guardar ese gesto divertido para ella.

-Voy a llamar a Elliot, lo siento... Alice está en el hospital... Mathilde también... Yo no soy médico, Jul- bramó Charlie, buscando en la agenda de su teléfono- y es evidente que estás mal.

-¿No será mejor idea llevarla al hospital?- preguntó Andrew.

Julieta supo de inmediato sus intenciones y quiso besarle y darle las gracias por pensar como ella y querer apartar a Elliot de todo. Pero luego le dio vueltas en la cabeza a la idea del Hospital... Entre las náuseas y el mareo, aparecieron imágenes que le recordaron la huida y su conducta delictiva, y supo que tenía que alejarse un tiempo de ese tipo de lugares. Al menos si estaban cerca de Jersey.

-No...-balbuceó-no estoy tan mal... No exagereis.

Dicho eso, vomitó en el suelo y mientras lo hacía y Andrew la sujetaba, escuchó su voz en el manos libres. Ese timbre maravilloso que por extraño que parezca, logró tranquilizarla.

-Voy para allá.

2 comentarios:

  1. Bueno,jane,no se si te acordaras de mi... he tenido ciertos problemas y abandone el mundillo de los blogs
    epsero que me perdones por abandonarte :(
    me alegro de que una de las antiguas bloggeras con las que chateaba y leia siga escribiendo :D
    un besazo,y seguire de cerca tu historia,que de los cinco caps que llevo leidos pinta dpm
    besos!! y perdon por el abandono,de verdad. me arrepiento de dejarlo todo sin decir nada

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  2. Jane!! En poco más de un mes me he empapado tus dos historias... Y estoy deseando que publiques algún avance!! Gracias por amenizar mi pequeño rato de lectura!!

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