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"Una novela debe mostrar el mundo tal como es. Como piensan los personajes, como suceden los hechos... Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos" Jane Austen.

sábado, 19 de octubre de 2013

Capítulo 44




“Puede que tengas que darte más prisa en saborear este momento tan idílico. Tic tac”

Julieta respiró hondo y abrazó su rebeca alrededor del pecho, retorciendo el puño entre el cálido tejido de lana. La histeria se fue intensificando con rapidez, como la llama de una cerilla y fue tan aplastante que le hizo estampar el teléfono contra el suelo, conteniendo así las ganas de gritar y despertar a toda la planta.

Sabía lo que Jess se proponía, el objetivo que se había marcado justo el día en que se topó con ella… Con el presente de Elliot. Era fácil sucumbir y rendirse ante sus agradables regalos y sus amenazas, pero estaba decidida a no hacerlo. Así que se tumbó en la cama y cerró los ojos, obligándose a ir a un sitio que no estuviera marcado por el dolor o el miedo que le provocaba esa mujer. Los calmantes y sus efectos fue algo que agradeció en ese instante. No era difícil rendirse y dejar que el sueño rematara la faena.


Pero a veces no puedes escapar de las pesadillas.


Estaba en la cama del hospital, había mucha luz y unas manos le presionaban el cuello, un agarre fuerte y decidido que cortaba el paso del oxígeno hacia sus pulmones. Intentó deshacerse de su agresor, pero nada era nítido y sus puños solo golpeaban el aire congelado de la habitación. Hasta que la falta de aire fue desquiciante… Y justo en ese momento, algo se clavó en el abdomen de su agresor, que comenzó a retorcerse. Una daga afilada que ella misma agarraba y retorcía en sus entrañas.

                -Elliot…-Murmuró temerosa, cuando todo se volvió nítido y vio sus ojos azules suplicantes, apagándose lentamente-Elliot ¡No! No te vayas… Por favor ¡No! ¡AYUDA! ¡AYUDA!-Gritó, pero no hubo respuesta, ni ningún otro sonido.

                -Julieta ¡Julieta, despierta! ¡Julieta!

Su voz y los zarandeos la trajeron de vuelta a la realidad, que no era tan diferente a su pesadilla. Jadeó en busca de oxígeno y se incorporó deprisa para abrazar el cuerpo de Elliot, el mismo que había creído apuñalar. Él la rodeó y le acarició la espalda con suavidad.

                -No pasa nada. Ha sido una pesadilla-La tranquilizó- ¿Quieres contármela?

Negó varias veces con la cabeza y respiró hondo. La pesadilla se fue haciendo más y más pequeña entre sus brazos, hasta que la angustia desapareció del todo.

                -¿Mejor?

                -Mejor-Repitió y se separó un poco de él para besarle. Entonces, vio el carrito de Isaac en la habitación y dio un brinco.

                -Mi bebé…

                -Espera, no te levantes… Ya te lo acercó yo.

                -¿Cómo ha ido la noche solos?-Preguntó mientras Elliot se lo entregaba, envuelto en una mantita azul.

Quizá fuera porque llevaba dos días sin verle, pero nada más cogerlo le pareció que pesaba más. Aguantó el nudo que crecía en su garganta y la visión del mensaje de Jess apareció ante sus ojos “Tic tac”

                -Pues vimos un partido de los Lakers, cenamos piza y nos acostamos tarde-Bromeó Elliot-Se pasó un poco con la leche… Está resacoso.

                -Oye, no hables así de mi hijo… Pobrecito-Le beso en la mejilla y olió su piel y su ropita-Por lo menos lo has bañado.

Él soltó una carcajada y se pasó la mano por el pelo.

                -He hecho lo que he podido, nena, no seas tan dura.

                -Creo que papá tienes unas ojeras muy feas, cariño… No le has dejado dormir ¿Verdad? Pobre bebé abandonado-Susurró sonriente. Isaac estaba despierto y empezó a malhumorarse, moviendo con genio los brazos-Eh… ¿Qué pasa?

Lo acunó despacio pero no se tranquilizó hasta que su padre le puso el chupete.

                -Créeme, estoy empezando a adorar ese chupete-Reconoció Elliot.

                -Gracias, cariño-Dijo y le tendió la mano.

                -¿Tú cómo estás? ¿Estás mareada? ¿Has tenido nauseas?-Preguntó él.

                -Lo normal… Estoy cansada, pero bien.

                -Hoy esperó que no pasen por aquí Alice y Mathilde… Y si lo hacen las echaré.

                -Elliot, quedan seis días ¡Las necesito!

                -Pero hoy no, no tienes buena cara.

                -Gracias… Eres muy amable-Dijo Julieta con ironía. Elliot suspiró y puso los ojos en blanco.

                -Eres preciosa. Con ojeras, pálida y despeinada.

De repente, se escuchó el sonido de un teléfono móvil, el de Julieta, que aún estaba tirado en el suelo. Ella se removió en la cama e intentó aparentar normalidad dándole un beso en la frente a Isaac.

                -Nena ¿Ese el tuyo? ¿Dónde…?-Miró a Julieta que se encogió de hombros y empezó a buscarlo por la habitación-¿Qué hace en el suelo?

                -Pues quizá se me calló anoche sin que me diera cuenta-Mintió.

                -Es un número desconocido.

Algo le decía que sabía perfectamente quién era; Ella. Notó un escalofrió en su espalda y tragó saliva.

                -Dámelo. Será de la oficina.

Elliot frunció el ceño y se lo entregó.

                -Espero que luego me expliques qué haces aún preocupándote por el trabajo…

No le escuchó. Descolgó e intentó controlar su gesto.

                -Julieta Pope.

                -Tenía ganas de escuchar esa voz tan débil, Pope-Le contestó la voz de Jess.

                -Encantada de escucharle, juez Swan-Dijo Julieta, ante la atenta mirada de Elliot.

                -Oh, veo que no estás sola…

                -No, lo cierto es que ahora mismo estoy con mi hijo y mí prometido-Dijo Julieta, notando como el odio recorría sus venas-Le llamaré más tarde, no se preocupe.

                -Estás jugando mal tus cartas, zorra… Pero no creas que te va a ir tan bien. Si el cáncer no te hace temblar, vas a temblar conmigo.

                -Gracias, pero no creo que sea consciente de hasta dónde soy capaz de llegar-Repuso riendo con despreocupación-Hasta pronto.

El corazón empezó a latirle con velocidad cuando terminó la llamada. Estaba mareada y la cabeza comenzaba a dolerle, con un repiqueteo en sus sienes.

                -¿Qué quería ese juez?-Preguntó Elliot.

                -Nada-Musitó, casi sin aliento-¿Puedes…coger a Isaac?

                -Eh ¿Algo va mal?

                -No… Es que me pesan los brazos, tranquilo-Mintió. Cogió una bocanada de aire y miró hacia el techo. En su mente aún retumbaba la voz llena de odio de Jess, un odio que le provocaba terror, no saber a dónde era capaz de llegar una persona desquiciada.

Por suerte para ella, Elliot seguía ajeno a la situación y así lo quería. Y ella se esforzó por ignorar todo lo que le había dicho Jess y durante toda la mañana, se centró en ellos. Aunque pronto se dio cuenta de que no iba a ser así siempre, que ignorar el problema no lo soluciona y que tarde o temprano, iba a tener que enfrentarse con algo que intuía, no podía terminar bien para ambas.

Por la tarde, Emma fue a verla. Eran las cinco y Julieta dormía junto a Isaac, bajo la mirada avizor de Elliot.

                -Hola-Susurró Emma y le sonrió-¿Cómo estás?

                -Bien, cansado-Respondió él y se acercó a saludarla con un beso en la mejilla.

                -Qué bonita escena-Admitió observando a su hija-¿Cómo se encuentra hoy?

                -No sé, Emma… Ya sabes que es de las que prefieren aguantar a quejarse.

                -Lo sé. Venía a ultimar los detalles del catering de la boda con ella y con tu madre ¿Aún no ha llegado?-Preguntó. Elliot ladeó la cabeza.

                -Puedo llamarla-Empezó a decir él.

                -No, no… Tranquilo, la esperaré aquí.

                -Genial. Iba a bajar a tomar un café, así que te dejo vigilando el fuerte.

                -Vete tranquilo-Aseguró Emma con gesto cómplice y se sentó en el sillón.


A los pocos minutos, Isaac empezó a llorar. Emma lo cogió en brazos, acunándolo enérgicamente, pero no consiguió que se calmara.

Julieta se despertó con el sonido de los sollozos desesperados del bebé y nada más incorporarse, sintió que volvían las horribles nauseas. Se levantó y fue hasta el baño con urgencia, agradeciendo que los berridos de su hijo fueran tan sonoros como para cubrirla. Después, se lavó la cara y los dientes y salió, intentando de nuevo, aparentar.

Pero esta vez, se rindió.

                -Cariño-Musitó Emma, que ya había dejado a Isaac en el carrito. Agarró a Julieta por el brazo y la acompañó a la cama-¿Estás bien?

                -No, no lo estoy-Admitió-Me duele todo el cuerpo, no creo que vaya a poder…-Se quedó en silencio y suspiró, haciéndose un ovillo entre las sábanas. Estaba temblando y no podía decir lo que no quería que fuese verdad. Y además, su madre parecía a punto de llorar.

                -No te preocupes ¿Quieres que llame a la enfermera?

                -No ¿Y Elliot?

                -Ha bajado a por un café.

                -Quiero un poco de manzana-Le dijo, suplicante-¿Puedes bajar y…?

                -Claro, ahora mismo te traigo un poco de fruta. Ya verás lo bien que te va a sentar, cielo.

Pasó un tiempo hasta que fue otro sonido el que interrumpió. Una melodía que provocó que diera un salto en el colchón; Su móvil.

Lo cogió y visualizó la pantalla.

Número desconocido.

Lo abrió y contestó sin vacilar, con una voz llena de odio.

                -Podrías enseñarme tu número, así podría llamarte yo también.

                -Si fuera así… ¿Qué gracia tendría?-Contestó Jess, divertida- Te llamo para que sepas que he visto que Elliot está tomándose un café, la verdad que la cafetería del hospital no está nada mal… Las magdalenas están riquísimas. Te llevaría una, pero seguro que acabarías vomitándola. ¡Oh, acaba de llegar tú madre! Es tan guapa…

                -¿Qué quieres? Estás loca...

                -Una de mis mejores posesionas… La otra es la pistola que llevo en el bolso.

Estaba en el hospital, cerca de ellos… Armada. Notó como su cuerpo empezaba a temblar otra vez, pero ahora no solo se debía al frío.

                -Quiero que salgas de aquí. Ahora-Sentenció Julieta, apretando el puño entorno a la colcha.

                -Ya… Y yo quiero que hagas algo por mí. Un intercambio de favores. Yo me voy y tú…

                -¿Yo qué?

                -Te vienes conmigo.





6 comentarios:

  1. Hummm ¿soy la única que quiere matar a Jess? ¬¬
    Estoy segura de que que no ;) Es que de verdad es una... una... *PIIIIIIIIIIIIII* de *PIIIIIIIIII*PIIII* PIIIIIII*PIIIIIIIIIIIIIIIIIII* Ejem ejem... Perdón por este ataque mío... :S No creo que Julieta deba ceder ante Jess, aunque, por otro lado, no me fío de ella ¬¬ Y menos si tiene una pistola... Yo solo quiero una boda T_T Leer el "sí, quiero" y ver que por fin pueden ser felices *.* Ay, señor, te tocará a ti Jane decidirlo ;) Pero sea lo que sea me encantará poder leerlo ^^ ¡Eres genial!! :D
    Besos

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  2. excelente capitulo!!!!!...jess deberia comprarse una vida y dejarlos en.paz....pobre Juls que le ha tocado duro!!! ;) hasta el otro capitulo!!!

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  3. Primero que nada excelente capítulo pero por otro lado achhhhhh esa Jess me enloquece pobre de Julieta ojala no arruine los planes de boda por que veo que esa es la intención :-) ojalá pueda subir pronto el próximo capítulo para que no nos dejes con la intriga de que pasara saludos

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  4. Hola! Te he nominado a un premio en blog :) Te dejo el enlace de la entrada para que te pases cuando puedas: http://lasuertesiempredevuestraparte.blogspot.com.es/2013/10/premio-liebster-award.html
    Besos

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  5. Para cuando matamos a Jess, de verdad que saca lo peor de mi

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  6. me lei todo el blog entre ayer y hoy y mi corazon se me sale del pecho, estoy que mueroo...algo de felicidad para julietaaaaa por favor!!!!!!!!!!..odio a esa jess si que la odio, como le hago para meterme a la historia y ahorcarlaaaaa jajajaja quierooo leer maaaas =)

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