Se puso en pie,
intentando no caerse de bruces al pisarse el vestido. Respiró hondo y salió de
allí, aún en shock por su inesperada y siniestra conversación. Mientras
caminaba sin un rumbo marcado, pensaba en lo que suponía que Jess hubiera
llegado hasta aquel edificio, ese día tan señalado. Los límites que habían
impuesto estaban definidos en una línea que cada vez parecía más borrosa.
Sin apenas darse
cuenta, se encontró rodeada de gente que charlaba y bebía en la fiesta que ella
misma había dado. Aunque por mucho que fuera así, la sensación era de vacío. Era
incapaz de sentirse parte de aquello, de pasearse como la elegante anfitriona cuya
única preocupación se redujese a que no escaseasen los canapés. Por suerte,
había demasiada gente y ella pasaba desapercibida entre las copas y los
vestidos de alta costura.
Miraba de un lado
a otro, esperando encontrar una cara amiga. Empezaba a agobiarle que no
reconociese a nadie, en un sitio que debería estar lleno de amigos y no de la
“Élite social de Nueva York”. Ralentizó sus pasos hasta llegar al bar, dónde un
camarero apuesto, vestido de smoking le sonrió.
-Señorita Pope, ¿Qué le
pongo?-preguntó, inclinándose un poco en la barra.
Que una persona a
la que no había visto nunca, la reconociese, logró sobresaltarla un momento,
pero después sonrió ante la evidencia; ella era una persona famosa, igual a
todos los demás. Así que pensó en la única manera de permanecer allí,
soportando ese ambiente tan mediático, lo único capaz de reducir el tiempo…
vodka.
-Vodka doble, por
favor-contestó, intentando sentarse en uno de los taburetes. Una tarea
imposible en ese Oscar De la Renta-Genial… los tacones me están matando.
-Quíteselos, de todas formas
nadie va a encontrarle los pies aquí.
-Es una buena idea…-reconoció
Julieta- aunque no quedaría bien que la organizadora se quitara los zapatos en
el bar mientras bebe. Seguro que me pillaría algún fotógrafo.
-Además, dudo que le cupieran en
el bolso-añadió el camarero, con gesto burlón, señalando el clutch nudé de Jul.
-¿Sabe lo que cabe aquí dentro?
Nada-le aseguró y ambos sonrieron.
Se bebió la copa
con rapidez, apoyándose en la barra. El alcohol traspasó su garganta con un
dulce ardor familiar, que duró unos segundos fugaces… apoyó el vaso de nuevo sobre
la superficie de madera, percatándose de que una sola copa no era suficiente
para tapar aquella accidental velada.
-Otro, por favor-rogó al
camarero, casi suplicante.
-Está usted sedienta-bromeó él
-Más bien desesperada… No soy
mucho de fiestas-reconoció con una risita, cogiendo el vaso con el contenido
trasparente. Levantó torpemente la otra mano para despedirse de él, dado que
era la única persona con la que había mantenido una conversación sincera en
aquel lugar.
Le dio la espalda
y siguió caminando entre la gente, esperando a que el alcohol cumpliese su
cometido y la abstrajera de esa realidad tan caótica y absurda. Lejos de eso,
entre la música y las sonrisas teatrales, pensó en Elliot, en lo complicado que
resultaba su vuelta. Deseaba a Andrew, la tranquilidad que llevaba con él, tener
veinticinco años y dejarse llevar… Pero estaba allí, con ambas
cosas: tranquilidad y descontrol, días y noches, una realidad y un sueño
incapaz.
-Julieta-la llamó una voz a su
espalda.
Cuando se dio la
vuelta, tuvo la sensación de que el resto del mundo iba algo más lento que
ella. Una prueba irrefutable de que el vodka cumplía sus efectos con maestría. Se
tropezó con el vestido e intentó mantener el equilibrio, visualizando lo que
tenía delante.
Elliot y Andrew,
juntos, en una misma imagen. Sonrió como último recurso, y cerró los ojos
momentáneamente, esperando que su visión estuviera atrofiada.
No era el caso.
-¡Oye!-exclamó Andrew,
divertido, agarrándole el brazo como medida de precaución-¿Dónde estabas? Veo
que no muy lejos del bar…
Se frotó la
frente y negó varias veces.
-La verdad es que he bebido un
poco…-reconoció, arrastrando las palabras.
-¿Un poco?-preguntó, Elliot,
arqueando las cejas.
Ninguno de los
dos estaba molesto, o al menos, ninguno lo mostraba a simple vista. Eso hacía
que fuese más raro aún. Julieta intentó rebanarse los sesos, pensando que les
había llevado a estar juntos, y todas sus opciones, resultaban malas.
-¿Qué coño hacéis? ¿Estabais
buscándome?-cuestionó Julieta con una risita-¿Acaso os conocéis?
Otro de los
efectos secundarios de la bebida, era que automáticamente, desaparecía el
filtro de persona educada que procura callarse ciertas cosas. Se arrepintió de
haberlo preguntado, al ver sus caras de póker.
-Sí, hace mucho tiempo…-repuso Andrew-estuve
en tu casa un día que…
Su mente volvió a
la imagen de aquel día de hacía unos meses. Elliot estaba en el sofá, tumbado
viendo la tele y ella observaba como Emma intentaba que Isaac se durmiera…
Andrew fue a entregar unos documentos y él fue el que abrió. En aquel momento,
sólo resultaba un empleado al que aleccionar, lo que se alejaba mucho de la
imagen actual. Puede que ninguno de ellos hubiera imaginado entonces dónde iban
a estar ahora.
-Te buscábamos-completó Elliot,
tenso.
-Ah, bueno… eso es genial. Ya me
habéis encontrado…-dijo Julieta. Después hizo una pausa, fijándose en ambos y
sus expresiones opuestas- Puede que… deba… irme-balbuceó nerviosa, aguantando
el equilibrio en el fuerte brazo de Andrew-He bebido demasiado.
-Bien, sólo quería decirte
que…-empezó a decir Elliot, serio-necesito hablar contigo… mañana si puede ser.
Es importante.
Eso le asustaba, desde
hacía unos meses sus conversaciones nunca terminaban bien. Y no podía acabar
peor de lo que ya estaban desde su regreso.
-Sí… mañana-repitió ella, no muy
convincente-Llámame.
-Tengo que irme-les informó Elliot
a los dos. Después agarró el hombro de Andrew y le miró directamente a los
ojos-Cuídala.
No estaba segura de
si lo que había oído era realmente lo que había salido de sus labios, pero tampoco
resultaba muy extraño viniendo de él. Su comentario le provocó risa, que
intentó aguantar tapándose la boca con la mano.
-Claro-sentenció Andrew.
-Hasta mañana-se despidió de
ambos.
Después les dio
la espalda, dejándoles con la conmoción de sus palabras.
-Vaya… parecía una orden-susurró
Julieta en el oído de Andrew-Ten cuidado.
-¿Qué dices?-cuestionó él,
sorprendido- No era una…
-Es igual, Andrew, él es así-reconoció,
mirándole con resignación. De repente, notó las ganas inmensas de besarle. Agarró
su camisa y la atrajo hacía si para hacerlo. Cuando se separaron, le miró
suplicante -Vámonos de aquí.
Él tiró de ella
hacía la multitud sin titubear, abriéndose paso con destreza. Julieta se dejó
guiar por él, balanceándose entre la gente que, llegados a ese punto, ni
siquiera la reconocían. Conocidos y extraños que en aquel lugar se convertían
en iguales… en piezas de un mismo tablero.
Cuando llegaron
al Hall, Andrew le rodeó la cintura con suavidad y la llevo hasta uno de los
sillones de cuero. Julieta se sentó sin oponer resistencia, observando una
realidad cada vez más nublada por el cansancio y el Vodka. Se fijó en él,
mirando hacia todas direcciones, pasándose la mano por su pelo dorado,
impaciente.
-No veo al aparcacoches, saldré
un momento-puso las manos sobre sus hombros y clavó sus ojos en los suyos-No te
muevas de aquí, es muy difícil encontrar a alguien ahí dentro. Y no quiero otra
conversación extraña con otro de tus ex.
Asintió con una
risita y dejó descansar su espalda en el respaldo del asiento, fijando su vista
en el techo, mientras pasaban los minutos.
-¿Jul?-preguntó la voz de
Mathilde a escasos metros. Se incorporó a tiempo de verla acercándose con sus
imponentes andares dignos de una parisina-¿Qué haces aquí sola?
-Pues estoy… esperando a Andrew.
Ha ido a por el coche-Explicó, con dificultad.
Mathilde se sentó
a su lado y la escudriñó formando una arruga en la frente.
-¿Estás…?-empezó a preguntar.
-Muy borracha-completó ella-Es
una de las cosas buenas de las fiestas tan grandes. A nadie le importa si sales
en mi estado.
Suspiró y le
sonrió, cansada, mientras acariciaba la falda de su vestido rojo.
-¿Estás bien?-volvió a inquirir
Mathilde, cogiéndole la mano.
Julieta intuyó
que eso significaba que su amiga sabía que no iba bien.
-Claro, todo va bien-mintió,
mirando hacia las capas de tela roja.
-Jul… soy yo-le recordó ella.
Una parte de su
cuerpo, entre el alcohol y la conmoción de los reencuentros de esa noche, la
escuchó. Una parte que deseaba desahogarse con alguien, aunque sólo fuese
parcialmente. Debía hacerlo, aquello que
era lo mejor para ella misma y para los demás. Tragó saliva y dirigió la vista
hacia Mathilde, que esperaba una respuesta.
-Mañana, por la mañana… Recógeme
a las diez en casa de Andrew. Trae a Isaac. Hoy no lo he visto con todo este
circo -dijo, esforzándose por no sonar seria.
-Lo haré-murmuró Mathilde,
abalanzándose sobre sus brazos. Lo hizo con una fuerza brutal, tanto que
Julieta pensó que iba a vomitar.
Le dio un beso en
la mejilla y se levantó. En ese instante, Andrew llegó deprisa. Les sonrió a
ambas y le ofreció una mano a Julieta para que se levantara.
-Hola. El tráfico es imposible…
Vamos-informó con urgencia, ayudándole a ponerse en pie de nuevo.
El mundo se tambaleó
al incorporarse. Deseaba meterse en la cama y acabar con ese día, que las horas
pasaran en ese estado de inconsciencia que suponía la ausencia de todo lo
demás.
Al día siguiente
no recordaba nada del camino a casa de Andrew. Milagrosamente, despertó en su
cama, en pijama y con un terrible dolor de cabeza. Él estaba a su lado, aún
dormido. Tenía la boca entreabierta y su brazo izquierdo rodeaba su cintura, de
modo que estaban muy juntos en medio del colchón.
Julieta se
removió y levantó con cuidado el brazo de Andrew, a la vez que se deslizaba por
el colchón para salir de su agarre. Se levantó y le observó en silencio unos
segundos, formando una sonrisa tonta sobre los labios.
Él, su felicidad
y todo lo que aquello implicaba. De repente, recordó el día anterior y notó
como se formaba el nudo en su estómago. Habían pasado unas horas del
encontronazo con Jess y eso lo hacía más real y mucho más aterrador de lo que
había sido en aquel momento.
Buscó ropa
interior limpia entre los cajones de Andrew. No recordaba dónde había dejado la
ropa para “sus noches allí”, así que removió en silencio todos los
compartimentos del armario, hasta encontrar sus cosas. Después, bajó las
escaleras hasta el baño y se dio una ducha de agua caliente. Intentó
reflexionar detenidamente todo lo que le rondaba la cabeza y quizá así, ver las
cosas con otra perspectiva que no fuese la suya; una visión confundida y
agotada. Sin embargo, no le sirvió de mucho, todo acababa siendo igual de
complicado por muchas vueltas que le diese mientras el agua caía sobre su
rostro.
Al salir, se enfundó
en una sudadera gris de Andrew que hacía las veces de camisón, y pasó por la
cocina para tomar café y un analgésico para el terrible dolor de cabeza.
Cuando volvió a
la amplia habitación de Andrew, él seguía dormido. Justo en la misma postura.
Julieta se metió en la cama, esta vez sin mucho cuidado, acercándose a su lado
con malas intenciones. Acarició su espalda y siguió, besándole el cuello con
suavidad, subiendo hasta la comisura de sus labios. Andrew se movió ligeramente
y le sonrió, abriendo los ojos.
-Ya es de día… -susurró Julieta
en su oído.
Andrew cogió su
cintura con las manos y la apretó contra la suya en un movimiento rápido.
Acercó su rostro al de Julieta y la beso despacio.
-Buenos días-dijo él con un
gesto burlón.
-Hola… no recuerdo mucho de
anoche. Gracias por traerme sana y salva-repuso Julieta, trazando círculos en
su pecho con el dedo índice.
-Lo hice por mí, para tenerte
conmigo esta noche-reconoció, sonriente. De pronto, paró en seco y cambió de
gesto. Frunció el ceño y la apartó, tenso-Espera… ¿No recuerdas nada de lo que
hablamos anoche?
Se incorporó y la
miró fijamente, sentado sobre la cama. Julieta se encogió de hombros, esperando
lo peor.
-Andrew… antes de salir bebí
champán y luego… más champán…
-Vale, no lo recuerdas ¿Y del
camino en coche?-preguntó, nervioso.
Julieta bufó y
negó cansada, sintiendo un nudo en el estómago. Andrew parecía intranquilo y ella no recordaba nada de lo que podría haber dicho para que estuviese en ese estado. Tragó saliva, reflexionando en que podía estar relacionado con Elliot y lo que ella sentía por él, que podía haberlo estropeado todo con un simple "Aún le quiero".
-Me estás preocupando… Habla-le
rogó.
Él cerró los ojos un momento antes de hablar.
Él cerró los ojos un momento antes de hablar.
-Cuando nos metimos en el coche
te pusiste algo nerviosa. Reías y llorabas al mismo tiempo, Jul. Creí que era
una tontería, así que no te hice caso. Entonces empezaste a murmurar algo sobre
mí y nosotros-hizo una pausa y suspiró, lo que logró impacientarla más- pero
cuando llegamos a casa, la cosa se complicó. Me dijiste que querías irte… que
todo estaba mal y que… estabas enferma.
Ella lo miró
horrorizada. Ni siquiera recordaba haber querido contárselo tan pronto. Estaba segura de que no iba a ser fácil para Andrew, dado su historial. Y ahora, lo tenía delante, confundido,
dispuesto a escuchar una explicación. Reflexionó qué debía decirle, si mentir o sincerarse sin sonar preocupada.
-Andrew, no sé…-empezó a decir,
agachando la cabeza.
-Julieta, llevábamos dos meses
juntos… -siguió él, agarrando su mano-y me encanta lo que tenemos, confió en
ti, pero si está pasando algo tienes que contármelo.
Julieta se
levantó de la cama, dándole la espalda. Estaba entre la espada y la pared. No
quería que fuese esa la manera de contárselo, si realmente había algo que
contar. Porque todo eran suposiciones… aterradoras, pero sólo eso. Ahora habían
pasado al siguiente punto.
Él se acercó a
ella y le acarició el hombro, pasando la mano por su pelo húmedo. Jul se dio la
vuelta y le encaró, haciendo un esfuerzo por mantenerse entera.
-Escucha…-susurró ella-son
suposiciones. He tenido algunos problemillas últimamente pero no tienes por qué
alarmarte. Llevo meses en remisión, seguramente no será nada.
-Vaya-Andrew se dejó caer en el colchón y enterró el rostro en sus manos-Mierda…-dijo,
volviendo a mirarla.
Julieta sintió
como el corazón se le encogía en el pecho. Se sentó a su lado y apoyó la cabeza
en su hombro.
-A ver, ¿Qué parte no has oído
de “no será nada?-bromeó, dedicándole una media sonrisa.
Andrew negó
varias veces y volvió a levantarse.
-Por eso dijiste que querías irte
y que estar aquí estaba mal. No, Julieta, no es así. Deberías contarme las
cosas gordas, como esta. Por mucho que sean… suposiciones-
-Ha sido una semana estresante,
apenas he tenido tiempo de preocuparme por nada-explicó a la defensiva-Ni
siquiera he ido al médico o…
- Algunos nos preocupamos por
ti, Julieta.
La conversación
se vio interrumpida por el sonido del teléfono de Andrew, lo que agradeció, ya
que no tenía ni idea de lo que debía decir después de esa frase. Cogió aire, pensando
como tranquilizarlo para que no se preocupara más de lo necesario, mientras buscaba
el teléfono.
Andrew miró la
pantalla y se lo entregó.
-Ten, es Mathilde.
Julieta lo miró
unos segundos, antes de contestar.
-¿Sí?-respondió finalmente.
-¿Sabes que tengo tu
teléfono?-preguntó Mathilde, con un llanto de fondo-Voy para casa de Andrew…
con Isaac. Espero que estés preparada. Por cierto, Elliot está un poco
nervioso…
Cerró los ojos y
respiró hondo, recordando la cita que había programado en un alto grado de
embriaguez. Quería verla, contarle lo que había pasado, pero no podía dejar a Andrew
así, no cuando acababa de hacer un descubrimiento que lo había dejado abatido. Pero
también pensó en sí misma, en la necesidad de escapar y razonar fríamente. Así
que decidió que lo mejor era dejarle tiempo para pensar. Por él… y por ella.
-Vale sí, estoy casi lista-contestó,
volviendo al armario-¿Cómo que Elliot está nervioso?
-Te dejaste el teléfono… y él…
-Vale ¿Sabes qué?-la cortó- Nos
vemos ahora.
Colgó y rebuscó
hasta encontrar un vestido sin estrenar que había olvidado allí. Era suelto, de
manga a la sisa, color mostaza, que combinaba con el estampado de flores de
jazmín. Se lo puso con rapidez y se colocó una chaqueta vaquera de Andrew.
-Hablamos luego, he quedado con
Mathilde-dijo, volviéndose hacia él.
Estaba sentado,
en la misma postura. La miraba inexpresivamente, quizá aún en shock por su
conversación.
-Vas descalza-dijo, señalando
sus pies.
Julieta agachó la
cabeza con cansancio y buscó sus converse en el armario. Se las puso con
rapidez y se dirigió a la puerta. Entonces, paró en seco en el marco y se dio
la vuelta. Avanzó hasta él y le abrazó con fuerza, respirando el olor de su
cuello. Andrew abrazó su cintura y le susurró algo en el oído.
-No tardes en volver.
-Tranquilo, estaré aquí en un
par de horas. Prepárame algo rico para comer-le pidió con dulzura. Después le
besó y salió de la habitación, sintiéndose culpable.
SORRY!!... han sido los exámenes... que no me han dejado parar para nada. Pero bueno, aquí lo tenéis. De verdad que espero que os guste. Y de nuevo, lo siento!! Espero vuestros comentarios.
ResponderEliminarPD: Si tenéis que ponerme verde por la espera, lo aceptaré JAJJAJAJA
Un besito.
Por cierto: El siguiente estará esta semana, que estoy un poquito más libre.
EliminarY espero el siguiente pronto, haber que es lo que tiene que decirle Elliot, ademas lo de Jess me ha dejaxo muy deaconcertada...
ResponderEliminarBeso!
Cada día me dejas más con la intriga.Enhorabuena.
ResponderEliminaresperamos ya el siguiente!!!
ResponderEliminarDeseando saber lo que pasará
ResponderEliminar